Viandas
En la India, por apenas unas monedas, una persona puede viajar —en tren, micro o bicicleta— tres horas de ida y otras tantas de vuelta para hacer llegar en tiempo, forma y temperatura adecuada las complejas viandas de la comida de ese país en sus contenedores metálicos apilables. Aunque lejos de esa costumbre ancestral, por estos pagos, el hábito de la vianda para el almuerzo en el trabajo o la comida en la casa está cada vez más extendido.
Al principio fueron las que aseguraban cumplir las dietas para adelgazar o mantener el peso, luego las que garantizaban los cuidados por restricciones alimentarias (enfermedad celíaca, intolerancia a la lactosa y a otros productos, diabetes, hipertensión, colesterol), más tarde las que prometían comidas saludables (vegetarianas, veganas, orgánicas), y últimamente las que buscan satisfacer los deseos gourmet con preparaciones más y más sofisticadas, además de las infantiles, con platos sencillos y sanos, no del tipo “fast food”.
Así, la hora del almuerzo en algunas empresas es como una Babel de menús, que pueden ir de una sencilla Ensalada a una “Hamburguesa” de porotos aduki, de un Risotto con champiñones a un Salmón en papillote, de una Tarta de calabaza a un suculento Pastel de papas…
Esto para quienes no tienen tiempo o ganas de cocinar y disponen de un buen presupuesto para destinar a estos menesteres (aunque los precios varían bastante, hoy el promedio por vianda se ubica alrededor de los $70), tanto en casa como fuera de ella. Las viandas, tanto de grandes empresa de catering como de pequeños emprendimientos hogareños, se suelen entregar semanalmente, ya freezadas o para freezar, de tal modo que solo hay que recordar descongelarlas la noche anterior y luego, en caso de ser necesario, calentarlas en el microondas. También se ofrecen, en particular entre quienes siguen dietas estrictas, las cuatro comidas diarias, por lo general con entrega también diaria.
Pero existen otras variantes de la vianda, y es la que se puede preparar en casa, sea con “lo que quedó” de la cena —o lo que deliberadamente se preparó de más para que eso suceda— o la que se cocina ad hoc la noche anterior o a la mañana temprano. Esto va tanto para quienes quieren comer “mejor” sin gastar dinero extra a la hora del almuerzo en horario laboral, o, especialmente, para los chicos que van a la escuela en jornada completa y comen allí cada mediodía. En cualquier caso, acá van algunas ideas:
Milanesas: de carne vacuna, cerdo, pollo, pescado o vegetales (berenjena, zucchini, calabaza), fritas o al horno, tienen la ventaja de que pueden consumirse prácticamente a cualquier temperatura y, acompañadas por una pequeña guarnición, son un menú completo y atractivo para chicos y grandes.
Papas: como guarnición (puré, al horno, hervidas) o como plato principal (pastel de papas, tortilla).
Tartas y empanadas: un clásico de las viandas, son sencillas de preparar y se puede variar el relleno (vegetales, jamón y queso, pollo, atún, etc.).
Ensaladas: otra vianda tradicional, especialmente en verano. Las combinaciones son prácticamente infinitas, dependen de la imaginación de quien las prepare. El aderezo hay que llevarlo aparte y agregarlo en el momento, o bien tener a mano en el lugar donde se la consuma de, al menos, sal y aceite.
Pastas: aunque no siempre resultan apetecibles cuando se las calienta, si se preparan especialmente lo ideal es cocinarlas menos tiempo del indicado, para terminar de hacerlo en el microondas. También se pueden consumir en ensalada, con el agregado de atún, aceitunas, tomates, arvejas, choclo, etc.
Pollo: otro comodín, que puede consumirse a distintas temperaturas, aunque puede ser algo engorroso si no está deshuesado.
Carnes: muchos cortes pueden consumirse calientes o fríos, al plato o en sándwich.
Sándwiches: la solución más sencilla, solo para salir del apuro.
Arroces: no son muy indicados para volver a calentar, sí en cambio son ideales para combinar con otros ingredientes para hacer una ensalada (palta, atún, tomates, legumbres, etc.).
Oscar Finkelstein