Los dueños de Internet
El escritor y experto estadounidense en tecnología Ben Tarnoff decía hace poco en el periódico británico The Guardian, que el discurso del miedo de Donald Trump y el optimismo de Silicon Valley parecen representar ideas opuestas pero tienen más en común de lo que a simple vista se puede pensar. Y en otro escrito señalaba: “El neoliberalismo puede significar muchas cosas, incluyendo un programa económico, un proyecto político y una fase del capitalismo que data de los años 70. Sin embargo, en su raíz, el neoliberalismo es la idea de que todo debe ser manejado como un negocio; de que las metáforas, métricas y prácticas del mercado, deben permear todos los campos de la vida humana”.
Un interesantísimo trabajo de investigación realizado por la periodista especializada en tecnología, la argentina Natalia Zuazo, y que vuelca en un libro llamado Los dueños de Internet, proporciona a través de sus páginas una preciosa información de ese entramado cada vez más complejo y sutil a través del cual cinco grandes plataformas tecnológicas (Google, Microsoft, Facebook, Apple y Amazon), además de convertirse en las empresas más ricas del planeta y en monopolios absolutos del universo tecnológico, han operado sobre sus millones de usuarios en el mundo para capturar datos que luego ceden a las corporaciones capitalistas para hacer más fáciles y viables sus negocios. Sillicon Valley es hoy una industria extractiva. Los recursos que maneja no son el petróleo o el cobre, sino la información, recolectada siguiendo nuestra actividad en Internet. Desde un “me gusta” en Facebook o una búsqueda en Google hasta cuánto tiempo el puntero del mouse se detiene en un tema en particular. Por sí solos esos datos no parecen significativos, pero comparados con otros millones de datos similares descubren patrones de comportamiento que pueden ayudar a determinar qué clase de persona es uno o qué tipo de cosas puede comprar. Esos patrones de conducta son muy rentables y Sillicon Valley los utiliza para vendernos productos o para vender nuestra información a los anunciantes, o sea a las empresas que comercian con determinadas mercaderías u objetos de consumo.
¿Cómo ocurrió esto, siendo que Internet apareció en el panorama internacional bajo los auspicios de una idea que hablaba de un instrumento democratizador de las relaciones entre las personas y un campo para el ejercicio de una libertad sin límites ni custodios ideológicos? Natalia Zuazo cuenta: “En 2007, la mitad del tráfico de Internet se distribuía entre cientos de miles de sitios dispersos por el mundo. Siete años después, en 2014, esa misma cifra ya se había concentrado en treinta y cinco empresas. Sin embargo, el podio estaba todavía repartido, tal como venía sucediendo desde el gran despegue del cambio tecnológico en la década de los 70. Microsoft repartía su poder con IBM, Cisco o Hewlett-Packard. Google convivió con Yahoo, con el buscador Altavista y con AOL. Antes de Facebook, MySpace tuvo su reinado. Antes de que Amazon tuviera una de las acciones más valiosas de la bolsa, eBay se quedaba con una buena parte de los ingresos del comercio electrónico. El Club de los Cinco ni siquiera estaba a salvo de que alguna startup, con un desarrollo innovador, le quitara su reinado.”
“No obstante en los últimos años, el negocio de la tecnología ubicó a esos cinco gigantes en el podio –agrega Zuazo-. Y nosotros, que le confiamos nuestro tiempo, costumbres y datos a las empresas, contribuimos. Hoy ostentan un poder tan grande y concentrado que ponen en juego no solo el equilibro del mercado, sino también las libertades y los derechos de las personas en cada rincón del mundo.” El Club de los Cinco no necesitó utilizar la violencia para lograr este dominio, como ocurría en los tiempos coloniales con el sometimiento de otros pueblos. Ese poder creció controlando piezas tan pequeñas como datos y códigos. Luego consolidó su feudo en los teléfonos móviles, Internet, las “nubes” de servidores, el comercio electrónico y los algoritmos, y los llevó a distintos territorios.
“Hoy las grandes plataformas tecnológicas son a su vez los monopolios que dominan el mundo –continúa Zuazo-. Unos pocos jugadores controlan gran parte de la actividad en cada sector. Google lidera la búsqueda, la publicidad y el aprendizaje automatizado. Facebook controla gran parte del mercado de las noticias y la información. Amazon el comercio en gran parte de Occidente y está avanzando en producir y distribuir también sus propios productos. Uber no solo quiere intermediar y ganar dinero con cada viaje posible, sino que también busca convertirse en la empresa que transporte los bienes del futuro, incluso sin necesidad de conductores, a través de vehículos autónomos. De la tecnología al resto de nuestras vidas, estas empresas están comenzando a conquistar otras grandes industrias, como el transporte, el entretenimiento, las ventas minoristas a gran escala, la salud y las finanzas.”
¿Qué se puede hacer frente a esto? ¿Dejar de usar Internet? No, solo buscar otra información, como la que provee el útil y documentado libro de Natalia Zuano, que trata de hacer que los cibernautas sean conscientes de que Internet tienen dueños y reglas. Y que no es solo un instrumento de comunicación inocuo para el que la usa, sino un espacio donde se mueven importantes intereses políticos y económicos. Y que eso hay que conocerlo para moverse mejor y ver cómo se pueden establecer más redes de protección para que no se vulneren los derechos de privacidad de los ciudadanos. Frente a la religión más poderosa de una época en la que nos creemos libres, pero cedemos datos delicados de nuestras vidas que nos pueden hacer vulnerables y víctimas de un nuevo colonialismo ejercido sobre nuestra subjetividad, la opción no puede ser otra que saber cada vez más cómo son las cosas, cuáles son sus hilos internos, y en base a eso proceder y elegir con la mayor libertad posible.