Argentina vs. España, a todo o nada por la gloria
El grito más importante de la temporada para el tenis argentino no provino de ninguno de los nuestros. No fue ni de alegría ni la exhalación de un festejo. Fue un grito de dolor y lo pegó el número uno del mundo, Novak Djokovic, cuando se desplomó en el fondo de la cancha del Belgrado Arena en septiembre pasado y con eso, la Argentina cerró con éxito una de las series de Copa Davis con el peor pronóstico de los últimos tiempos. Cansado y con una exigencia física que lo desbordó, Novak Djokovic se tuvo que retirar de ese partido contra Juan Martín Del Potro en un final propio de aquellas peleas de boxeo de pesos pesados cuando la TV era en blanco y negro y todo parecía épico aunque no lo fuera.
La “salida con vida” de Belgrado depositó a la Argentina en la cuarta final de la Copa Davis de su historia. La segunda en cuatro años contra España, el equipo que se ha convertido en gran dominador de esta competencia. Es curioso, pero esta posibilidad que tiene la Argentina de jugar otra final sucede en un año en el que los tenistas argentinos no han brillado ni consiguieron resultados importantes. La Copa Davis, especialmente para Del Potro y David Nalbandian, ha sido un refugio para atravesar 2011 con más logros que perjuicios.
Del Potro, campeón del US Open en 2009 y marginado del circuito durante todo un año por una operación en la muñeca, ha retornado al ruedo pero con un andar más medido y sin la contundencia de hace dos años. Por antecedentes se espera que esté incubando una “segunda revolución” como para hacer un poco de barullo en la cima del tenis. Ya lo hizo y puede repetir. Este año marcó el territorio ganando dos torneos (Delray Beach y Estoril), pero no tuvo grandes impactos en los campeonatos más importantes. La forma en la que jugó en Belgrado contra Serbia estuvo a la altura de su rendimiento como el top ten que fue. Les ganó a Janko Tipsarevic (13 del mundo por entonces) y a Novak Djokovic con autoridad y generando un respeto en los rivales que solamente consiguen los tenistas consagrados. Es toda una revelación: Del Potro encontró en la Copa Davis en forma consistente una manera de jugar y ganar que en el circuito solo tuvo en algunos chispazos.
David Nalbandian ha hecho de la Copa Davis el centro de su universo. Su físico está al límite y el desgaste rige sus decisiones. Ya no hace giras muy largas (los tenistas suelen estar entre cuatro y ocho semanas consecutivas fuera de su casa) y ya no promete más de lo que puede hacer. Las últimas batallas exitosas de Nalbandian estuvieron en la Copa Davis, con actuaciones decisivas en 2010 contra Suecia y Rusia, de visitante. Todos esos fueron momentos en los que Nalbandian volvía de una lesión o estaba a punto de sufrir una nueva. A nadie escapa que lo que le queda en el tanque de reserva al tenista cordobés, que en enero cumplirá 30 años, está en función de la Copa Davis. De hecho acaba de resignar toda su participación en el circuito, luego de una nueva lesión, para recuperarse en su casa y preparar los entrenamientos exclusivamente para la final. Nalbandian se metió en el choque contra España casi 40 días antes de su celebración: dedicación y obsesión en similares dosis.
La final contra España actúa como una especie de falso “deja-vu” de lo que sucedió en Mar del Plata en 2008. Nalbandian y Del Potro fueron los emergentes de un equipo que fue víctima y victimario de manejos ambiciosos y desprolijos que rodearon a ese acontecimiento. Argentina, en cancha rápida y sin Rafael Nadal del otro lado, no pudo capitalizar la supuesta ventaja que da ser local en una final de la Copa Davis. Pero aunque el rival es el mismo, las circunstancias cambian: la Argentina ahora intentará arruinar una fiesta ajena y que también en España tuvo derivaciones políticas. Los españoles tienen una política de rotación regional de cada serie de la Copa Davis y todas las grandes ciudades suelen organizar alguna cuando son locales. Pero la elección de Sevilla en desmedro de Valencia tuvo su sonora disputa que dejó enojos y “heridos”. España esperará a la Argentina en el Estadio Olímpico en el que jugó y ganó la final contra Estados Unidos en 2004. Será un lugar adaptado para más de 22.000 espectadores, el mayor escenario en cantidad de espectadores que tenga en la actualidad un torneo de tenis.
Con la lección de Mar del Plata 2008 aprendida, Nalbandian y Del Potro consiguieron acceder a una nueva definición luego de una semana de convivencia y profesionalismo en Belgrado. “Hicimos todo lo posible para que los dos tuvieran una buena semana en el partido contra Serbia y el resultado fue bueno aún antes de lo deportivo: compartieron momentos, tuvieron su intimidad y se pusieron detrás de un mismo objetivo”, nos comentó Héctor Romani, vicepresidente de la Asociación Argentina de Tenis. Nalbandian y Del Potro volverán a compartir equipo del 2 al 4 de diciembre. Seguramente sea convocado Eduardo Schwank para jugar el dobles y resta saberse si lo hará con Juan Ignacio Chela. Hacerlo con David Nalbandian también es una alternativa.
Enfrente va a estar España, que con equipos siempre bien balanceados y con buen espíritu de grupo, ganó cuatro finales de la Copa Davis en los últimos once años: 2000, 2004, 2008 y 2009. Tiene a Rafa Nadal, lo que es mucho. Pero no depende exclusivamente de él, lo que no es poco. Nadal atraviesa por una transición particular y hay cambios en su juego. Aparece más vulnerable, su desgaste ahora lo perjudica y ha perdido partidos que ya parecían ganados. Su favoritismo no se discute, pero donde antes había un muro de concreto, ahora se ven algunas grietas. Pero compañeros como David Ferrer, Fernando Verdasco y Feliciano López, son muy aptos para ser un complemento de Nadal o bien los encargados de lograr que una ausencia suya ni siquiera se note. Contra eso irán los tenistas argentinos en la cuarta final de la Davis en su historial.
La Argentina ha tenido en su historia momentos emotivos con el tenis. Muchos nombres propios para ganar torneos de Grand Slam y otros campeonatos importantes. Nada parece estar completo si no se consigue la Copa Davis. Para los argentinos el punto de encuentro en el que un deporte individual se transforma en símbolo de identidad colectiva.
Fotos: AAT