Entrevista a Claudio "Bichi" Borghi
Un tipo distinto el "Bichi" Borghi, dentro y fuera de la cancha. No tanto por sus orígenes, humildes como el de muchos otros jugadores que han traspasado fronteras y conocido las mieles del éxito, sino más por haber sido dueño de un talento distinguido que nunca llegó a calzar en el momento y el tiempo adecuado para quedar en la historia grande del fútbol. Y porque lejos de refugiarse en su condición de "famoso" atiende a todo el mundo y lo hace desde el llano. Borghi tiene calle, códigos y esa sabiduría tan propia de barrio y segura de sí misma que le permite declarar sin tapujos ni ideas prefabricadas.
No es cierto, suele decir Borghi, que él no se haya esforzado en la vida. La imagen del futbolista habilidoso que parece poderlo todo pero que no cumple con el reglamento del hombre-máquina
le ha generado más de una acusación de "displicente" o "indisciplinado". Oriundo de Castelar, se crió en una familia muy pobre y grande, con ocho hermanos. Su padre murió inesperadamente a los 42 años de un ataque al corazón, por lo que el "Bichi" se fue a vivir con su abuela Hipólita a los 10 años. Para entonces, ya se esforzaba y trabajaba.
El fútbol fue una salida lógica por sus condiciones naturales. Un día el club de su barrio, Luz y Fuerza, enfrentó a Argentinos Juniors. Alguien del "Bicho" lo vio y se lo llevó a La Paternal. No hacía mucho tiempo que el club había dado a luz a Diego Armando Maradona y apenas empezados los ochenta ya tenía otra joya para mostrar. La diferencia es que Borghi jugó en Argentinos Juniors hasta consagrarse y recién después emigró. Ganó dos torneos locales, el Metropolitano de 1984 y el Nacional de 1985. Y ese mismo año obtuvo la primera y única Copa Libertadores para la institución. Sin embargo, tal vez el partido que más le recuerden sus contemporáneos fue la final de la Intercontinental perdida por penales con la Juventus. Dicen las crónicas que aquel día fue la figura de la cancha. Y eso que del otro lado estaba nada y nada menos que Michel Platini.
Entonces vino la Selección y el Mundial 86. Con Maradona en todo su esplendor. Así y todo, el "Bichi" fue titular contra Italia y Bulgaria, el segundo y tercer partido en la zona de grupos. En ambos salió reemplazado por Héctor Enrique, quien terminó ganándose el puesto.
Silvio Berlusconi, amo y señor del Milan, lo había visto en la final contra la Juventus y lo compró, sin consultar a su entrenador (Arrigo Sacchi) ni reparar en que el cupo de dos extranjeros permitidos ya estaba cubierto por Ruud Gullit y Marco van Basten. Entonces fue cedido al Como y empezó un largo peregrinaje por clubes del mundo y de Argentina (River, Independiente, Unión, Huracán y Platense). Nunca pudo, sin embargo, pisar fuerte en otro equipo grande de Europa.
Terminó su carrera como jugador en Chile y allí mismo empezó su carrera de entrenador. Consiguió cuatro ligas locales consecutivas dirigiendo a Colo Colo y se hizo cargo del Seleccionado sin éxito entre los ciclos de Marcelo Bielsa y Jorge Sampaoli. En Argentina, sacó campeón a Argentinos en el Clausura 2010 pero luego le fue mal en Boca, entre otras experiencias. Este año tuvo un efímero paso por la Liga de Quito de Ecuador y hoy está sin club.
Pero Borghi es también distinto afuera de la cancha por sus declaraciones. Aunque siempre pueden generar algún tipo de polémica (ha criticado duramente a Bielsa y Sampaoli), lo que lo distingue son ciertos remates. Hace poco, cuando se rumoreaba que podía llegar a dirigir a la Universidad de Chile (eterno rival de Colo Colo, club trasandino del cual ha sido ídolo), el "Bichi" dijo: "La verdad es que lo único en la vida que yo descarto es separarme de mi mujer". Una frase que lo pinta tal cual es.