Smart city, el tema del que todos hablan
Hay quienes consideran que el concepto de smart city se originó en el ámbito empresarial antes que en la esfera política o gubernamental. Incluso se señala a IBM, una de las compañías de tecnología que hoy más material genera sobre el tema, como la responsable de haber instalado esta idea de ciudad moderna e innovadora que exalta la gestión en favor de la masa ciudadana pero que parece ignorar la conflictividad social de las grandes urbes. Otros dan cuenta de que el término ya aparece documentado en la década del 50, pero que recién alrededor del año 2000 se empezó a delimitar y sistematizar su uso a partir de algunos libros que lo incluyeron en sus títulos (por ejemplo, "Smart Cities: The Singapore Case", de Arun Mahizhnan, en 1999). Pero más allá de las pocas certezas que hay sobre el cómo se originó, lo que gracias a la tecnología sí es más sencillo de dilucidar es cuándo comenzó a expandirse su uso: según las estadísticas del buscador de Google fue en 2011 cuando se multiplicaron las entradas y las búsquedas que lo referían.
El punto es que en la actualidad el concepto es como el comodín de los naipes: todas las ciudades quieren tenerlo. Pero colgarse el cartelito de smart city es harto difícil. Los especialistas suelen aclarar que todavía se trata de un concepto muy amplio, por lo que la categorización es más relativa que absoluta. Se puede afirmar que si una ciudad dispone de, por ejemplo, semáforos que detectan el nivel de tráfico y alargan o acortan la luz de paso según cada momento es más inteligente que quien no la tiene. Pero la tecnología aplicada al ordenamiento del transporte, aunque sin dudas es de las más visibles e impactantes, solo es una de las miles de variables que pueden ser consideradas como "inteligentes". En efecto, si la esencia de una smart city es "mejorar la calidad de vida de sus habitantes" (como muchos sostienen), no será posible adjudicarle ese mote a ciudades que no han logrado universalizar el acceso a los servicios más básicos o que mantengan grandes desigualdades sociales por más que el semáforo de prioridad automáticamente al paso de una ambulancia o todos los trámites municipales se hagan vía web.
Como en toda área del conocimiento humano, las posiciones oscilan desde el optimismo más ingenuo hasta las críticas más despiadadas, aunque al final prevalezcan las miradas equilibradas. En los mítines más tecnológicos se suelen escuchar fábulas de personas felices que disfrutan hasta el último minuto de su desayuno porque saben a qué hora exacta pasará el colectivo, que delegan la elección del lugar para almorzar a su teléfono celular y que ven cómo las luces del parque de la ciudad al cual van a trotar a la nochecita se prenden y apagan a su paso. Del otro lado, el urbanista estadounidense escribió en el libro Against the Smart City que “la noción de ciudades inteligentes parece haberse originado dentro de las empresas más que en un partido político, grupo o individuo reconocido por sus contribuciones a la teoría o la práctica de la planificación urbana”. Y el arquitecto Josep Bunyesc desconfía de la tecnología como fuente de inteligencia. "En un semáforo inteligente, el menos listo de todos es el semáforo. Si un paso de cebra señalizado funcionara bien con la inteligencia de los ciudadanos sobraría el semáforo", sostiene.
Congreso de Barcelona: Tecnología y Ciudadanía
Aún con estos cuestionamientos, el concepto de smart city se sigue expandiendo y suma cada vez más interesados. Desde noviembre de 2011 se realiza cada año en Barcelona un congreso mundial sobre la materia. La "Smart City Expo" reúne cada año a más speakers, más visitantes, más exhibidores, más prensa y, naturalmente, a representantes de más ciudades. Según los organizadores, la edición de 2016 que se llevó a cabo entre el 15 y el 17 de noviembre fue visitada por aproximadamente 17.000 personas, hubo 420 expertos en distintas mesas redondas y 591 expositores. Además, participaron unas 600 ciudades de todo el mundo. Y sí: el tema está de moda.
"Con el correr de los congresos se va marcando un sesgo en los debates en el que se entiende el concepto de smart city más como construcción de ciudadanía que como exaltación de la tecnología", le cuenta a Revista Cabal Rafael Veljanovich, argentino que como director de URBES es un habitual asistente al evento. Y es que hay algunos elementos que no pueden faltar a la hora de intentar precisar el concepto. La cuestión tecnológica es predominante, pero entendida como proveedora de datos que, analizados con las técnicas del Big Data, permiten generar innovaciones para brindar mejores servicios a los ciudadanos.
Este año el evento se basó en el lema "Ciudades para Ciudadanos", y se enfocó en las estrategias y herramientas que promueven el empoderamiento y la participación de los habitantes de las urbes. Así y todo, el muestrario tecnológico de las empresas nunca falta y es el que termina atrayendo la mayoría de las miradas. La Fundación i2CAT, por ejemplo, presentó un semáforo que le avisa al celular de los conductores cuánto tiempo queda de luz roja o verde. La empresa española Libelium mostró los últimos sensores de control de emisiones y Philips imaginó que las grandes ciudades del futuro tendrán espacios públicos subterráneos y que la iluminación artificial de los mismos imitará la natural.
Como todo Congreso, también hubo premios. El mayor de ellos, el que elige a la mejor ciudad inteligente de 2016, se lo llevó Nueva York por su iniciativa "NYC Strategy for Building a Smart + Equitable City". El plan se propone extender la conectividad universal y gratuita y lograr el desarrollo de un hub empresarial centrado en tecnologías urbanas, entre otras iniciativas.
¿Y por casa cómo andamos?
Buenos Aires no se quiere quedar atrás en la carrera de las ciudades inteligentes. Por eso, ya se anunció que el próximo año el nuevo Centro de Convenciones será sede del Primer Congreso sobre Smart Cities de Sudamérica. La cita tendrá lugar en septiembre y se llamará como su par catalana, "Smart City Expo". Según se informó desde el gobierno de la Ciudad, la feria trabajará sobre tres temas: la movilidad sustentable, el Big Data enfocado en el turismo y el desarrollo de aplicaciones para distintos fines y servicios. Indudablemente, el concepto de smart city llegó para quedarse.