Marlene Wayar: escribir la propia historia
Marlene es activista trans -co-fundadora de la Red Trans de Latinoamérica y el Caribe-, psicóloga social, y directora de revista El Teje, el medio gráfico en Latinoamérica hecho por y para travestis. El Teje nació en el 2010, en el marco del Taller de Tecnologías de Género del Centro Cultural Rojas y animó a muchos miembros de la comunidad a escribir su historia en primera persona.
El nombre, Marlene, se lo pusieron Fanny y Mari, dos travestis mayores que la bautizaron así haciendo honor a sus piernas largas. Hasta esa noche, sus amigas, Tati y Bettiana, le decían “La garza”-
-¿Y es un nombre Marlene?- preguntó ella.
-¡Claro! Como la Dietrich – le respondieron.
Ante su cara de desconcierto, Tati y Bettiana explicaron que era una diva de Hollywood. Marlene aceptó el apodo y se puso a investigar: en El Ángel Azul, un cine club de Córdoba, primero y en el Goethe-Institut asistió a proyecciones y restrospectivas dedicadas a la actriz alemana; y se enamoró de ella, cuenta ahora. Desde entonces lleva ese nombre, para el resto de su vida.
En esta entrevista con Revista Cabal cuenta cómo es llevar adelante el primer medio gráfico de y para travestis y las razones por las que espera seguir ganando apoyo para desarrollar este proyecto editorial, un espacio de expresión y militancia para su comunidad.
-¿Qué significa El Teje y en qué lenguaje se dirige a su comunidad?
- El Teje es el más polisémico de los términos del Carrilche, es un sustantivo para referirse a algo que entre iguales no se quiere develar para quién es extra-comunitario: puede ser la peluca –arréglate el teje- puede ser la droga –este cliente quiere comprar teje- pueden ser los genitales –marica acomódate el teje- puede ser el HIV –protegete este chongo tiene el teje-. Puede ser verbo, una charla –vamos a tejer- o planificar, urdir, -después tejemos bien.
-¿Qué es el Carrilche?
-Carrilche significa marica y es la jerga marica la que nace por el año 1944 como necesidad de comunicación intracomunitaria. Un lenguaje inspirado por el lunfardo que las maricas manejaban en aquel Buenos Aires por su relación con los chongos de barrios populares y de ambiente carcelario, al reconocer que necesitaban uno que ni la policía ni los chongos supieran. Malva Solís, redactora estrella de El Teje, cuenta que se inició por el ingenio de las hermanas Arvejas, que realizaban números de transformismo en los Burlesques que proponían los bares y piringundines del Bajo: ellas desde el escenario, cuando sabían de presencia policial camuflada o de alertas de razias, entre sus canciones metían sus “fush” fuera o “doda” cuidado, peligro o directamente “sidilcri” policía y las maricas en el lugar huían. Esto como recuperación de aquel paralenguaje que fue enriqueciéndose con el tiempo y la creatividad de las maricas y que además del lunfardo se nutrió con el portugués traído por el umbandismo desde Brasil.
Más allá de ese trabajo de memoria sobre la propia cultura el lenguaje en general es abierto a la comprensión de quienes leen y no son travestis porque además, salvo algunas palabras aún hoy vivas como “chongo”, que ha pasado a ser de uso extra-comunitario, es un lenguaje que se está perdiendo en la propia comunidad travesti. Intentamos mantener la frescura de la oralidad y el ingenio, siempre puesto en la creación de nuevos términos, y también discutir significados y sentidos. Entendemos el campo del lenguaje como un terreno prioritario de lucha constante. Además, como medio editorial nos permitimos quebrar paradigmas instalados como el de la línea editorial, ésta estaría bajo mi dirección pues soy la responsable, pero es una línea difusa en donde nos permitimos que convivan posiciones, opiniones y puntos de vistas opuestos.
-¿Hasta la aparición de este medio las travestis qué lugar tenían en los medios gráficos? ¿Con El Teje qué cambió?
