Cultura
Cultura es una palabra excepcionalmente compleja de definir. La segunda o tercera palabra más difícil en lengua inglesa, dice el autor de este libro Terry Eagleton. Sin embargo, esa dificultad, que él ubica en su lengua de origen, es muy posible que se extienda a otros idiomas. Dentro de esa complejidad, Eagleton distingue cuatro significados que puede separarse como los mejores. Cultura podría ser entonces: 1) un corpus de obras intelectuales y artísticas; 2) un proceso de desarrollo espiritual e intelectual; 3) los valores, creencias, costumbres y prácticas simbólicas en virtud de las cuales viven hombres y mujeres; 4) una forma de vida en su conjunto. A partir de esta primera comprobación sobre la multiplicidad de sentidos que se le puede dar a esa palabra, el crítico literario hoy más reputado del Reino Unido advierte al lector que abandona de entrada la pretensión de dar al tema una argumentación unitaria, sino que ha decidido abordarlo desde distintas perspectivas. Y ya desde el prefacio anticipa un itinerario, un recorrido de las exploraciones que hará para examinar esos distintos sentidos del término “cultura”, empezando por analizar las diferencias entre la idea de cultura y la noción de civilización. Y luego la doctrina posmoderna de culturalismo y los principios del relativismo cultural.
Eagleton afirma también que la cultura puede verse como una suerte de inconsciente social. Y es con esta idea que escudriña la obra de dos de sus principales exponentes a través de la historia: el filósofo y político irlandés Edmund Burke y el filósofo alemán Johann Gottfried Herder, pero también lo hace en la producción del poeta y crítico literario T.S.Eliot y de ensayista Raymond Willams. No sin dejar de dedicarle dentro de este viaje un capítulo especial al gran Oscar Wilde, al que califica como uno de los críticos culturales más audaces y atractivos de su tiempo. De Burke y Herder señala que en sus obras sostienen que la razón está arraigada en la experiencia vivida. La sensación y la cognición están íntimamente relacionadas. Esto significa, entre otras cosas, que el poder, que depende de los conceptos, debe descansar sobre la cultura, que es experiencial. A través de estos acercamientos, que contrasta continuamente con ejemplos y citas de una enorme erudición, Eagleton expone cómo la cultura y nuestra idea de ella han transitado en los dos o tres últimos siglos por un camino que las ha llevado desde el más extraordinario de los refinamientos a una serie de prácticas de lo más modestas, de ser un baluarte defensivo contra la penetración masiva de la industrialización a convertirse en uno de los bienes más rentables del capitalismo. Paradoja que Eagleton critica con fuerza y señala como uno de los factores que han propiciado la banalización y mercantilización de lo que deberíamos considerar hoy, a esta altura de la civilización, como un medio vital para enriquecer nuestra vida social.
Todo eso desarrollado con la habitual profundidad de Eagleton y en su característico estilo que combina como nadie la mordacidad con lo divertido. Infatigable polemista, crítico cultural de una hondura poco común en el pensamiento contemporáneo, el pensador inglés es sin duda una de las voces más importantes de la cultura contemporánea. Sin duda, al explicar qué es la cultura, Eagleton se retrata al mismo tiempo dentro de ella, y muestra la forma en que la ilumina con su pensamiento. Como ha dicho uno de los comentaristas de sus imprescindibles libros: “Si Terry Eagleton no existiera, habría que inventarlo.”