Los asistentes virtuales tienen nombre propio
¿Quiénes son Siri, Alexa y Cortana? Cada vez escuchamos sus nombres con más frecuencia y, para quienes no están súper empapados de tecnología, la confusión puede acarrear algún malentendido. Los asistentes virtuales llegaron para quedarse y son lo más cercano a aquella idea de un futuro en el que las personas interactuamos naturalmente con las máquinas. Básicamente, consisten en un software instalado en algún dispositivo que ejecuta una orden dada por alguna persona con su voz o bien ofrece un servicio también de modo oral.
Para que los asistentes virtuales pudieran convertirse en la actualidad en una gran herramienta al servicio de las personas, la informática debió primero desarrollar la capacidad de las computadoras de reconocer la voz humana. En ese sentido, el primer hito fue la IBM Shoebox, una computadora lanzada al mercado en 1961 que podía reconocer 16 palabras y los números del 0 al 9. A partir de allí, diferentes proyectos fueron desarrollando sistemas que incrementaran su vocabulario. Así, en 1970 la herramienta Harpy de la Universidad Carnegie Mellon de Estados Unidos alcanzó a reconocer el millar de palabras. El siguiente paso fue el diseño de software que interpretara frases y no solo vocablos individuales.
Pero no fue hasta 2011 cuando los asistentes virtuales empezaron a interactuar realmente con las personas. El responsable fue Apple, quien dotó a su iPhone 4S de Siri, tras adquirir una división del Stanford Research Institute (SRI) que llevaba décadas investigando la tecnología del reconocimiento de voz. En 2014 llegarían Cortana de Microsoft y Alexa de Amazon, en 2016 Google Assistant de Google y en 2017 Bixby de Samsung. De esa manera, todas las grandes compañías digitales ya tienen su robotito personal.
Mirá quien habla
¿Y qué es lo que pueden hacer en la actualidad estos asistentes? Su función principal, como se mencionaba más arriba, es permitir la interacción oral con los dispositivos. Por eso, las acciones específicas que pueden ejecutar tienen que ver justamente con las posibilidades de cada aparato. Así, pueden realizar búsquedas en la web, hacer llamados telefónicos, abrir programas o aplicaciones, configurar alarmas, reproducir música o videos, leer algún material, hacer compras y hasta reemplazar servicios de atención al cliente.
Los asistentes virtuales están también diseñados sobre la base de la inteligencia artificial, por lo que en general pueden ir aprendiendo de nuestros gustos personales para ofrecernos novedades o servicios en función de ellos. Cortana, por ejemplo, toma nota de los lugares que nos interesan, las fuentes de noticias que elegimos o incluso las horas en las que no queremos ser molestados para darnos de forma automática consejos o sugerencias.
Un párrafo especial merece Alexa, el producto de Amazon, porque a diferencia de los otros tiene un formato físico. Alexa “vive” adentro del Amazon Echo, un altavoz cilíndrico que puede ser ubicado en cualquier lugar de la casa y cumplir tareas sin que nadie se acerque ni lo toque. Cada vez que se dice su nombre, se prende y puede ejecutar órdenes como encender o apagar una luz o un artefacto. De todas maneras, los otros asistentes virtuales también van camino a poder convertirse en los “cerebros” de una casa, Internet de la Cosas mediante.
La gran potencialidad de esta tecnología radica en su expansión hacia el hogar, pero también hacia otros tipos de máquinas o aparatos, como por ejemplo los autos. La industria automotriz ya trabaja para que sus computadoras de abordo cuenten con estos asistentes virtuales y las personas puedan de esa manera interactuar directamente con ella y su automóvil.
Además de los asistentes virtuales de los gigantes de la tecnología, también existen otros en forma de aplicaciones que pueden descargarse. Speaktoit, Sherpa y muchos más están disponibles en cualquier store o tienda de apps. Como sucede con otras herramientas, la variedad está al servicio del usuario para que este vea con cual se siente más cómodo.