Crítica de cine: 007 Spectre
007 Spectre. (Origen: Reino Unido y Estados Unidos, 2015. Dirección: Sam Mendes. Guion: Jpkn Logan, Neal Purvis, Robert Wade y Jez Butterwhort. Fotografía: Hoyte Van Hoytema. Música: Thomas Newman. Diseño de producción: Dennis Gassner. Elenco: Daniel Craig, Christoph Waltz, Léa Seydoux, Ralph Fiennes, Mónica Bellucci, Ben Whishaw, Andrew Scott y otros. Duración: 2 horas, 30 minutos.
James Bond, el inacabable agente secreto de su Majestad británica, vuelve por sus fueros. Para felicidad de sus seguidores. 007 Spectre es la vigésimocuarta película de la serie y la cuarta que tiene como protagonista a Daniel Craig. Aparece a tres años de su anterior opus 007-Operación Skyfall, de 2012, con la que se celebró el medio siglo del lanzamiento al cine del personaje de Ian Fleming, cuyo primer protagonista, hasta la actualidad no superado por sus múltiples sucesores, fue el excelente Sean Connery. Tal vez más floja en su guion que 007-Operación Skyfall, a pesar de contar con tres de los mismos guionistas de esa película (con excepción de Jez Butterwhort) y con el mismo director, Sam Mendes, la verdad es que sus fanáticos no extrañarán las secuencias de acción que han hecho de las historias del agente las delicias de quienes adoran ese género, no importa cuánto hay de fantasía desmesurada en su arquitectura.
Con Mendes, la saga Bond alcanza de nuevo un nivel de atractivo que había perdido en producciones de otros años, tiene una mayor consistencia narrativa –aunque en ésta el guion sea más débil en lo argumental que el que lo precedió-, un espectacular trabajo de producción, unos paisajes alucinantes y una buena cantidad de referencias para quienes a través del tiempo se han convertido en cultores de la serie y conocen al dedillo los detalles que hacían inconfundible a las historias de 007. Entre esos guiños está la recuperación de los famosos automóviles Aston Martin, ya sea en el modelo 1964 usado en Goldfinger o en el más actual que le provee el M16 sin vacilar por el hecho de que su precio llegue a las tres millones de libras esterlinas.
También, en esta última película se vuelve al nombre original de la organización del mal que quiere destruir el mundo, Spectre, y con ella al personaje de Blofeld (también identificado como Franz Oberhauser), al que curiosamente se lo muestra como un pariente de Bond. Digamos que el actor que interpreta a Blofeld (Christoph Watz) está más cerca de la caricatura que de un trabajo de buena composición y en ese sentido se podría decir que hace extrañar al malo del film previo, el Raoul Silva de Javier Bardem. En el papel de M, que reemplaza a su antecesora (Julie Dench) tras su muerte en 007-Operación Skyfall, trabaja con su habitual aplomo y eficacia Ralph Fiennes. Dench había comenzado a trabajar en la saga en su reinicio en 2006 con Casino Royale, la primera en la que también intervino Daniel Craig. En esta última versión, solo se la ve en un video que deja antes de morir y donde revela que un plan siniestro vinculado al espionaje informático y al ciberterrorismo. Los temas relacionados con los nuevos dispositivos tecnológicos –en la anterior se trataba del robo de un disco duro de una computadora donde había información reservada, entre ella la lista de muchos agentes secretos- acompaña el intento de ubicar las historias en contextos más contemporáneos, sin perder cierto sabor tradicional de algunas señales que vienen del pasado.
Algunas tomas son excepcionales, comenzando por el plano secuencia de los primeros instantes de la película y que transcurre en el Distrito Federal de México durante las celebraciones del Día de los Muertos y que incluye, entre otras cosas, la voladura lisa y llana de un edificio para liquidar a un malvado y una feroz pelea posterior dentro de un helicóptero en vuelo entre el héroe y el villano que, a pesar de la terrible explosión en ese edificio, se salva y logra escaparse. Los paisajes son desde luego de los más variados e incluyen sucesivas visitas a ciudades como Roma, Londres, Tánger o los Alpes austríacos y algunos raíds en el Aston Martin como el que emprende en la ciudad de Rómulo y Remo y que concluye con el coche en las aguas del Tíber.
Tampoco faltan las mujeres hermosas: las dos principales, que por supuesto no resisten los avances eróticos del superagente secreto, son la italiana Mónica Bellucci, en un punto de madurez exacto que realza su estupenda belleza, y la francesa Léa Seydoux, encantadora y sensual y para colmo de males una de las pocas mujeres que pone en expectativa de retiro y posible boda –habrá que ve las próximas producciones- al inoxidable galán de la serie. Por su parte, el inglés Daniel Craig, un poco embutido en unos trajes de muy buena tela pero demasiado ajustados, como es la moda hoy, se adapta cada vez mejor al papel, aunque él sepa que nunca tendrá el glamour que supo tener Sean Connery, pero poco le importe, al menos mientras pueda ganar los millones que cobra por película y no le cobrne los arreglos de los Aston Martin que hace pelotas.