Épica Guaraní
En la política, en la economía, en el deporte y en tantas otras de las dimensiones sociales, enfrentar al poder y rebelarse frente a los que nos oprimen tiene un sabor especial.
No se trata de resignarse y agachar la cabeza frente a un inexorable sendero que culmina en la derrota, ni de pavonearse y solo gozar con la efímera condición de la burla frente al poderoso de turno.
En la mayoría de las actividades humanas, tener en suerte la posibilidad de competir, aunque más no sea por un instante, frente al destinatario de todos los aplausos y pleitesías, bien puede funcionar cómo aliciente y cómo disparador de esas pasiones destinadas a trastocar y transformar el mundo.
¿Qué sería sino de la épica que construye los relatos sobre estos pliegues de la historia? ¿Con qué estímulos se puede contar si solo pueden escribirla los que casi siempre ganan? ¿De qué manera se puede soñar con romper el status quo si todo ya está predeterminado?
Por ello, el deporte y tantas otras actividades humanas, nos regalan de vez en cuando, historias cargadas de épica, acontecimientos donde la pasión logro doblegar al inerme e inocuo “resultadismo”, donde el poder encuentra un límite a su apetito voraz.
Algo de ello, puebla la historia o el pliegue en la historia del tenis moderno, acaecido en territorio guaraní. De un lado, la soberbia y la opulencia del los checoslovacos, franceses y norteamericanos, lideres en todas las competiciones internacionales. Del otro lado de la red, el humilde y aguerrido tenis paraguayo.
Corría la década del 80, el marco fue la Copa Davis y Asunción, la sede. En el año 1983, la garra guaraní se llevó por delante a la frialdad y la contundencia de los checos encabezados por el mismísimo Ivan Lendl. En el año 1985, la magia y el glamour de la Francia que lideraban Yannick Noah y Henri Leconte, sucumbió frente al equipo local. Y en 1987, por si faltaba alguna confirmación de lo que mueve la pasión, los derrotados fueron los norteamericanos que pugnaban por la Ensaladera de Plata.
Fueron tres partidos que cambiaron la historia y que convirtieron al legendario Victor Pecci en el embajador de la gloria guaraní. Nada volvió a ser cómo antes. La épica le ganó a la hegemonía. Otra manera de vivir y de sentir la historia. Compartamos el reconocimiento a los héroes del tenis paraguayo.