Jackie

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Jackie. (Chile/Francia/Estados Unidos/Hong Kong, 2016). Dirección: Pablo Larrain. Guion: Noah Oppenheim. Intérpretes: Natalie Portman, Peter Sarsgaard, Greta Gerwig, Billy Crudup y otros. Duración: 100 minutos.

Difícil encontrar en esta realización del chileno Pablo Larrain –de quien hace pocas semanas vimos y comentamos su película Neruda- un motivo de interés que entusiasme (sea político, estético, comercial o simplemente biográfico) en este retrato de Jacqueline Lee Bouvier, más conocida por su denominación pública Jackie Kennedy, viuda del ex presidente John Fitzgerald Kennedy, asesinado en Texas el 22 de noviembre de 1963, en un magnicidio que nunca se investigó hasta la raíz misma del complot que lo provocó y que fue de los que más conmoción causó en la historia de ese tipo de sucesos. Algo que provoque expectativa por conocer en su personalidad algún costado atractivo más allá de haber sido la esposa de aquel presidente y haber sido testigo directo del hecho que le costó la muerte. Es una película, en muchos aspectos, híbrida.

      Originalmente, este proyecto fue pensado como una miniserie de cuatro capítulos para la HBO, con producción de Steven Spilberg. Que es muy posible que hubiese sido su formato más adecuado. Pero después se decidió que fuera un film y que lo  dirigiría Darren Aronofsky, con su esposa, la excelente actriz Rachel Weisz como protagonista. No pudo ser: en algún momento el director renunció a ejercer ese rol y pasó a la condición de productor. Al ofrecerse la  dirección de la película a Larraín, éste contestó que aceptaría esa responsabilidad si tenía como actriz principal a Natalie Portman. Y así fue. ¿Por qué no se le ofreció ese largometraje a un director norteamericano y se pensó en Larraín es una incógnita? Tal vez porque, siendo un extranjero, podía trabajar con menos prejuicios sobre esa figura. Vaya uno a saber.

      Lo cierto es que el guion, que pertenece a Noah Oppenheim y que el director sigue al parecer con bastante fidelidad, se expande, nada en una deliberada ambigüedad que muestra a Jackie alternativamente como una mujer frágil y de modales muy finos–como la vendía la publicidad oficial- y también como una señora fría y capaz de manipular a sus interlocutores, rasgo éste último que podría pensarse responde más a la realidad de lo que fue. Y acaso fuera una mezcla de esas dos perfiles, y eso se quiso decir, como muchas figuras públicas: uno era prefabricado para ser vendido como fantasía a un público electoral ansioso de figuras excelsas o angelicales y el otro más real, el de una mujer astuta y ambiciosa. La que después tejería esa imagen de viuda exquisita adorada por el mundo para casarse –se supone que por puro interés- con el magnate griego Aristóteles Onassis. Pero ahí el tema pierde interés, porque no descubre nada que no se sepa.

      Sin ser una dama de alcurnia, ni proceder de las clases ricas norteamericanas, Jackie había sido bien educada en su juventud y hasta su frágil cuerpo parecía el indicado para representar ese papel de delicada y sensible ama de la casa presidencial, como la presentaban los noticieros y documentales filmados de su vida durante el mandato de Kennedy. Es verdad que el hecho de que la película no sea una biografía suya completa, sino que se centre en lo fundamental en los días posteriores a la muerte del mandatario y en algunos breves flashbacks de su vida previa con él, ayuda a construir esa ambigüedad en el tratamiento, porque acota deliberadamente el recorte sobre el que se la pinta. E impide ir más a fondo, en un despliegue que alcance más profundidad.

       Esa delimitación del espacio y tiempo en que se la ve (los del trágico ataque a su marido) permite no empequeñecer la magnitud de su dolor o el tremendo impacto emocional que debe haber sufrido su espíritu al haber estado en el centro mismo de los acontecimientos que terminaron con la existencia de su marido. La película la muestra en estado de shock en las horas ulteriores al atentado –ella estaba sentada en el mismo asiento que Kennedy cuando los disparos de sus asesinos le dieron a él en plena cabeza-, perturbación que le impide recordar con absoluta claridad todos los detalles de lo que ocurrió en ese momento. Esto logra mantener el aura de respeto que se desarrolla con las personas que sufren tales desventuras, atmósfera que siempre acompañó, por lo menos en los Estados Unidos, la evocación de la existencia de Jackie en aquellos acontecimientos.

    Sin embargo, algunos días más tarde la describe en una entrevista concedida a un periodista –hecho que efectivamente sucedió, aunque no con el profesional que aparece en la ficción- en su casa de Massachussets, en pleno dominio de su raciocinio, imponiéndole al hombre de prensa la condición de editar ella la charla o confiándole, entre otras cosas, que ya no dormía con su marido en la misma cama. También esa determinación de hacer su voluntad por sobre cualquier otra cosa es la que la conduce a la decisión de realizar el funeral de Kennedy en un acto que pueda ser visto por todo el mundo, sin importarle los consejos de las agencias de seguridad que le pedían algo más reservado y posible de ser controlado. Nadie duda de que ella deseaba despedir a su cónyuge como un gran hombre, pero en sus propias palabras admite que también está pensando, egoístamente, en ella. Con seguridad en su futuro, en la imagen con la que debía comenzar a recorrer un nuevo camino.

     Es decir, siempre circula esa ambivalencia en el tratamiento de la historia que le obstaculiza ir más al carozo del asunto, definir con trazos más plenos al personaje abordado, menos apegados a la idea de no herir algunas sensibilidades o creencias del público. En fin, un film que no pasará a la historia del cine ni tampoco que agregará gloria al director chileno, cuya producción previa es mucho más auténtica y genuina, por la sencilla razón de estar entrelazada con asuntos en los que se ha comprometido más de lleno. Lo que sí se puede afirmar es que aportó mucha profesionalidad al rodaje, porque todo lo que se cuenta está contado con una alta calidad técnica. En cuanto al trabajo de la protagonista, Natalie Portman está construido con toda clase de detalles sutiles en sus gestos y actitudes, a veces casi hasta el exceso, pero no se puede negar que es un trabajo muy elaborado.

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