-Nuestra comunidad ha sido víctima de la mayor violencia mediática en los medios, alojada por lo general en las secciones policiales. Por lo general, a raíz de que se narran crímenes o delitos donde la víctima es en principio exhibida con exceso de morbosidad y sin ningún resguardo por la privacidad. Siempre es negada de su identidad. Las travestis son puestas bajo un juicio moral, y así llegan a justificarse horrendas muestras de odio. La Revista Casos Policiales, por ejemplo, se regodeó en ese amarillismo de cadáveres, cruelmente torturados antes del asesinato. Otro gesto es la crítica y espanto moral ante nuestra sola existencia y el ejercicio de la prostitución, negándosenos la propia voz y con análisis históricos; siempre se nos construye como adultas que libremente escogemos la prostitución, cuando estadísticamente somos niñez en situación de abandono y extrema vulnerabilidad. Como única respuesta social adulta tenemos el intercambio de alimento por el uso de nuestros cuerpos para satisfacción sexual, y abuso adulto sobre infantes que crecen y continúan allí sin herramientas para salir de la situación de prostitución.
-¿El panorama mejora con los años?
-No ha cambiado radicalmente, al menos en gran medida. Continúan las embestidas de comunicadores como Lanata, para regresarnos a esos sitios demonizantes, estigmatizantes. Hoy se encuentran con travestis conscientes de sus derechos y que desde allí discuten y denuncian y con una sociedad que cada vez en mayor medida condena estas expresiones, y un Estado que penaliza o exige retractación. Esto continua siendo una lucha cultural cotidiana que exige participación activa del colectivo, y continuar trabajando en la concientización en la sociedad y la educación en las aulas.
- Los años 90 fueron, entre otras cosas, el marco de una importante concentración de medios. ¿Cómo se vincula el nacimiento de El Teje con el fenómeno que en algún sentido hizo de contrapeso, el del surgimiento de medios alternativos?
- Como sucedió a otros medios de fuerte impronta identitaria como Garganta Poderosa o Todo Piola, creo que en principio son fenómenos aislados que responden a un marco general más macro de estado de situación social. La concentración de medios de comunicación unifica los discursos en circulación y la invisibilización de aquello que no se quiere ver, o los reduce con una única visión, encerrándolos en estereotipos empobrecedores. Luego del 2001 y el proceso asambleario que se da en nuestro país, la sociedad toda se vio negada de espacios legítimos de representación en los medios. Las asambleas produjeron entre otros el fenómeno del encuentro y en el encuentro el reconocimiento de la diversidad (nosotras con el grupo participamos de asambleas en Villa Urquiza, Palermo y Villa Crespo). Ese reconocernos como sociedad faltada en el respeto por su clase política y dirigente, nos une en una cotidianidad que posibilita el mutuo conocimiento, y esto produce la caída de los prejuicios, y para nosotras, la conciencia de que hay una sociedad que no tiene voz en los medios y es manipulada por estos. Nosotras no solo tenemos que fortalecer una voz propia sino exigir espacio en la mesa de diálogo social que esos espacios de democracia directa estaban otorgando, avalando y legitimando. Así fue que, cuando Paula Viturro del Área de Tecnologías del Género del Centro Cultural Rojas -con quien nos conocemos desde antes en los espacios feministas- nos propuso abrir un espacio de capacitación para hacer real y tangible el derecho a la educación, nosotras no solo estábamos maduras para aceptarlo sino ansiosas por ingresar y apropiarnos de esa grieta abierta.
María Moreno propuso que fuera con crónicas e investigación periodísticas y fraguó así un fenómeno que en principio fue interno, y después, ya maduro, salió a una sociedad receptiva para abordar cómo nos historiamos, cómo abordamos la macro-sociedad y qué proponemos como diálogo. Recién entonces salimos a dialogar con otros medios de comunicación y espacios sociales en la lucha por la Ley de Medios, nos sectorizamos y reagrupamos con las Revistas Culturales Independientes y Autogestivas, que como prioridad tenemos la subsistencia en un medio mafioso que ve cómo nos estamos llevando al público lector. Esto nos marca que no somos una alternativa sino somos “la comunicación”, si se entiende ésta como manera de diálogo social, dónde la información circule independiente de intereses sectoriales, corporativos y empresariales que no sean los de la sociedad en la que nos hallamos inmersas. Entonces es muy compleja la vinculación con los medios sociales de comunicación. Nosotras proponemos Otra Comunicación, que maduró a partir de una comunidad que decidió ponerse en acción ante el abuso de poder, el dolor de verse presa de un escandaloso sistema de connivencia entre los sectores corporativos, y la concentración de riqueza, de poder, que era arrojada en masa por debajo de las líneas de pobreza e indigencia sin pudor por estos sectores y el horror y la impotencia de no tener voz -y si alzamos la voz, una respuesta violenta que además nos criminalizaba-.
