No te olvides de mí
No te olvides de mí es lo que en el lenguaje del cine norteamericano se denomina road movie (traducida esa expresión sería película de carretera), un género que, sobre todo en los Estados Unidos, tiene larga tradición. Se trata siempre de un film cuyo argumento se desarrolla a lo largo de un viaje durante el cual los personajes comienzan siendo de una manera y en el final terminan cambiando, porque en el transcurso han descubierto o les ha pasado algo que les permite ver las cosas de otro modo.
En este caso, el que vive esa vicisitud es Mateo Popolano, un inmigrante italiano que al comenzar la película ha salido de la cárcel con un permiso de residencia provisional. Se lo identifica como a un anarquista –y por la época en que transcurre la peripecia, 1934, bien podría serlo-, pero es más que nada un hombre inconformista y con mucho temperamento, que se rebela contra la forma en que la sociedad ha sido organizada. Y lo que narra el film en un comienzo es el viaje que hace Mateo por el sur de la provincia de Buenos Aires para recuperar algunas de las cosas que perdió mientras estuvo detenido, en especial un gallo de riña que lo acompañaba todo el tiempo mientras estaba en libertad.
La travesía la hace en una vieja furgoneta que no ha perdido. Y mientras avanza por los caminos pampeanos, el personaje se cruza, por pura casualidad, con Aurelia, una joven próxima a los 20 años y Carmelo, su hermano menor. Ambos, después de la muerte de su madre, están buscando a su padre y suponen que puede estar en una estancia de Trenque Lauquen, pero no está. Allí, en esa ciudad es que se encuentran con Mateo y se enteran por boca de unos paisanos que su padre se ha ido a las salinas de Villarino. Hacia ese destino, al principio con alguna resistencia de parte de Aurelia, terminará llevándolos en su sufrido vehículo Mateo. Y lo que se cuenta en definitiva es cómo, a lo largo de esa travesía, estos tres personajes van armando un nuevo vínculo.
En ese sentido, la película es un modelo bastante clásico de road movie y describe cómo se va conformando esa relación durante ese periplo, pero tiene algunas vueltas de tuerca sobre lo que va ocurriendo y lo que pasa finalmente con ese vínculo y qué significa realmente. En rigor, la historia trata de contar cómo se puede armar una especie de familia sustituta desde un lugar original, sin ningún lazo de sangre y con personajes como Mateo de quien, en principio, podría considerarse que es reacio la idea de familia, al menos como institución. Pero el relato no hace hincapié en el contexto histórico ni en detalles de la ideología del personaje, sino que lo muestra como a un inmigrante que frente a la adversidad ha intentado hacerse fuerte y protegerse con una cierta forma de pensar el mundo y la vida. Y que es, además, un hombre muy emocional.
Distinguida con el premio al mejor guion en el Festival de Cine de Mar del Plata de 2016, por un jurado de Argentores integrado por Graciela Maglie, Irene Ickowicz y Martín Salinas, No te olvides de mí es la ópera prima de Fernanda Ramondo, realizadora que se graduó como directora en la Fundación Universidad de Cine. Es también una narración que logra un desarrollo sutil en la decodificación de lo que les ocurre a los personajes, de manera que el espectador pueda descubrir poco a poco sus objetivos y qué es lo que pasa por su mente. Y en ese sentido apela bastante al plano fijo y a la observación paciente de los pequeños detalles para ingresar en el espíritu de sus criaturas.
De los tres personajes principales de la historia, el de Mateo es interpretado por un Leonardo Sbaraglia que, con cada trabajo, consolida cada vez más su enorme ductilidad para atravesar distintos personajes. Luego de esa película hizo Sangre en la boca, donde encarna a un boxeador, y Al final del túnel, un policial en el que asume el rol de un discapacitado, lo que le exige un gran trabajo físico para lograrlo. Los otros dos personales son los de Aurelia, una Cumelén Sanz muy atenta y precisa en sus transiciones, y Carmelo, que tiene en Santiago Saranite a un muchachito muy encantador. La película se rodó casi toda en el partido de 9 de Julio, donde está Trenque Lauquen, y en especial en algunas localidades de la zona: Patricios, French, La Niña y Dudignac. Y luego en las salinas de Villarino, al comienzo de La Patagonia, para lo cual hizo falta parar en Médanos.