¿Por qué donar sangre?
Existen diferentes maneras de ser solidario. Algunas implican hacer un aporte material, otras brindar algo de tiempo. Pero hay una vía para hacer algo por los otros que pocas veces se tiene en cuenta, y sin embargo contribuye de una forma muy directa a salvar vidas y mejorar la salud de la población: hablamos de donar sangre. Sucede que la sangre es un elemento hasta hoy irremplazable: no existe forma de fabricar en un laboratorio algo así como “sangre artificial”, únicamente la produce el hombre para el hombre. Por eso es que se apela a su donación altruista como única alternativa para los pacientes que la necesitan.
“La sangre es el regalo más valioso que podemos ofrecer a otra persona: el regalo de la vida”, explican desde la Organización Mundial de la Salud. Y es que la transfusión de sangre se ha convertido en una pieza clave de la asistencia sanitaria. El aumento imparable de los accidentes de tránsito, la creación de unidades de terapia intensiva y la cronificación de enfermedades que antes eran consideradas irrecuperables son algunos de los elementos que han provocado una creciente necesidad de sangre, aun habiéndose reducido esta demanda durante las cirugías gracias a diferentes avances en las técnicas quirúrgicas.
Con el objetivo de que aumente el volumen de sangre disponible, y para evitar además llegar a la situación apresurada de tener que donar sangre cuando un familiar lo necesita, los servicios de hemoterapia realizan un esfuerzo gigantesco para promover la llamada “donación habitual”. ¿Qué es la donación habitual? La de aquellos donantes que una o dos veces al año concurren por propia voluntad a donar su sangre no para un familiar ni para un amigo en particular, sino para que esté disponible para quien la requiera. La actividad le llevará menos de una hora, y puede realizarla en el centro habilitado que crea más conveniente (la lista está disponible acá.
En países como España el cien por ciento de las donaciones son habituales, mientras que en la Argentina -si bien no hay datos precisos- se calcula que el 97 por ciento de los donantes concurre a donar sangre únicamente para sus conocidos.
El Dr. Roberto Jorge Fernández, director médico del Centro Regional de Hemoterapia Fundación Hemocentro Buenos Aires, señala que cuando uno habla de donantes por reposición se refiere al sistema que prima en nuestro país y que básicamente consiste en pedirle al paciente que él mismo se encargue de conseguir que familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo concurran a donar sangre. “Pero ese tipo de donante es más riesgoso, porque de algún modo se siente obligado a donar y tal vez oculte cosas, mientras que la donación habitual aumenta la seguridad transfusional porque esos donantes son repetidamente chequeados”.
Si entre el 3 y el 5 por ciento de la población se convirtiera en donante frecuente, eso bastaría para abastecer la demanda con mayor eficiencia y también con más seguridad. “En nuestro centro las tasas de prevalencia de las enfermedades que chequeamos son muy bajas, dado que tenemos una preselección rigurosa. Y sin embargo entre aquellos que se acepta que donen sangre cerca de un cinco por ciento obtiene un resultado positivo de alguna de las pruebas, con lo cual esa sangre no se puede transfundir”, explica Fernández y aclara que ese esquema repercute también en los costos, dado que para obtener esa sangre que luego se descarta se invirtió en personal, material descartable y reactivos, además del tiempo y el gasto que implica deshacerse del residuo patológico. “En los bancos que reciben un cien por ciento de donantes habituales esa prevalencia de positivos baja a 0,5 por mil”, ejemplifica.
En nuestro país se realizan pruebas para descartar Hepatitis B y C, virus del SIDA, HTLV I y II, sífilis, brucelosis y enfermedad de Chagas. Y si el donante resultara positivo, el banco tiene la obligación de comunicar cualquier anormalidad y orientar a la persona acerca de posibles tratamientos. “Donar no expone a las personas a ningún riesgo, sino que más bien es al contrario: les permite acceder a un estudio bastante completo de su sangre”, concluye Fernández.
El control de la sangre
Las actividades relacionadas con la sangre humana, sus componentes, derivados y subproductos se rigen en la Argentina por la ley 22.990 también conocida como “Ley de Sangre”. La reglamentación de esa norma separa lo que comúnmente llamamos “banco de sangre” -que interactúa con la comunidad solicitando donantes, los recibe, extrae la sangre, la controla y la fracciona en sus hemocomponentes- y los servicios de hemoterapia de hospitales y clínicas, que se encargan de realizar las transfusiones a quienes lo necesiten.
Además de recolectar la sangre, en los bancos se realizan diferentes análisis y procedimientos que garantizan que la sangre sea segura. Hace algunos años comenzaron a utilizarse en nuestro país una serie de técnicas de biología molecular que permiten la detección temprana de enfermedades infecciosas en lo que se conoce como “período ventana”. El período ventana es el primer estadio de la infección, en el que la persona puede estar infectada (y por lo tanto transmitir la enfermedad) a pesar de que la prueba arroja un resultado negativo porque el cuerpo no ha tenido aún el tiempo de desarrollar la cantidad suficiente de anticuerpos como para que sean detectados por los tests convencionales. “Con las pruebas convencionales ese período es de alrededor de dos meses, mientras que las pruebas de biología molecular lo acortan a dos o tres días porque van a buscar directamente el ADN del virus, amplificándolo y detectándolo en forma muy temprana”, dice Fernández y señala que en la Fundación Hemocentro Buenos Aires este tipo de pruebas se realizan para la hepatitis B, C y HIV, aunque reconoce que la legislación actual no obliga a los Bancos de Sangre argentinos a hacer técnicas de biología molecular.
¿Cuáles son los requisitos para donar sangre?
- Gozar de buena salud.
- Ser mayor de 18 años (o mayor de 16 con autorización de sus padres).
- Pesar más de 50 kilos.
- No encontrarse en ayunas.
- Presentar identificación personal.
- Sentirse bien el día de la donación.
- No haber sido transfundido en el último año.
- No ser adicto a drogas de ningún tipo.
- No haber tenido relaciones sexuales de riesgo en el último año.
- No haberse realizado tatuajes o perforaciones en el último año.
- No estar embarazada o amamantando.