Libros recomendados: Redacciones cautivas de Horacio González
La obra ensayística de Horacio González, actual director de la Biblioteca Nacional, es muy apreciada y vastísima, además de variada y rica en su temática. Era menos conocida su afición a la novela que, para el público menos informado, recién se empieza a develar con la publicación en 2014 de Besar a la muerta, que su primer trabajo en ese género, que disfrutó de una moderada repercusión. Sin duda, Redacciones cautivas es una apuesta más compleja y a la vez más lograda que la anterior. La historia relata la ficción de dos periódicos que, pertenecientes a distintas corrientes de las fuerzas represivas, debaten sobre sus distintos puntos de vista, utilizando en sus redacciones a periodistas en cautiverio o bajo amenaza, entre ellos el director de un diario que secuestrado es obligado a prestar servicios profesionales para que su hijo no sea ejecutado.
González avanza sobre la descripción del horror en esos tiempos y se interroga acerca de su sinsentido y brutalidad apelando a toda clase de recursos narrativos, desde los que van de la pintura directa de las sevicias y crueldades de los agentes dictatoriales hasta cierta ironía no disimulada en la presentación de muchos de los exponentes intelectuales del régimen militar. En este columpio que recorre varias vetas, el mundo de la invención idiomática, de la exuberancia verbal, es llevado hasta límites muy atractivos y desafiantes para el lector, convirtiéndose en ese aspecto en una novela de factura poco común. En una análisis que de la obra que hace en Página 12, la ensayista María Pía López afirma que con la primera novela pensó que el estilo barroco de González ponía los significados heterogéneos y paradójicos de las cosas en las opiniones de sus personajes en una noche de asado, pero que en Redacciones cautivas es como si el barroco pasara a formar parte de la estructura de la novela, se introduce entre los pliegues físicos o psíquicos donde se producen las peripecias (sótanos y periódicos, periodistas capturados y lectores engañados), que es como una manera también de introducirlo poéticamente en la historia. O sea, la historia vista como una suma infinita de capas superpuestas y a menudo contradictorias que hablan de una complejidad que se replica en la vida. Y que no se puede simplificar.