Beatles somos todos

Tecnología

Desde este año, es posible bajar, postear y reproducir temas de los Beatles de manera gratuita.

Para los fanáticos de Los Beatles atrás quedaron los días aciagos en que podía caer una carta documento con una demanda de la C.A.P.I.F (Cámara Argentina de Productores de Fonogrmas y Videogramas), por una cifra millonaria. Bajarse música puede ser una actividad delictiva porque daña el derecho de autor: para muchas empresas, como EMI o Sony o la Warner, el pirata de la música es un delincuente que lejos de parecerse a un ladrón de gallinas, es considerado prácticamente un asesino de masas. Casos conocidísimos de demandas y juicios hacen a los musicófilos temblar: en 2007, a Joel Tenembaum, un estudiante de la Universidad de Boston, la Corte le obligó a pagar 675.000 dólares de multa, por bajarse 31 canciones protegidas. En aquella ocasión, algunos medios, como Gizmodo, mostraron su insatisfacción con respecto a la demanda y juicio a Tenembaum, titulando que una empresa triunfó en arruinarle la vida a una persona.

En Argentina, uno de los primeros juicios a supuestos piratas, fue contra Rodolfo Cámara, por 800 canciones bajadas en su laptop. La cifra pedida por daños y perjuicios se estima no sólo por el hecho de bajarse música protegida, sino por haberla compartido con otros usuarios. De esa proyección nace la factura que a Rodolfo Cámara le costó en noviembre del 2007, sus salados cinco mil pesos. Aunque en seis años muchas cosas cambiaron, lo cierto es que las empresas siguen acechando sitios de descarga gratis y condenando a los responsables de Mega Up Load o Cuevana, por ejemplo. Las críticas de ambas partes son muy duras: para muchos Internet es la ilusión de la construcción de un mundo sin fronteras para el saber y la información y accesible a todos, y para otros es un gran negocio.

Seguramente, si uno mira a su alrededor verá que está rodeado de personas que se bajan canciones o películas de vez en cuando, situación que no se les escapa a las empresas. Por eso, a veces, ocurre una especie de balsámica tregua. Tal el primer sencillo de Los Beatles, Love me do, de dos minutos y diecinueve segundos, publicado en 1962, ya entró en el dominio público. El periodista Eduardo Fabregat publicó una nota en Página 12 en enero pasado en la que comenta que “Esta canción de la dupla Lennon/ McCartney no causó el alboroto que From me to you ni desató la transatlántica reacción estadounidense como I want to hold your hand, pero marcó el inicio de su carrera fonográfica y asentó una jurisprudencia rockera: la composición y publicación de material propio”. De acuerdo con la legislación europea, esta canción y su lado B, P. S. I love you, entraron al dominio público, pues ya terminó el año cincuenta desde la aparición de su primera grabación, aunque Paul y los herederos de John no perdieron los derechos de autor.

La explicación es la siguiente: en la Unión Europea los derechos de autor expiran pasados setenta años desde la muerte del autor, los fonográficos –es decir, los relativos a la reproducción del material, que ostentan por lo general los sellos discográficos– se extienden sólo por cincuenta a partir de la primera aparición de una grabación registrada. Por eso, desde el 1º de enero de este año, es posible reproducir públicamente, replicar y hasta vender copias de estas canciones en cualquier formato y sin pagar por ello a ninguna compañía. Pero no todo es gratis: “la interpretación de los temas en espectáculos pagos, el remix o la realización de versiones o covers aún requiere de un permiso o un pago, pues en esos casos entra en juego el derecho autoral de Los Beatles”, según explicó a Página/12 Beatriz Busaniche, experta en comunicación y nuevas tecnologías, así como en materia de leyes, de la fundación Vía Libre.

Dos empresas, ni lerdas ni perezosas, ya hicieron uso de Love me do: Digital Remasterings la incluyó en un compilado de grabaciones tempranas de Los Beatles, y Pristine Classical inició una remasterización de la obra. Según Fabregat; “esto último permanece como una intervención ilegal sobre la canción, ya que pasa sobre los derechos de los autores, pero la compañía explicó que lo hizo así para ‘reclamar por la extensión de derechos fonográficos”.

Derechos vencidos es un concepto que pone los pelos de punta a más de una empresa. Mientras que en Uruguay, los derechos vencen a los 50 años del fallecimiento del autor, en Argentina es a los 70 años. Esto se debe a la presión que hizo la Disney, cuando vencían los derechos sobre el Ratón Mickey. Gran parte del repertorio del tango es de dominio público, y el pater familias de este ritmo musical, Carlos Gardel, hace ya un lustro que está libre para los oídos de todos. En literatura, este año quedan libres los derechos de Roberto Arlt, para felicidad de los teatristas a quienes tan costosos les resultaban los derechos de sus obras para ser montadas en el escenario.

En Estados Unidos, otra empresa hizo lo suyo para fundar nuevos derechos fonográficos antes que se venza el plazo de 50 años. En este caso, con canciones de Bob Dylan de 1962 y 1963: Sony Music publicó una recopilación de 86 inéditos en solo cien copias y en unas pocas ciudades de Europa. El título de esta obra es elocuente y bastante insolente: The 50th Anniversary Collection. The Copyright Extension Collection Vol.1.