Comer afuera con los chicos
Quizá no se trate de un placer y muchas veces sea exactamente lo contrario. El asunto es que, salvo honrosas y escasas excepciones, el gusto por los sabores sutiles, por el disfrute bocado a bocado y por la buena sobremesa es fruto de un largo aprendizaje. ¿Por qué exigirles a los más chicos lo que muchos adultos nunca lograron?
Comer fuera de casa es el desafío mayor en la materia porque a menudo los niños lo ven como territorio enemigo, un lugar donde todo demanda mucho más tiempo del que están dispuestos a conceder para el simple trámite de comer, sin contar con el hecho de que —tendencias mediante— ya no resulta necesariamente sencillo el acceso a una Milanesa con papas fritas o a unos Ravioles con estofado y menos aun en esas circunstancias a una Hamburguesa completa o un Choripan.
Así las cosas, comer afuera en familia muchas veces provoca situaciones enojosas perfectamente evitables. Un modo inteligente de evitarlas es elegir el lugar para el almuerzo o la cena con un criterio pragmático, incluso más allá del tipo de cocina que elegirían los adultos.
En los últimos tiempos, no son pocos los restaurantes que ofrecen alternativas para que los chicos tengan su espacio propio para el juego mientras los adultos comen tranquilamente y disfrutan de la sobremesa. Además de menúes infantiles de rápida resolución (comidas sencillas, mayormente pastas o minutas), hay peloteros, juegos de distinta índole —incluso consolas de videogames—, animadores, TV con programación infantil y otros atractivos para que la comida no se convierta en una tortura… para nadie.
Piuke (Zelarrayán 5510 -CABA, 4602-5747. Todos los días, mediodía y noche. Gasto promedio: $200)
Ubicado lejos de todo polo gastronómico es, sin embargo, un renombrado y amplio local con cocina a la vista de lo que ellos mismos denominan cocina italopatagónica, con platos como Cazuela de cordero; Pernil de cordero relleno de panceta crocante, piñoñes, tomates y ciruelas secas; Risotto de mariscos acompañado de verduras de estación y montado en queso parmesano; Bruschetta de pavita y vinagreta de pavo con vegetales de estación perfumados en vermut. A la hora de los postres, Budín de cerezas y chocolate blanco acompañado de helado de americana y frutos rojos. Para los chicos ofrece variedad de juegos y videojuegos y los viernes y sábados por la noche y domingos al mediodía, docentes que organizan diferentes actividades recreativas.
Ramsay (Echeverría 802-CABA, 4786-4409. Todos los días, todo el día. Gasto promedio en almuerzo y cena: $130)
En el barrio al que hoy se conoce como Belgrano Chico, ofrece variedad de cocina porteña clásica, pizzas, pastas, carnes y minutas, con atención eficiente y precios accesibles. Más allá de la comida y de los postres, un sello distintivo del lugar, se destaca por su amplio sector de juegos, que entretiene a los más chicos y evita asperezas entre los más grandes y los más pequeños.
Solera del Parque (Cuenca 2756-CABA, 4501-1352. Todos los días, todo el día. Gasto promedio en almuerzo y cena: $150)
Especialistas en el arte de la pizza, también proponen un menú de pastas y minutas en general. Además, al estar abierto durante todo el día, ofrecen cafetería, pastelería y sandwichería variada. También riquísimos panqueques, desde el clásico de dulce de leche hasta el poderoso Solera. Los más chicos tienen un sector exclusivo, con personal para su entretenimiento y cuidado, y un menú infantil.