Vacaciones gasoleras

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El merecido descanso no tiene por qué ser una amenaza para el bolsillo. Se puede gastar menos y pasarla igual de bien, o mejor. Diez claves.

Después de un año de trabajo y/o de estudio, se impone un cambio de escenario, de aire y de hábitos. Para quienes eso no parece del todo posible, aquí van algunas recomendaciones para que las vacaciones puedan hacerse realidad:

 

1. Los recursos

Como en muchos otros terrenos, la tecnología es un gran aliado a la hora de programar vacaciones accesibles. Un gran número de sitios web y aplicaciones permite reunir toda la información necesaria para lograr un mejor resultado. Las agencias de viajes online suelen tener buenas ofertas tanto para vuelos y hoteles como para paquetes turísticos, alquiler de autos y otros servicios. También brindan la posibilidad de financiar el viaje con tarjeta de crédito y en distintos planes según el banco. También hay páginas especializadas en la búsqueda de los mejores precios para los pasajes aéreos (buscar bajo la consigna “vuelos baratos”) y en la de las tarifas más económicas en hoteles y otros alojamientos. Por otra parte, en sitios como Trip Advisor o Viajeros se pueden ver las opiniones de los propios usuarios sobre lugares, alojamientos, atracciones, etc.

 

2. El destino

Más allá de que la elección sea playa, montaña, ciudad, sierra o llanura, es obvio que lo económico juega un rol importante a la hora de decidir dónde vacacionar. De más está decir que la playa en verano o los centros de esquí en invierno son naturalmente más caros que esos mismos destinos en otras épocas del año, pero no son necesariamente inaccesibles. Las ciudades y balnearios de la costa argentina ofrecen una diversidad tan grande que bien podría valer aquello de “para todos los gustos y presupuestos”. También depende del tipo de búsqueda que se haga. Si la consigna es un lugar tranquilo, con poca gente y playas anchas, habrá que evaluar qué infraestructura tiene, ya que en lugares de poca competencia comercial, los precios suelen ser más elevados. Las ciudades más pobladas, en cambio, ofrecen un abanico mayor de posibilidades… pero menos tranquilidad. Por otra parte, por fuera del circuito habitual hay gran cantidad de destinos en todo el país con precios acordes a bolsillos gasoleros.

 

3. La fecha

Si bien el grueso de los turistas en vacaciones se concentran en los meses de enero y febrero, cuando se produce el receso escolar, quienes tienen la posibilidad de elegir el momento del año para hacerlo tienen muchas más posibilidades de viajar mejor, a destinos más deseados y gastando menos. Para quienes gustan del verano en el país, diciembre y marzo son dos meses en los que el clima tiene características similares a las de enero y febrero, pero la comodidad es mayor y los precios, menores, logrando así una buena ecuación. Quienes buscan destinos fuera del país e incluso del continente, deben saber que los meses de abril y mayo y los de octubre y noviembre son, en general, los más favorables tanto en lo económico como en lo meteorológico. En el hemisferio norte, los meses de enero y febrero son mayormente considerados de temporada baja, con lo que los precios son muy favorables, pero el clima y las horas diarias de luz diurna a veces pueden resultar una molestia.

 

4. El viaje

Tema clave a la hora de presupuestar las vacaciones, las opciones son acotadas cuando se viaja vía terrestre por el país: casi no hay trenes, los ómnibus de larga distancia tienen tarifas fijas y los gastos de combustible y peajes son inevitables. Donde sí hay diferencias y variables es en los pasajes aéreos. Con la incorporación de aerolíneas low cost en el país, a nivel local puede hasta resultar conveniente viajar en avión. Por otra parte, suele haber ofertas con importantes descuentos en vuelos de compañías aéreas en la llamada banda negativa, es decir vuelos que parten por lo general a la madrugada. Para los viajes al exterior las opciones son más variadas y es muy conveniente destinar un buen tiempo de investigación, cuando esto es posible, antes de decidirse por la compra de un pasaje. En principio, conviene evitar los fines de semana y en especial los fines de semana largos. Lo ideal en términos económicos es viajar martes, miércoles o jueves y, estadísticamente, comprando el pasaje entre 30 y 45 días antes del viaje. Para quien dispone de amplias posibilidades de elegir su fecha, hay páginas especializadas en detectar los vuelos baratos, con días de inicio y finalización del viaje inamovibles y no reembolsables, a precios increíblemente bajos, aunque a veces con dos o más escalas e incluso con cambio de aeropuerto en alguna ciudad.

