Crítica de cine: Una segunda oportunidad
Con cinco películas en su producción (entre otras Amigos con dinero y Saber dar, de 2006 y 2010 respectivamente y estrenadas acá en cine, y Confidencias, de 1996, conocida en video), la neoyorquina Nicole Holofcener, de 53 años, es una cineasta sin demasiada difusión en nuestro país, si bien hubiera merecido otra suerte por la buena factura de sus trabajos. Una segunda oportunidad, título de rutina que elude la traducción del original que sería “Esta todo dicho”, se podría definir como una comedia dramática, si es que hoy la precisión del género tiene alguna importancia en este caso, porque combina con bastante equilibrio el humor sutil con situaciones que provocan realmente angustia o malestar. La historia cuenta en encuentro de dos divorciados cuarentones, Eva y Albert, a cuya separación le han seguido otras relaciones poco hospitalarias y que expresan una actitud desconfiada ante la posibilidad de una nueva relación. Ambos, además, se llevan bastante mal con sus ex parejas (en el caso de la esposa de Albert su actitud es de fuerte desprecio por su ex marido) y con las hijas de sus matrimonios, una por cada uno de ellos. Son chicas que están saliendo de la adolescencia y les toca irse a estudiar a otras ciudades, como suele suceder en la vida universitaria de los Estados Unidos, hecho que pone a sus padres ante el fantasma de quedarse totalmente solos.
Resulta que un día Eva y Albert se topan por casualidad a una fiesta y se conocen, pero sin abrigar demasiado expectativas el uno por el otro. Es más, entre otras cosas, deciden irse porque no hallan en la reunión a ninguna persona, según expresan, con la que valga la pena relacionarse. De esta primera coincidencia en la dificultad de vincularse con el sexo opuesto comienzan a surgir otras confluencias, todas ellas muy salpicadas con un oportuno sentido del humor que ambos practican, y este detalle dispara una simpatía inicial que se irá transformando con el paso del tiempo en una relación muy gratificante. Pero, claro, la duda de estar viviendo un espejismo y el miedo a caer en una nueva equivocación puede más y poco a poco, sobre todo en el caso de Eva, que comete un garrafal error de cálculo, aproxima negros nubarrones sobre lo que en principio era una pareja que parecía todo entendimiento.
No parece lo mejor describir el desarrollo de la peripecia porque ello restaría encanto al espectador que vaya a verla luego de leer este comentario, pero hay que adelantar que se trata de una comedia y como se sabe la comedia no suele llevar la sangre al río. La película tiene mucho encanto, sobre todo porque está construida sobre una estructura sencilla, sin pretensiones, pero llena de lucidez en los diálogos, y con observaciones agudas sobre el comportamiento humano, circunstancia que provoca de inmediato una gran empatía entre lo que le ocurre a sus personajes y lo que el público ha vivido casi con seguridad como experiencia personal. Cuenta además con el concurso de varios actores de sólida relevancia. En primer lugar habría que mencionar a la actriz que compone a Eva, una muy reconocible artista de comedia para quienes hayan seguido alguna vez Seinfeld, una hilarante serie que se dio en Estados Unidos entre 1989 y 1998 y en el que ella interpretaba al gracioso personaje de Elaine Benes. También trabajó en otros sitcoms (comedias de situaciones). Ha madurado bien e interpreta ahora a Eva, un personaje al que no le falta pimienta cómica, pero que puede alcanzar situaciones muy dramáticas, que ella resuelve con conmovedora sinceridad. A su lado, el gran James Gandolfini (actor famoso por su papel protagónico en la serie Los Soprano) realiza un extraordinario dibujo de su personaje y demuestra que era un actor apto para aceptar distintos desafíos interpretativos. Éste y otra intervención más fueron sus últimos aportes a la cinematografía poco antes de morir, a mediados de año, a la increíble edad de 51 años. También brillan en sus participaciones Catherine Keener, actriz fetiche de la directora, encarnando a la ex esposa poeta de Albert, y la australiana Toni Collette, la recordada actriz de El casamiento de Muriel, como la mejor amiga de Eva