Antigourmet



Gourmet

“El Antigourmet comenzó, como no podía ser de otra manera, en una charla de sobremesa en un bodegón. Uno de los integrantes contó una de las típicas malas experiencias en un lugar de los denominados “gourmet”, se cansó de clavarse comiendo aire, explicó el proyecto y a los pocos días empezamos a hacerlo realidad. La idea se venía gestando desde hace unos 4 años, pero creemos que salió en el momento adecuado. Evidentemente, se estaba necesitando algo así”. La respuesta, consensuada, pertenece a Matías Pierrad, Maxi Dilluvio, Facundo Vozzi, Juan Pablo García Pratto, Martín Pait y Román Battiato (de izquierda a la derecha en la imagen del logo que los caricaturiza), seis amigos que decidieron institucionalizar sus cenas de los miércoles en un grupo que hoy tiene su sitio Web (www.antigourmet.com.ar), su página de Facebook (Antigourmet) y su cuenta de Twitter (@antigourmeteros), donde en pocos meses cosecharon miles de seguidores, y su programa de radio, los viernes de 20 a 22 por www.radiocolmena.com.ar.

¿Antigourmet se formó solo por el placer de comer platos tradicionales en abundancia o fue una respuesta a otros grupos que giran en torno a un consumo gastronómico más sofisticado o snob?
Ninguna de las dos. La idea fue, es y será: encontrar y recomendar lugares cuya cocina sea honesta. Una milanga a caballo es una milanga a caballo. No necesita tres adjetivos fabulosos para hacerla más atractiva (y más cara). Todo el mundo entiende lo que significa y todos sabemos distinguir si está rica o no. Punto. Buscamos valores adicionales como: abundancia, simpleza y calidad. Lugares que generen sentido de pertenencia al comensal, que mantengan el ambiente familiar, que te traten como una persona (y no como un número de mesa), con mozos que se transforman en amigos y que recomiendan buenos platos. Y, por sobre todas las cosas, buscamos una historia que contar. Este último punto es fundamental; sin historias seríamos simplemente un listado de lugares.

¿Los antigourmet también disfrutan, aunque sea ocasionalmente, de la cocina étnica, de autor, de vanguardia? ¿O mantienen su fidelidad a la comida de bodegón en toda su amplia gama?
El equipo está dividido. Somos seis y tenemos diferentes opiniones en un montón de temas. La comida gourmet no escapa a esa situación. Básicamente hay dos ramas bien diferenciadas. Aquellos que tienen una postura más moderada respecto a la amplitud gastronómica, y por otro lado la línea más extremista donde pisar un restaurante de Puerto Madero es sinónimo de sacrilegio. En la radio tenemos una sección llamada “Confieso que he pecado”, donde recibimos las confesiones de personas que fueron a un lugar gourmet y nos cuentan sus experiencias, a veces arrepentidos y con ganas de volver al antigourmetismo.

¿Cuál es el perfil de los miembros del grupo?
Indescriptible. Hay de todo y para todos los gustos. Un analista de sistemas que juega bien al básquet, dos abogados, uno que hace yoga y el otro que hace relaciones públicas, un conductor de radio que es catador de baños, un publicista que escribe reseñas y un tipo que sabe mucho de petróleo y cervezas. Saquen sus propias conclusiones.

¿Visitan otros blogs, otras páginas de cocina? ¿Cuáles?
Sí, varias. Siempre tratando de esquivar lo gourmet. Por ejemplo, nos gusta mucho el trabajo increíble que hace Café Contado y la buena onda de Paulina Cocina. Lo que más nos gusta del proyecto es que en estos primeros meses de vida armamos una muy linda red de personas que comparten nuestros gustos, nos apoyan y crece todos los días.

¿Consideran que hay algún grupo, blog o página en otros lugares que tengan explícitamente una posición antigourmet?
No hay, ni habrá. Rotundamente no. De hecho, nos causa mucha gracia cuando en algunos sitios que siempre dan noticias del mundo gourmet (y cobran por ello) se hacen los alternativos con titulares como “7 lugares donde comer milanesas” y te mandan a "lugares cool". No, señores, no vamos a pagar $280 una milanga por más que le pongan: “Fino corte de ternera sumergido en salsa atomatada con papas al bandoneón de Troilo”.

La cocina en televisión está muy en boga, especialmente con realities, pero pareciera que después de Utilísima ya nadie enseña a hacer un buen pastel de papa. ¿Creen que hace falta en la TV más comida casera o de bodegón que platos sofisticados, caros y de otras culturas?
Los realities son una payasada, declaramos públicamente ser anti-realities. Programas de cocina hay muy buenos, y hacen comidas argentinas, simples y honestas. Quizás haga falta que el puchero tenga un lugar más visible en los medios. Por ejemplo, Cocineros argentinos hace comidas totalmente antigourmet y típicas de muchas regiones.

