Un camino a casa (Lion)
Un camino a casa. (Lion, Estados Unidos, Reino Unido y Australia, 2016). Director: Garth Davis. Guion: Luke Davis, basado en el libro autobiográfico de Saroo Brierley. Director de fotografía: Greig Frasie. Intérpretes: Dev Patel, Nicole Kidman, Rooney Mara, Sunny Pawar, Abhishek Bharate, David Wenham. Duración: 118 minutos.
Por las características de su contenido y su realización, Un camino a casa es muy difícil que no se lleve varios de los máximos premios del Oscar. Es de esas películas que reúnen suficiente sustancia emocional como para conmover al público general y también a los integrantes de la Academia, que tienen predilección por esta clase de films. Típica historia de autosuperación, basada en este caso en una novela autobiográfica del indoaustraliano Saroo Brierley, desarrolla la historia de un niño de cinco años que una noche, mientras espera a su hermano en una estación ferroviaria del extremo oeste de la India, se duerme dentro de un tren vacío que cierra herméticamente sus puertas y lo traslada a Calcuta, a 1500 kilómetros de distancia. El niño Saroo se encuentra perdido en la nueva geografía e incluso tiene dificultades para comunicarse con muchos de sus habitantes, que hablan el bengalí y no el hindi, que es su idioma. Deambula durante días e incluso zafa con astucia del intento de unos abusadores que buscan seducirlo para venderlo vaya a saber a quién. Finalmente recala en un orfanato y después de un tiempo es adoptado por una familia sin hijos de Australia, que lo lleva a vivir a la isla de Tasmania.
Esto se podría decir que, en resumen, es la primera parte del film. La segunda lo muestra a Saroo unos veinte años más tarde ya como estudiante universitario y de novio con una chica australiana. Sus padres adoptivos han sido muy comprensivos y lo estimulan siempre a hacer cosas. Sin embargo, en un momento de esos años comienza a recordar su niñez y su relación con aquel hermano, Guddu, al que perdió aquella noche fatal. Y lo atrapa un deseo incontenible de ir a buscarlo tanto a él como a su madre, una mujer pobre y soltera de la India a la que ayudaban a juntar rocas, en una de sus tantas tareas de sobrevivencia. El sueño parece una locura: ¿dónde encontrar en ese mapa inmenso que es la India aquel pueblucho humilde del que él se acuerda borrosamente el nombre? Pero no pierde la esperanza y luego de muchos estudios y exploraciones por Google ubica el lugar y marcha hacia allí.
Hasta allí el relato a grandes trazos. Lo demás el espectador deberá vivirlo personalmente. A pesar de ser una película que busca claramente el efecto emocional, habrá que decir que, en muchísimos pasajes de la historia el relato es honesto y evita los golpes bajos. No todos, como verán quienes vayan a verla, porque hay que anotar también que detrás de este título está un productor de la experiencia comercial y el olfato de Harvey Weinstein que sabe todo lo que hay que saber para tocar en los puntos clave del gusto de la industria. Sin duda, toda la primera parte de la película expone sin suavizar nada esa pobreza infinita y estremecedora que siguen viviendo enormes sectores de la población de la India. Lo cual es algo que, aunque muy conocido, no está de más refrescar, sobre todo para quienes no son tan superficiales como para olvidarlo al segundo o creer que eso es natural que ocurra porque pobres y ricos hubo siempre. Frente a esos tonos oscuros con que describe la fotografía del film a las secuencias en Calcuta, la luminosidad de la isla donde ahora vive Saroo contrasta netamente. Como si Hollywood no se privara de marcar la diferencia y mostrar que, cuando uno se esfuerza, puede pasar de uno al otro mundo.
De la primera parte del film, resalta de manera extraordinaria el delicioso y veraz trabajo del Sunny Pawar como el Saroo niño, que conmueve genuinamente con su odisea. El Saroo de veinticinco años, Dev Patel (al que vimos en ¿Quién quiere ser millonario?), que logra un convincente trabajo, igual de Nicole Kidman y los otros rostros adultos que aparecen en la historia.