La era de la revolución
E-book: cambios de hábito e incidencias en el mercado editorial
A treinta y cinco siglos de su aparición y después de haber sobrevivido a cuatro cambios de soporte –primero fueron las tablillas, después los rollos de papiro, el códice y el finalmente, con la aparición de la imprenta y durante quinientos años, el tradicional formato el papel-, el libro enfrenta una nueva mutación, con la auténtica revolución que ha significado el nacimiento del formato electrónico. Las noticias relacionadas que llegan desde el mundo editorial, en este sentido, apuntan a un cambio global del modelo de negocio.
El E-book, que ha llegado para quedarse, modifica los hábitos de lectura e imprime cambios definitivos al rubro: tanto las grandes cadenas libreras, como las pequeñas y medianas empresas, los agentes y autores corren detrás de los avances tecnológicos intentando aggiornarse y adaptarse velozmente a los cambios.
Lo que hace unos años, y como consecuencia de la digitalización, pudo haber parecido como un simple avance tecnológico, en estos últimos ha demostrado ser parte de una transformación estructural, que obliga a las partes involucradas a modificar sus rutinas de producción, venta y difusión, y a tejer alianzas estratégicas, para no quedar rezagadas o desaparecer, como ya les ha ocurrido a grandes firmas. Vale como ejemplo el caso de la cadena estadounidense Borders, que solicitó la protección por quiebra y anunció que cerraría casi un tercio de sus librerías después de soportar las decrecientes cifras de ventas de libros en papel.
Las posibilidades de supervivencia, está claro, dependen en gran medida de que las empresas del rubro puedan volcarse con celeridad y eficacia a la comercialización del libro electrónico y aliarse -entre ellas y con la nueva tecnología- en un escenario que se ha vuelto y se volverá cada vez más competitivo.
Hay, además, nuevos jugadores involucrados: compañías como Amazon, Google y Apple –cada una con sus respectivas características, servicios y/o dispositivos de lectura- intermedian la relación entre las viejas editoriales y los lectores, operando como librerías virtuales y vendiendo por catálogo miles de títulos diarios, un nuevo mapa de situación que parece beneficiar, por sobre todos, al lector.
Para el consumidor de libros, la revolución digital redunda, además de en mayores posibilidades de acceso a los títulos, en una mayor funcionalidad y comodidad –la que provee el hecho de poder leer en un dispositivo portable- y en la posibilidad de comprar a un precio menor (en muchos casos los libros digitales cuestan menos que sus hermanos impresos, debido a la eliminación de intermediarios y al ahorro de los costos de impresión). Incluso, puede seguir comprando libros en papel a través de las librerías online (por eso se habla de un mercado dual).
En este marco, la comodidad, es según un estudio de mercadotecnia editorial, la principal razón por la que se privilegia el libro digital. El 25% de los adultos que compran libros electrónicos manifiesta que lo hace porque son "más fáciles de transportar" que los de papel. Otro 23% da como razón que ocupan menos espacio y son más baratos que los tradicionales. Una de cada cinco personas considera muy positivo el poder bajarlos gratis primero o leer un capítulo antes de comprar.
Se trata, en definitiva, de una reconversión compleja, que irá encontrando su rumbo a medida que las partes involucradas puedan ir acomodando sus necesidades y potencialidades.
Fernando Estéves, Director General de Ediciones Internacionales del grupo Santillana, declaró el mes pasado, en el marco de una producción especial del suplemento Babelia del diario español El País: “El cambio de modelo tiene varias dimensiones: tecnología, relación autor-agente-editor, marco legal y piratería, nuevos modelos de negocios, formación de los editores, Internet y redes sociales como herramientas de difusión, ingreso de nuevos jugadores (Amazon, Apple, Google), desarrollo de versiones enriquecidas. En todos estos aspectos, los editores debemos invertir tiempo y dinero (…) Una de las funciones fundamentales del distribuidor será adaptarse, en colaboración con las librerías, a las nuevas formas de venta que supone la presencia en la Red tanto en el formato impreso como en el digital”.
Todavía queda mucho por resolver en el terreno de los derechos de autor, lo que hace que para muchos escritores habituados a las formas tradicionales éste sea, todavía, un escenario confuso, que, sumado al fantasma de la piratería -es claro que es más fácil traficar los materiales digitalizados- hace aparecer las transformaciones como parte de una realidad equívoca y fatigosa. Cada país deberá diseñar un nuevo marco legal que garantice, en el marco de la convivencia armoniosa de los distintos formatos, el respeto por la propiedad intelectual.
Hay algo que no se discute, a esta altura: el libro digital irá ganando espacio –ya lo está haciendo- frente al libro de papel, aunque en un principio los dos formatos puedan convivir.
Las cifras son contundentes: la venta de e-books ha aumentado exponencialmente en los últimos años. Estados Unidos, país que lidera el mercado, paso de tener un 3,9% de libros electrónicos en enero de 2010 a un 12,7% de los títulos en enero pasado, según la Asociación de Editores Estadounidenses (Usaap, por sus siglas en inglés). En febrero de este año las ventas de libros electrónicos superaron por primera vez a las de ejemplares de papel con pasta blanda y dura. El aumento también fue notable en el Reino Unido, donde en la primera mitad de 2010 prácticamente no se habían comprado libros digitales.
La sorpresa llegó con las cifras de enero de 2011, cuando su comercialización pasó a representar el 3,3% del total de los títulos vendidos. Durante el verano se llegaron a comercializar hasta en un 50% en formato digital.
Las proyecciones para el 2015 apuntan a una cuota de mercado de los libros electrónicos del 22,5% en Estados Unidos; muy por detrás se situarían los países europeos mencionados, con Reino Unido a la cabeza (14,2%), seguido por Alemania (6,3%) y Holanda (4,4%).
Los números revelan la cara visible de un cambio profundo en el panorama editorial actual. El crecimiento del libro digital redunda, además, en una menor existencia de librerías físicas y más librerías virtuales, y también les da a los autores la posibilidad de autogestionarse, editando su propio material.
Como en la vieja metáfora del iceberg, apenas se vislumbra la punta del fenómeno, una revolución cuyas dimensiones y consecuencias todavía resulta difícil dimensionar. Los próximos 10 años cambiarán por completo el escenario editorial.