Crítica de cine: En la casa
En la casa. (Dans la maison, Francia/Alemania 2012). Dirección y guión: François Ozon, sobre la obra El chico de la última fila, del español Juan Mayorga. Fotografía: Jeróme Alméras. Música: Philippe Rombi. Intérpretes: Fabrice Luchini, Ernst Umbahuer, Kristin Scott Thomas, Emanuelle Seigner, Bastien Ughetto, Denis Ménochet. Duración: 102 minutos.
¿Cuánto de real o imaginario puede tener el relato literario de cualquier escritor? ¿Lo que sucede dentro de una novela o un cuento es lo que su autor fantaseó que pasaba o lo que pasó y él lo reflejó aunque sea modificado? Estas y muchas otras preguntas, que a menudo son el objeto de las investigaciones que suelen hacerse sobre la obra de un autor, es algo que también a menudo se formula el propio lector, pero en un ámbito menos académico. En la película En la casa, del prolífico y conocido director cinematográfico francés François Ozon, pero antes en el libro teatral que la inspiró (El chico de la última fila, del español Juan Mayorga), estas preguntas son el eje permanente que sostiene la atención y el interés espectador que la ve. No es por casualidad. Tanto el filme como la obra de teatro arman un mecanismo de desciframiento y le plantean al público jugar con él, averiguar sobre qué aspectos de lo narrado es pura invención o absoluta realidad. Y, como ocurre no pocas veces en cine o teatro, el autor no se esfuerza en develarlo. De modo que muchos pasajes de la historia el espectador quedarán sin respuesta, como nos sucede con los hechos que nos muestran algunos sueños que, por ser tan vívidos, no sabemos si realmente nos pasaron o son nada más que construcción onírica.
El núcleo de esta narración se articula sobre la relación de un profesor de literatura (Germain Germain) que, cansado del nivel de pobreza que exhiben sus alumnos en los escritos que les pide, un día descubre en un de ellos (Claude) a una verdadera mosca blanca. ¿Qué ocurre? El chico comienza por relatar las vicisitudes de su amistad con uno de sus compañeros y la posibilidad que eso le abre de ingresar a su familia. Pero su relato es de una precisión y minuciosidad que sorprende al maestro. Sus descripciones de la familia, sus apuntes irónicos sobre algunas de sus costumbres e incluso los esbozos de un incipiente afecto que él comienza a sentir por la madre de su amigo, van armando una verdadera historia de suspenso, entre el vodevil y el triángulo amoroso o la serie policial. El profesor, que hasta el momento ha vivido con su esposa una relación más bien tediosa, descubre en el chico un verdadero talento e incitado por la pulsión de querer desarrollar sus dotes literarias, pero también de saber en qué concluirá este relato que anuncia nuevos y atractivos interrogantes, lo impulsa al alumno a seguir escribiendo e incluso le acepta que provoque algunas circunstancias riesgosas con tal de llegar al hueso de la peripecia que está contando.
Ozon, como antes lo hace Mayorga, aprovecha este vínculo para despacharse sobre distintos aspectos de artesanía creativa. El profesor, que escribió una novela en sus años jóvenes y nunca volvió a hacerlo, le va mostrando a su alumno en cada entrega qué pasa con los distintos pasajes que escribe, qué cosas son superficiales o innecesarias, por qué lugares debe ir la trama para ser verosímil y otros secretos de la escritura. Todo eso a menudo en un exceso de preciosismos y fiorituras que, al espectador con menos paciencia y más acostumbrado a la acción, tal vez lo fatigue. Pero, para el degustador del buen cine, la película está muy bien filmada y tiene excelentes actuaciones, tanto el caso del adolescente que hace de alumno (Ernst Umhauer), como en los veteranos y talentosos Fabrice Luchini y Kristin Scott Thomas, que componen el matrimonio que de la rutina pasa a la catástrofe afectiva.
Al mismo tiempo que hace eso –y que sin duda disfruta porque Ozon es un director de cine que trabaja mucho sobre obras de teatro o de la literatura-, se dedica también a homenajear, con diversas alusiones e incluso remedando escenas, a algunos clásicos del celuloide, como Alfred Hitchcok en La ventana indiscreta. En una nueva película suya, Joven y bella, que se estrenará esta semana en Buenos Aires en un ciclo de cine francés, hay un homenaje similar a Belle de jour de Louis Buñuel. Los que han seguido la carrera de este realizador, que ya tiene unas catorce películas hechas, saben que una de las primeras que filmó, Gotas que caen sobre rocas calientes (2000) estaba basada en una obra teatral del también cineasta Rainer Fassbinder o que Potiche (2010) tomó como texto una comedia de mucho éxito en París, de Pierre Barillet y Jean-Pierre Grédy. En fin, En la casa es uno de los trabajos más sofisticados de Ozon que no por nada ganó el Premio Fipresi en el Festival de Toronto y la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián en 2012.