Los héroes del Vóley dejaron herencia
Que el desarrollo de las comunicaciones y los saltos tecnológicos han potenciado y multiplicado aquel concepto de la aldea global que patentara Marshall Mc Luhan, no es una novedad para nadie en este despuntar del siglo XXI.
Una muestra elocuente de este fenómeno, lo encontramos en esta edición de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde por unos días, las comunidades de internautas y los televidentes se han convertido en especialistas y aficionados de todas las disciplinas, desde las más populares hasta las más desconocidas.
Es que con los deportes, como con otras actividades, siempre sucede lo mismo. Son prenda de adoración para sus adeptos y permanecen prácticamente en el anonimato hasta que un determinado acontecimiento y todo lo que le suma el complejo de los "medios fríos y los medios calientes "- siguiendo al filósofo canadiense - los catapultan al consumo y a la apropiación de las masas.
Hace ya 24 años, un puñado de jugadores del vóley argentino, clavaban sus rodillas en el piso e imploraban emocionados hacia el cielo. Habían entrado en la historia, obteniendo la primera medalla olímpica de ese deporte de toda la historia en los Juegos de Seúl de 1988. El Vóley dejaba las profundidades del anonimato y se subía a la ola de la popularidad.
Y lo hicieron con una carga épica que va a perdurar para siempre. El equipo que dirigía Luis Muchaga y que contaba con el talento y la entrega de Castellani, Conte, Uriarte, Weber y Quiroga, entre otros, se calzó la medalla ganando el clásico sudamericano frente a Brasil.
Así, aquellos jóvenes que habían saltado al reconocimiento público con el tercer puesto obtenido en el Mundial 82 en el Luna Park, completaban un ciclo que los convirtió en poco menos que próceres del deporte.
Hoy, treinta años después, esa gesta tiene en los herederos directos - los hijos de Castellani, Uriarte y Conte son puntales en el combinado actual de nuestro país - , la prueba más acabada de que a veces, solo muy contadas veces, se puede aseverar aquello de que " de tal palo, tal astilla".
Compartamos entonces este merecido homenaje a los héroes de Seúl 88 que marcaron el camino.