Libros recomendados: Francamente, Frank de Richard Ford
Acostumbrados a leer sus novelas largas, en especial su famosa trilogía integrada por El periodista deportivo (1986), El día de la Independencia (2003) y Acción de Gracias (2006), que le valió los premios Pulitzer y Faulkner, los lectores de Ford se encontrarán en este libro con cuatro relatos breves que devorarán con tanto placer como interés. Sobre todo porque, si han sido amantes de aquella trilogía, se volverán a deleitar con Frank Bascombe, ese cronista literario imaginario y arquetipo de cierta clase media norteamericana que el escritor utiliza para filtrar su desencantada visión del Estados Unidos de fin del siglo pasado y comienzos del nuevo milenio, tan amenazador como inquietante. A través de esta trilogía, que abarcan unos treinta años de su vida, Bascombe pasa de ser un joven periodista deportivo y escritor frustrado a agente inmobiliario cincuentón, casado en nuevas nupcias y paciente preocupado por un incipiente cáncer de próstata. Las cuatro nouvelles que lo resucitan en Francamente, Frank lo muestran ya a los 68 años recuperado de su dolencia, de vuelta en Haddam, su viejo pueblo, y con Sally, su segunda esposa. Hoy ya se ha retirado de su último trabajo y ocupa su tiempo leyéndole a los ciegos en una radio del lugar y visitando a ex combatientes de la guerra. En cada uno de esos relatos, como en sus novelas, el personaje se encuentra envuelto en problemas que hubiera preferido ignorar pero a los que su curiosidad de lleva inevitablemente. Con una escritura impecable, una descripción de personajes virtuosa y un humor constante que viste a todas las peripecias, Richard Ford crea situaciones que, transcurriendo en un tono de comedia que va de lo doloroso a lo cómico, permiten pensar con inteligencia y sin solemnidad sobre distintos aspectos de la vida de los seres humanos de su país, entre los que figuran temas como el envejecimiento, el racismo, la pérdida de la fe, el matrimonio o el desplome inmobiliario.
El primer relato “Aquí estoy yo”, se centra en la llamada que un amigo, al que Frank le ha vendido una casa en la playa en otro tiempo en Sea-Clift, para comunicarle que el huracán Sandy la devastó. Y le pide que vaya a verlo, cosa a la que Frank tiene que acceder aunque no le agrade en lo más mínimo. En el segundo, “Todo podría ser peor”, el protagonista recibe la visita de una persona que quiere conocer su casa por haber vivido en ella durante su infancia. El tercero, “La nueva normalidad”, el ex periodista se encuentra con su primera mujer, Ann, que comienza a sufrir las consecuencias de un Parkinson, para llevarle una almohada ortopédica y allí hablan de sus hijos. El último de los trabajos, “Muerte de los otros”, un amigo que se está muriendo de un cáncer llama a Frank para hacerle una pregunta que considera vital. En todas las situaciones, la sensación del personaje es como que no hubiera debido de estar en ese lugar, pero allí está y no deja de analizar el hecho. Aunque la traducción española está sembrada de expresiones como “puñetero”, “capullo”, “a tomar por culo” y otras, que por momentos nos hacen sentir como si estuviéramos oyendo los diálogos de una película peninsular, el lector encontrará material sustancioso y placentero en las páginas del libro.