Ensayos y estudios de la literatura argentina
Hay tres grandes zonas en las que suelen ubicarse los estudios literarios: la crítica, la teoría y la historia. En todas ellas, dice Roberto Ferro, prologuista del libro Ensayos y estudios de literatura argentina, Noé Jitrik, que es su autor, ha descollado, haciendo trascendentes aportes para la cultura latinoamericana. Docente admirado y escritor múltiple (es poeta, cuentista y novelista, además de crítico, teórico e historiador) su interés por la literatura se ha desplegado en distintas vertientes a lo largo de su vida, produciendo una obra que es de las más lúcidas y penetrantes de las que se han conocida en las últimas siete décadas. Su nombre ya empieza a resonar en el equipo de la revista Contorno, conocida en los comienzos de la década de los cincuenta y publicada por un grupo de jóvenes estudiantes universitarios que se proponían modificar los cánones vigentes relacionados con la literatura de nuestro país. Y en 1969, Jitrik, luego de haber llegado de estar radicado tres años en Francia y de haber estudiado con Roland Barthes, tiene también un destacado rol en la revista Los libros, fundada y dirigida originalmente por Héctor Schmucler.
En 1987, volvió a la Argentina, siendo repuesto en la misma cátedra de la que había sido expulsado en 1974, época en la que amenazado por la Triple A se debió exiliar en México. Y, en 1997, comenzó un proyecto de historia de la literatura argentina, el último de cuyos doce tomos apareció hace poco. En esta obra se reunieron trabajos de más de trescientos colaboradores. En cuanto a Ensayos y estudios de literatura argentina, que es el libro que nos ocupa, había aparecido inicialmente en noviembre de 1970, publicado por Editorial Galerna. Ahora lo reedita Editorial Eudeba. Son trabajos escritos entre 1960 y 1970, entre los que se encuentran “Para una lectura de Facundo” (editado en el último de esos dos años por Casa de las Américas), “Cambaceres, adentro y afuera”, “Los desplazamientos de la culpa en las obras ´sociales’ de Manuel Gálvez”, “Horacio Quiroga, autor de folletines” y cinco más, en los que Jitrik expone la necesidad de inscribir los textos y autores a los que aborda dentro de la tradición en que participan y de establecer líneas teóricas capaces de configurar el sentido de la obra. Todos los ensayos son de lectura apasionante.
En una introducción a la publicación inicial de este libro, que se reproduce también en la edición de Eudeba, Jitrik dice en lo que concierne a la crítica: “Un cada vez mayor rigor, un refinamiento cada vez más grande, una autoexigencia sin límites, quizás conduzcan a una mayor verdad del trabajo intelectual, tanto como para que llegue a constituir el veneno necesario para que toda relación social injusta se estremezca y acaso se quiebre alguna vez. No podrá haber revolución en cada uno de nosotros ni afuera de nosotros, en la totalidad, sino aprendemos a hacer de la existencia intelectual un foco de peligrosidad y de lucidez, un foco de pensamiento aun allí donde todo tiende a uniformarse y a corromperse, donde la palabra tiende a ser una única exclamación sin vida, sin relieve ni aventura.”
Toda la obra de Jitrik está guiada por esa consigna.