Yo el Supremo
Con motivo de cumplirse cien años del nacimiento del gran escritor paraguayo Augusto Roa Bastos (1917-2005), la Real Academia Española (RAE) y la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), decidieron sumarse a esa efemérides publicando una edición conmemorativa de Yo el Supremo, la mayor de las novelas de ese autor y una de las creaciones clave de la literatura latinoamericana del siglo XX. No es el primer título publicado por esas asociaciones, que desde El Quijote (2004 y 2015) hasta el Borges esencial (2017), reeditó siete obras excepcionales más de la novelística y la poética de este continente y de España, entre otras de autores como Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Rubén Darío y Gabriela Mistral, al que se le añade ahora la de Roa Bastos. La novela del escritor paraguayo se dio a conocer por primera vez en 1974, en la Argentina, en una edición que ilustró el extraordinario artista plástico mendocino Carlos Alonso. Y de inmediato alcanzó una enorme repercusión internacional, que se incorporó con sus valores propios a la larga y luminosa lista de novelas en lengua española sobre dictadores que, como se recordará, incluye libros como Tirano Banderas (1926), de Ramón del Valle-Inclán; El señor Presidente (1946), de Miguel Ángel Asturias; El recurso del método (1974), de Alejo Carpentier, y El otoño del patriarca (1975), de Gabriel García Márquez, entre varias más. El dictador de Roa Bastos se diferenció de los otros tiranos de la novelística latinoamericana gracias al cambio de perspectiva narrativa que permite presentar al personaje central, el doctor Francia, en la soledad de su poder, como intérprete de sus propios documentos y actuaciones, como juez de su propia vida y de los acontecimientos del pasado y el presente. Y al mismo tiempo defensor de su causa frente a los historiadores. Todo ello vertebrado en una estructura de relato pensada con complejidad, en la que el estilo lineal se combina con los saltos temporales y apuntes o notas al pie de página. El idioma es otro campo en el que el autor hace innovaciones. El entrecruzamiento entre el español y el guaraní se ve, además, enriquecido en forma permanente, por la utilización de un léxico de creación propia, que el narrador elabora a partir de la combinación de una o más palabras de la lengua, o la recurrencia a expresiones y oraciones hispano-guaraníes o sin más guaraníes. Como el resto de los otros títulos de la colección, esta obra viene acompañada por un oportuno glosario para entender el significado de distintos vocablos y de una buena cantidad de estudios monográficos y ensayos que dan al lector una visión más exhaustiva de la calidad e importancia de Yo el Supremo. Una ocasión para quien admira la obra de tener un nuevo e impecable ejemplar y para quienes no lo han leído de llenar un vacío de conocimiento que vale la pena no tenerlo.