Grupos de mamás en WhatsApp: lo que sí y lo que no

Tecnología

 “Un mal necesario”: así es como muchas madres definen al chat escolar. ¿Cómo hacer para que esta simple herramienta no termine transformándose en pesadilla?

La tecnología contribuye a sumar canales de comunicación y en ese recorrido abre la puerta a nuevas culturas, nuevos lenguajes y nuevas formas colaborativas en la construcción de conocimiento. De hecho casi no hay dimensión de nuestra vida que no esté atravesada por la innovación tecnológica y las posibilidades de usar y compartir a toda hora un caudal de información impresionante. El trabajo, el ocio, el amor, el arte, la cocina, la política y el deporte no están exentos del fenómeno. Tampoco las comunidades de padres de las instituciones educativas.

Pero con los grupos de madres del colegio que se arman en Whatsapp pasa algo curioso: formados en su gran mayoría por mujeres (de ahí el conocido mote de “grupos de mamis”) suelen ser empleados de forma intensiva por sus integrantes, aunque tratados con sorna y hasta cierto desprecio hacia afuera de los círculos escolares. Es así que todas los tienen, todas los usan, pero todas los critican. Y hasta existe una desopilante canción del grupo musical Los Raviolis (https://www.youtube.com/watch?v=WU3BtlKFKQ4) que los parodia a través de una historia que arranca con una campera perdida y termina agregando al grupito a un ministro, tres diputados, un senador, Obama, Trump y Gorbachov para ver si la prenda finalmente aparece. 

“Nos llama la atención que, en paralelo a la gran difusión de este tipo de grupos de Whatsapp, la prensa ha ido haciéndose eco de una serie de opiniones negativas respecto a ellos, incidiendo en aspectos como que se utilizan para desacreditar al profesorado, que generan conflictos, o que a través de ellos los progenitores asumen responsabilidades que deben ser del alumnado, perjudicándolos en su desarrollo escolar”, señalan las españolas Rocío Diez Ros y Bárbara Aguilar Hernández en Los grupos de WhatsApp escolares: una oportunidad para mejorar la comunicación familia-escuela, un trabajo de la Universidad de Alicante que contrapuso esta mirada a la percepción positiva que las familias participantes del estudio mostraron hacia la aplicación, “con la opinión general de que les permite apoyar y acompañar la vida escolar de sus hijos e hijas de manera activa”. 

Tal vez no se trate entonces de condenar a la herramienta en sí, sino solo a cierto uso que en ocasiones se hace de ella. Y como para erradicar vicios y promover las buenas costumbres sigue a continuación una serie de sugerencias de comportamiento: una pequeña Guía de Uso Responsable de los Grupos de Mamis del Whatsapp.

Los no

Jamás usar el grupo para esparcir chismes, descalificar, ridiculizar o mantener peleas. Cualquier desacuerdo debería quedar exclusivamente ceñido a los involucrados, ya que la discrepancia podría contaminar el espíritu del grupo (amén de que ser testigo de estas cosas resulta por demás incómodo).

Nunca criticar por esa vía a la escuela o a los docentes. Si la desconfianza hacia los directivos y maestros se siembra en los padres, ¿cómo será posible entonces que la escuela construya autoridad ante los chicos y trabaje en buenos términos con ellos? Por eso, ante cualquier inconveniente, siempre será mejor mantener una conversación en privado.

Transformarse en la agenda del chico. “He visto frases como ‘si no fuera por mí,  mi hijo no haría nada’ o ‘qué suerte, chicas, que estamos nosotras’. Y es difícil esa posición materna, porque resulta aplastante para ese chico al que solo le queda la posición de no hacer nada”, explica la psicóloga y psicoanalista infantil Paula Benítez, a su vez madre de dos hijas en edad escolar. Según la especialista, si los padres están tan metidos en el mundo de sus hijos no solo les hacen perder autonomía, sino que además clausuran la autoridad de una institución en la que se supone confían.

Escribir por escribir. Por figurar, por estar o porque no hay otra cosa que hacer. “Después de una semana de usarlo mi entusiasmo con el grupo comenzó a bajar. Empezaron los mensajes a altas horas de la noche con preguntas como por ejemplo: ‘Hola mamis, ¿cómo están todas?’”, relata Sabina en el blog uruguayo MaMilManeras. “La primera vez que llegó una pregunta de ese tipo pensé que luego vendría algo de información en relación al día siguiente en la escuela, ya que si no, ¿por qué se atrevería a hablar sin tener nada que decir pasadas las 12 de la noche? Pero no, no fue así. A esa pregunta le siguieron 8 o 10 respuestas de otras madres que también tendrían ganas de charlar. Decidí ignorar los mensajes y me fui a dormir, pero a la mañana tenía más de 300 mensajes sin leer y ninguno de ellos relacionado con nada de la escuela. Solo madres charlando”, concluye. La recomendación a esta altura parece ser clara: se trata de escribir solo si se aporta algo, quedando excluidos de los aportes los “yo no” cuando se consulta, por ejemplo, si alguien se llevó un buzo que no es suyo (se sobreentiende que quien no responde no lo tiene).

Los sí

Atenerse a las cuestiones escolares. Y reservar las fotos de los chicos, los comentarios sobre cine, las recetas, el pronóstico, las conmemoraciones y la venta de cosméticos para otros ámbitos y otros encuentros personales. Claudia tiene tres hijos escolarizados, por lo tanto tres grupos. Y asegura que se trata a todas luces de un instrumento útil. “Hay madres que no ‘hacen puerta’, y otras que sí pero tal vez no ven a nadie, y entonces el whatsapp está ahí para avisar de los cumpleaños, pedir una mano o compartir algún material que se pidió del colegio. Lo que pasa es que suena todo el día, con frases desde ‘qué calor’ hasta si tienen que llevar medias blancas o verdes”, cuenta, aunque así y todo no tiene a los grupos silenciados. “Cada tanto me voy fijando. A mí me gusta involucrarme, más que nada si hay que organizar algo. Después de todo uno lo hace por los chicos”.

Hacer un uso racional de los emoticones. No están prohibidos los emoticones, de hecho ayudan a agregar un componente gestual a una comunicación que por momentos puede parecer algo fría. Pero la saturación de estos simbolitos no solo dificulta comprender de qué va la conversación sino que –una vez más- vuelve vana la herramienta.

Mandar mensajes privados cuando la ocasión lo amerite. Julieta Otero (aka Roxy de la serie “Según Roxi”) invita a conseguirse un chat privado para resolver cualquier cuestión personal. “Se encuentran terminantemente prohibidas las conversaciones bilaterales o de subgrupos en un chat colectivo, ya lo sean desde su inicio o se tornen luego de un comienzo grupal. En cuanto se empieza a hablar del pasaje de bombachas de Flavia y Emma o el paseo que harán Mateo y Franco, se pasa a la ventanita de al lado y se deja a las otras mamis que están cocinando, trabajando o rascándose en paz”, asevera la guionista y actriz en su Manual de uso de los grupos de whatsapp de mamis (http://www.segunroxi.tv/blog/manual-de-uso-de-los-grupos-de-whatsapp-de-mamis/).

Aceptar que en el marco de un grupo no todo sucede exactamente como a uno le gustaría. Para participar de un grupo de mamis -y de casi cualquier colectivo- hay que tener cierta dosis de empatía, esto es: aportar un poco, ceder un poco e intentar, dentro de lo posible, que las cosas sigan su curso. Al fin y al cabo y más allá de cualquier cuerpo normativo los grupos tienden a autorregularse en tanto vamos lentamente y a los tumbos aprendiendo a comportarnos en el mundo digital.