Crítica de cine: Ismael



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Ismael. (España, 2013). Dirección: Marcelo Piñeyro. Guión: Marcelo Piñeyro, Marcelo Figueras y Verónica Fernández. Intérpretes: Mario Casas, Belén Rueda, Larsson do Amaral, Juan Diego Botto, Sergi López, Ella Kweku y otros. Duración: 111 minutos.

Instalado hace largo tiempo en el conocimiento del público argentino, que apoyó con buena concurrencia a las salas sus distintos títulos, sobre todo las de los años noventa (Tango feroz, Caballos salvajes, Cenizas del paraíso), Marcelo Piñeyro se largó a filmar por primera vez una película totalmente española, desde el elenco, los personajes y la producción hasta el paisaje y el lenguaje. No es que le resultara ajena la relación con España, pues sus dos últimos largometrajes (El método y La viuda de los jueves) habían sido hechos en coproducción con ese país, pero aquí el objetivo principal es, al parecer, partir primero desde el mercado hispánico para aprovechar luego, a favor de una historia que tiene resonancias universales, echar buena basa en otros lugares del planeta, en especial América Latina, sin descontar Estados Unidos. Como lo reconociera el mismo director, Ismael regresa a un repertorio de sustancia sentimental, más relacionada con algunas de sus primeras películas (Caballos salvajes y Kamchatka) que con las últimas, que fueron armadas sobre esquemas claros de distanciamiento.

       La historia trata de un niño negro de 8 años, Ismael, que un día decide viajar de Madrid a Barcelona con el fin de conocer a su padre, Félix un educador social que trabaja en una escuela con jóvenes de conducta difícil. El niño reside en la primera de las dos ciudades con su madre, una mujer de origen africano (Alika) que en otro tiempo fue indocumentada, y su actual marido, Eduardo. Ella nunca le ha dado a Ismael detalles de su progenitor, aunque tampoco le ha negado su existencia. Una antigua carta de Félix a Alika, con una dirección de Madrid y de la época en ambos fueron amantes y estuvieron muy enamorados, es la pista que utiliza Ismael para rastrear a su padre. Al llegar, en un departamento muy confortable lo recibe una mujer llamada Nora, que resulta ser su abuela y la dueña de un restaurante de lujo. La mujer se sorprende por completo con su presencia: primero por enterarse que su hijo fue padre hace ocho años atrás y nunca le dijo nada, y segundo porque tuvo un hijo negro. Pero poco a poco se enternece con el recién llegado e inician un vínculo.

    Lo que sigue es el traslado del Ismael con su abuela a la casa donde vive Félix en la Costa Brava. Al mismo tiempo, la madre y su marido han partido de Madrid hacia el mismo lugar para recuperar al chico, avisados por Nora. Todos confluirán en un hostal frente al mar, propiedad de un ex músico y amigo de Félix y ahí tendrán lugar los despliegues de las distintas subtramas de la película, que enfrenta a personajes con los más diversos rencores y secretos entre ellos, además de traumas y viejas culpas del pasado. La historia expone los conflictos dramáticos y no resuelve los problemas ni sugiere cuáles serán los derroteros que seguirán las relaciones, pero hay algo que en el camino se ha alcanzado: el niño, en parte, ha logrado desbloquear de su congelamiento emocional a muchos de ellos, a abrir la puerta a muchos agobiantes ocultamientos del corazón, que comienzan al aire libre y tornarse palabras reveladoras que antes se reprimían. En ese aspecto, la película es de tono más bien optimista, sin apelar a ninguna receta ni verdad prefabricada.

    Un valor importante de esta realización de Piñeyro respecto de algunos guiones de la primera etapa es que evita toda clase de zozobras en el sentimentalismo ramplón y los golpes bajos. Tampoco necesita subrayar con ilustraciones gruesas o retóricas lo que está pasando, sino que deja que los personajes, más robustos, se vayan describiendo a través de los vínculos que desarrollan entre ellos. En ese aspecto, hay una mayor madurez en la elaboración del guión que, en esta ocasión, además de tener como responsables a Piñeyro y a un colaborador de otras películas suyas, Marcelo Figueras, añade a la libretista española Verónica Fernández, con mucho training en la televisión. Ni decir que el elenco actúa con notable credibilidad y todos sus integrantes están en un excelente nivel: Mario Casas (Felix), Belén Rueda (la abuela), Larsson do Amaral Ismael), Juan Diego Botto (el padrastro de Ismael y único actor argentino del elenco), Sergi López (dueño del hostal), Ella Kweku (la madre). 

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