Pastelería con acento francés
El desembarco de los últimos años en nuestro país, particularmente en Buenos Aires, de panaderos y pasteleros franceses, más los que ya lo habían hecho con anterioridad pero en menor medida, generó una nueva tendencia que ayuda a confirmar aquella idea, o mito, de que la ciudad de los porteños es la París de Sudamérica.
Hoy no es tan improbable tropezarse con alguna boulangerie o patisserie, especialmente en barrios como Palermo, Colegiales o Caballito. Así, a la oferta tradicional de facturas, cremonas o pastafrolas al uso nostro, más los muffins, cupcakes y donuts importados previamente de la gastronomía norteamericana y, antes, las especialidades de la repostería centroeuropea, se le suma ahora el toque de distinción de los artesanos franceses y sus productos conocidos y saboreados en buena parte del mundo.
Entre las especialidades que hoy pueden degustarse en la Argentina están las internacionales croissants, medialunas hojaldradas muy diferentes a las clásicas nacionales y que no siempre son del gusto local; pain au chocolat, una suerte de croissant rellena de chocolate en barra que se derrite en el horno; pain aux raisins, similar a la anterior pero con pasas de uva; macarons, delicadísimos y multicolores alfajorcitos de masa de merengue con diferentes rellenos de mermeladas: tarte tatin, una tarta de manzanas invertida, con la fruta caramelizada; pan brioche, factura o pancito súper liviano, que se come solo o relleno; croissant con almendras, con relleno de crema de almendras y almendras fileteadas por encima; chaussons au pommes, factura de hojaldre con relleno de compota de manzanas; sablés, unas galletitas de manteca y azúcar que se deshacen en la boca, más una variedad de panes que hace difícil la elección: dinkel, mitronette, pan de cerveza, etc. Y, por supuesto, las más que tradicionales y globales baguettes.