Seguramente el modelo de cocina de los Antigourmet se acerca más al de Doña Petrona que al de Dolli Irigoyen, por ejemplo. Si es así, ¿cuál sería ese modelo hoy, o cerca de quién estaría?
El modelo Antigourmet está más cerca de la cocina de nuestras abuelas. Comida simple y preparada con amor. Creemos que sería bueno simplificar algunas cosas para rescatar esos valores que el negocio ha ido dejando de lado.

¿Qué opinan de las guías online de restaurantes? ¿Las consultan, les parecen útiles los comentarios, creen que están actualizadas?
Creemos que estos sitios online muchas veces cumplen su función de "guías" o "agendas": nombre, dirección, teléfono, horario, alguna foto y platos recomendados. Pero nos pasa que vemos muchos comentarios mal intencionados y que afectan la decisión de ir a comer a ese lugar. Nosotros optamos por no leer nada antes de ir. Si un seguidor nos dice “tienen que ir a tal lado”… allá vamos. Lo probamos primero y después escribimos sobre lo vivido (tanto lo bueno como lo malo).

¿Cuál es el método que utilizan para su guía de bodegones y cómo es el sistema de calificación?
En un principio pensamos en patentar un software de relevamiento de establecimientos gastronómicos y comprar un drone para sacar fotos aéreas de los platos. Pero después decidimos comprar seis libretas de almacenero, donde cada uno anota los comentarios de cada plato, información de los mozos, datos del lugar y de la familia que lo atiende. Le ponemos un puntaje individual a cada plato y sacamos un promedio que es el que aparece en nuestras reseñas. Toda una ciencia.

¿Consideran que es caro comer afuera o que solo hay que saber elegir dónde y qué comer?
Por supuesto, siempre es más caro salir a comer que cocinarse unos fideos blancos, pero ese no es el punto. Caro o barato va a depender de cada lugar y de cada persona. El problema es cuando el precio no se condice con el servicio y la calidad de la comida. En nuestro caso, siempre pedimos una barbaridad de comida y nos suele salir bastante más caro que el promedio. Pero los precios de referencia de nuestra Web lo hacemos en base a un menú para gente normal. Además, nuestras calificaciones no se basan en dinero, sino en momentos. Por ejemplo: Me gané el Quini; Vamos a comer afuera, vieja; Fin de mes; Rata total; Te invito a mi cumple, y el sutil Rompedero de ocotes (si vas a comer a alguno de estos últimos, no nos digas que no te avisamos).

¿Les interesa el vino o, como era hasta hace unos años, solo lo consideran un accesorio de una buena comilona?
La buena comida siempre hay que regarla con algo. Puede ser vino, cerveza o Hesperidina con vodka y tónica. Su presencia siempre es vital, pero no nos detenemos mucho en reseñar las bondades de las bebidas. Además, muchas veces pedimos el “tinto de la casa” y cuando llega el pingüino todo cierra.

¿Creen que los bodegones hoy son una moda y que en algún momento volverán a ser lo que siempre fueron?
Nos cuesta mucho mezclar los conceptos de moda y bodegón. Sería prácticamente como afirmar que “comer está de moda”. Una barbaridad. La mayoría de los lugares que visitamos están alejados del marketing, de los circuitos gastronómicos y de las guías online. Muchos de ellos no tienen mail, Facebook ni sitio Web. ¿Puede ponerse de moda un lugar así? Por supuesto. Pero cuando la moda pase, seguirá existiendo en su verdadera esencia. Porque un bodegón es tradición, es historia, es vivencia, es inmigración, es parte de la identidad de nuestro país. Es sentarse a comer y listo.

Ya tienen página en Internet, grupo en Facebook, Twitter y programa de radio. ¿Hay planes de hacer Antigourmet TV?
Sí, hay muchas ganas de hacer un programa, pero casi nadie del equipo es televisable. Tendríamos que contratar dobles de manera urgente. Sinceramente, nos encantaría hacer un programa mostrando los lugares que recorremos, sus historias y sus personajes. El registro audiovisual es el próximo paso en nuestro proyecto. Estamos felices porque el Antigourmet no tiene límites a simple vista. Arrancamos seis amigos comiendo todos los miércoles. Dos meses después teníamos 5.000 seguidores y un programa de radio. Cuesta imaginar dónde podemos estar en un año, pero lo que sí podemos afirmar es que vamos a estar más gordos.