 

5. El alojamiento

Otro rubro clave y de enorme variedad, desde los más tradicionales hasta los menos pensados, con valores que pueden llegar a ser inalcanzables en un extremo y hasta gratuitos en el otro. A nivel local, entre los primeros el ranking de menores costos lo encabezan los campings y muy cerca se ubican los hostales. Las habitaciones compartidas en estos últimos son quizá la forma hoy más utilizada por jóvenes con mochilas al hombro, los viajeros más gasoleros del mundo. También hay hoteles económicos, pero las habitaciones por lo general no disponen de espacio para más de cuatro personas, en el mejor de los casos. Una opción muy elegida en nuestro país es la de los departamentos, cabañas o casas, que tienen la posibilidad de compartir espacio entre varios más el valor agregado de poder cocinar, que abarata notablemente las vacaciones, más si se alquila sobre el final de la temporada alta o fuera de ella. En el exterior, como sucede con los vuelos, el alojamiento en hoteles varía según los días de la semana: las noches de viernes y sábado son más caras que las otras cinco. Y las nuevas formas de alojarse, cada vez más en boga, permiten bajar los costos incluso en ciudades históricamente caras. Entre ellas, Airbnb (permite alquilar habitaciones privadas o compartidas, departamentos, casas y hasta palacios) a sus propios dueños por valores por lo general bastante por debajo de los alojamientos tradicionales. Para los más aventureros existen el couchsurfing (dormir en el sofá de alguien a cambio de recibirlo en el propio alguna vez, una red con más de 14 millones de viajeros-anfitriones en todo el mundo), el housesitting (cuidar la casa de alguien, por lo general para quedar a cargo de mascotas y plantas, a cambio del alojamiento) y el home exchange (intercambio de casas sin cargo).

 

6. Las comidas

La posibilidad de cocinar en el lugar de alojamiento es claramente lo más ventajoso en vacaciones. Más aun si buena parte de los alimentos son llevados al lugar de destino desde la propia casa, donde se supone que comprar es más económico que en un destino turístico, en el caso de los viajes por la Argentina. Cuando se viaja en grupo no es relativamente tan caro comer en restaurantes, especialmente en los más económicos, como los bodegones, que suelen ser al mismo tiempo los de porciones más abundantes, que se pueden compartir. También las pizzerías, no todas, son una opción económica. Y en ambos casos, es importante que las gaseosas o aguas sean de tamaño grande y saber que el alcohol encarece cualquier ticket. O las rotiserías, aunque no siempre. En el exterior comer afuera suele ser bastante más caro que comprar y cocinar o que arreglárselas con sándwiches caseros, pero también hay lugares en los que existen los menúes turísticos, muchas veces con entrada, plato principal y postre, y sin obligación de pedir una bebida, ya que es muy común, y obligatorio para los locales gastronómicos, acompañar la comida simplemente con agua no embotellada.

 

7. Las atracciones

Parques de diversiones, museos y otros centros de cultura o entretenimiento por lo general cobran entrada. En el caso de los museos, tanto en el país como en el exterior, hay al menos un día y un horario en el que la entrada es libre y gratuita. Se puede llegar al destino ya habiendo chequeado online esta información. En muchos casos también se pueden adquirir las entradas en la web, lo que evita esperas y a veces suma algún descuento especial por compra anticipada. Los parques de atracciones son un imán, especialmente para los más chicos, y muy difíciles de evitar en vacaciones. Para ahorrar en la materia, en el caso de que viajen con los niños dos o más adultos, bien pueden turnarse para acompañar a los principales interesados. A la hora de salir por el día, por ejemplo a la playa, todo lo que no se compre en el lugar será más económico, por lo que la inversión en una conservadora es clave para ahorrar a la hora de comer y, especialmente, beber. Del mismo modo que llevando la propia sombrilla.

 

8. Las excursiones

Cuando se dispone de poco tiempo, los tours turísticos son muy útiles pues se visita lo esencial de cada lugar a veces en una sola jornada. Pero los costos son elevados. Si los que viajan son varios, quizá sea más conveniente alquilar un auto y, con el itinerario previamente organizado (los hay ya armados en la web sobre muy diferentes destinos de todo el mundo), recorrer en uno o dos días mucho más que con las excursiones y a menor precio. En cambio, cuando los días en el lugar van a ser varios, no hay mejor manera, y más económica, de conocer una ciudad que recorriéndola en su transporte público, lo que tiene el valor agregado de recibir información de primera mano de los habitantes locales, que por lo general es beneficiosa también en términos económicos.

 

9. Las tentaciones

Como las brujas, no existen, pero que las hay, las hay. A veces es directamente imposible caer en ellas, por falta de fondos. Pero cuando los números no están tan apretados y hay un margen para tentarse con eso que no es imprescindible pero nos gusta, lo ideal es destinar, antes incluso de llegar al lugar, de una suma, diaria o por todo el viaje, para estos fines. Además de evitar frustraciones sin comprometer la economía, permite manejar esos fondos para utilizarlos en una sola vez o prorratearlos.

 

10. Los regalos

Pequeños recuerdos, a veces mínimos, pueden expresar mejor que un gran gasto el habernos acordado de un familiar, un amigo, un compañero de trabajo. Cada vez menos se espera que a la vuelta de las vacaciones lluevan alfajores u otros suvenires para toda la familia y la oficina. Quienes realmente nos quieren reciben como un regalo que hayamos disfrutado de unas buenas vacaciones.

 

Fotos: istock