Contraseñas, cerca del fin
La dificultad de recordar o almacenar cada vez más contraseñas y las graves falencias que reveló el actual sistema en términos de inseguridad informática, impulsa a reformular el método de control de acceso a la información en la red. Las grandes compañías trabajan en la creación de nuevas aplicaciones y dispositivos. Se vienen los sensores biométricos que reconocen características corporales que se utilizan para habilitar el acceso del usuario. Se reformula el método de control de acceso a la información en la red.
Las contraseñas fueron el método de identificación elegido en los albores de la informática, cuando la inseguridad en la red –robo y manipulación de claves de acceso- era todavía un problema insospechado. Pero en los últimos meses fueron hackeadas las contraseñas en diversos portales famosos y hoy se sabe que las que contienen menos de 55 caracteres son descifradas con relativa facilidad. El estudio "Predicciones 2013: Tecnología, Medios y Telecomunicaciones" de la consultora Deloitte predijo que en el 2013 más del 90% de contraseñas, incluso aquellas consideradas fuertes serán vulnerables a ataques cibernéticos. Es un hecho que los riesgos potenciales que se han multiplicado en el presente tecnológico, presidido por el ímpetu de los ‘smartphones’ y las conexiones móviles, en un escenario en el que los servicios de banca, comercio y administración ‘online’ crecen rápidamente.
Además, el hecho de tener que recordar o almacenar las numerosas claves que cada usuario va utilizando –mail, Facebook, sitios webs, sistemas de home banking, uso de una aplicación desde una tableta o teléfono móvil- puede resultar sumamente incómodo o frustrante. Es por eso que los investigadores y técnicos informáticos de algunas de las mayores compañías del mundo se proponen crear alternativas más prácticas y seguras que puedan utilizarse en el corto y mediano plazo alrededor del mundo.
La cada vez mayor multiplicidad de dispositivos electrónicos -desde la proliferación de las computadoras personales hasta los teléfonos móviles y tabletas- exige soluciones rápidas y efectivas. Una de las más novedosas es la que tiene al mismo cuerpo del usuario como contraseña: los sensores biométricos de los dispositivos electrónicos reconocen variables físicas del usuario y de ese modo habilitan su ingreso al sistema. En aproximadamente dos años, la biometría podría estar incorporada como método.
Apple, por ejemplo, ya presentó en su última línea de teléfonos inteligentes, el sistema Touch ID, que utiliza la lectura de las huellas dactilares como recurso de acceso al sistema del iPhone 5S (aunque posteriormente un colectivo hacker demostró en un video cómo lograba sortear las medidas de seguridad del lector, y el método está siendo revisado). Aunque los sistemas actuales todavía deberán ser mejorados, es un hecho, sin embargo, que los sistemas biométricos de autenticación serán cada vez más utilizados.
La próxima actualización de Windows -la versión 8.1- ya contempla también esta metodología de ingreso. Google, por su parte, también presentó una alternativa de acceso: el sistema Face Unlock, basado en la cámara frontal de un teléfono móvil con Android -y también dispone de un dispositivo llamado Token, que ofrece el acceso a un sistema mediante su conexión USB o de forma inalámbrica vía NFC-. Mientras que Motorola presentó este año prototipos que buscan reemplazar a las claves alfanuméricas con el cuerpo, mediante tatuajes electrónicos que se adhieren a la piel.
Especialistas de la Universidad de Berkeley, entre tanto, analizan utilizar el patrón de las ondas cerebrales, que permitirán ser utilizadas como contraseñas. Puede parecer ciencia ficción, pero es una realidad que en un futuro no tan lejano se podría entrar a Facebook o a la cuenta de correo electrónico mediante el patrón de ondas cerebrales del usuario).
El dato biométrico por excelencia, y cuya tecnología está más popularizada ya es, sin embargo, la huella digital. Le siguen el reconocimiento facial u ocular (mediante la lectura del iris), y el reconocimiento de los latidos y la voz