Entre ellos

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Uno de los libros recomendados de este mes es Entre ellos de Richard Ford publicado por Anagrama

En la literatura universal hay distintos autores que han escrito amorosamente sobre sus padres. Dentro del círculo de sus creadores conocidos o más próximos a su admiración, Richard Ford agradece a los escritores Geoffrey Wolff, Blake Morrison, Michael Ondaatje, Mary Karr, Joyce Carlos Oates y Eudora Welty por la buena influencia que, sobre su decisión de hacer este libro, ejercieron sus trabajos acerca de sus progenitores. Es extraño que Ford no cite a Raymond Carver, que fue un gran amigo suyo, como el responsable de uno de los más bellos trabajos de la literatura norteamericana acerca de una de esas dos figuras, en este caso el padre. Tal vez es una omisión involuntaria o el resultado de la decisión de mencionar solo a aquellos que habían abordado, como lo hace él en este volumen, a ambos progenitores. Y decimos esto porque las dos biografías de Ford respiran el mismo profundo amor que destila la pluma de Carver para referirse a su padre, un hombre sencillo y muy trabajador al que describe con mucha naturalidad, hondura y cariño. Y eso también lo liga a Carver.

Richard Ford desarrolla la historia de cada uno de sus padres en dos textos separados dentro del mismo volumen, el primero –el de la madre- ya publicado en forma autónoma en 1986. Lo había terminado de escribir en 1981, poco después de la muerte de ella. El de su padre lo escribió 55 años después de él, quien falleció en 1960, cuando Ford tenía recién 16 años. Explicando por qué en el libro aparece primero la memoria de su padre y después la de su madre, dijo: “Lo he situado en el orden que figuran aquí porque los recuerdos reseñados y compartidos de la vida de mi padre se remontan a un pasado más lejano que aquellos asociados con mi madre. La vida de esta, por el contrario, se adentra más en el presente. El tiempo de su vida en común y el tiempo de la vida de ambos conmigo, y todos los años que mi madre vivió sola, lograban, a mi juicio, una representación mejor si se presentaba a mi padre en primer lugar y a mi madre después.”

Los retratos que Ford logra de esos padres, él, Parker Ford, un hombre bondadoso que se ganaba la vida como viajante de comercio y murió joven del corazón; ella, Edna Akin, una mujer con una infancia complicada y que se casó muy tempranamente y quedó viuda a los cuarenta, son de una enorme tersura estilística, a la vez que conmovedores en el relevamiento de los rasgos psicológicos y de vida de esos dos personajes sobre los que Richard Ford no vacila en demostrar que los quería intensamente, aunque reconociendo con gran sinceridad que tal vez, y en especial al padre, nunca llegó a conocerlo exhaustivamente ya que por su profesión estaba mucho tiempo fuera de casa y solo lo disfrutaba cuando llegaba a la casa los fines de semana, que eran compartidos por él y su madre. Y que muchos de los pasajes que desarrolla en las páginas del libro son más conjeturas o suposiciones que hechos no probados, pero escritos con un vuelo literario que cada detalle alcanza el nivel de la gran obra y un latido de vida que nos mantiene siempre conectados con interés al relato.