-¿Cómo se financia la revista? ¿Tienen apoyo estatal?
-El proyecto pedagógico lo financia El Centro Cultural Rojas, para la estructura y la impresión que es muy cara solemos buscar apoyo por fuera, en un principio colaboró Fundación Astraea de EEUU, luego el Centro Cultural de España en Buenos Aires y ahora tenemos un pre acuerdo con el INADI que debe cerrar detalles legales con la UBA para un número especial formato libro donde lo periodístico tendrá dos ejes; casos inspiradores sobre estrategias laborales y que sean en el interior del país. Toda un desafío. De avanzar la Ley de Fomento a las Revistas Culturales y Autogestivas sería un buen impulso para que nos lancemos como empresa periodística sustentable impulsada por el Estado. La revista es semestral, se presenta cada número con una propuesta en el Rojas, allí se consigue, es aún de distribución gratuita e intentamos que llegue a través de organizaciones civiles de trans o diversidad al interior y a manos de la comunidad trans, es nuestra mayor debilidad y trabajamos para que pueda tener un precio de tapa y una circulación mayor.
-¿Qué propone concretamente la Ley (de Fomento de Revistas Culturales y Autogestivas), y cuál es la posición de ustedes?
-Propone que el sector sea reconocido por el Estado y, a partir de allí, democratizar la producción de revistas gráficas con soporte papel o web. La democratización para ser empresas editoriales reconocidas para producir en equidad de condiciones y sin estar sujetas a condiciones mafiosas e injustas de producción y distribución; y poder como sector acceder a créditos que nos permitan comprar papel para un año para todas las revistas sin monopolios de por medio. Nosotras reclamamos políticas públicas destinadas a fortalecer el sector de la producción de comunicación cultural autogestiva: fomentándolo, protegiéndolo, impulsándolo. Buscamos una producción de la información fundamentalmente social y más democrática. Queremos que se declare de utilidad colectiva e interés nacional la producción autogestiva de comunicación cultural independiente por medios gráficos, y exigimos un tratamiento impositivo más justo para con el sector, un sustento económico de parte del Estado destinado a redistribuir los recursos destinados a los medios de comunicación, el acceso prioritario a licitaciones y concursos, y el acercamiento de los mecanismos de difusión y circulación estatales a través de sus instituciones.
-¿Qué significa para vos ser militante por los derechos de tu comunidad?
-Para mí significa mucho, creo que es un equilibrio constante entre el poder sustentar mi amor propio con el amor a mi comunidad, comprende la reparación luego de tanto odio sufrido y el olvido desmedido. Significa luchar por la condición humana toda y dejar un contexto transformado para que cada niña y niño nazca en una Argentina, una Latinoamérica y un mundo mejor que este en el que nacimos nosotras, que resguarde su derecho a la dignidad que pregonamos y que tan negada tenemos muchas personas por razones distintas, derecho al desarrollo libre de todo nuestro potencial y a crecer en contextos amorosos.
-¿Cuál dirías que es tu máxima aspiración, en este sentido?
-Que reflexionemos como sociedad sobre la tremenda responsabilidad de ser productores de subjetividad, nuestra primera producción y la más importante. Que las funciones paternas y maternas sean entendidas como funciones subjetivas de cada quien y también como funciones sociales, comunicar con ese sentido para educar en el amor y el respeto a transitar la experiencia humana de vida como cada quien desee, librarnos de los fundamentalismos, ser conscientes de nuestro ser cultural y la necesidad de arte y solidaridad para con nuestra infancia.
Verónica Abdala