Insolación en bebés y niños: cómo prevenirla

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Junto con el verano, el tiempo libre y las vacaciones llegan las altas temperaturas y sus riesgos. No siempre es posible mantener a los niños en lugares cerrados con ventilador o aire acondicionado durante los días de mucho calor e intenso sol, más aun si nos encontramos en el río, el mar o la montaña. Pero es posible disfrutar del aire libre teniendo en cuenta los riesgos que corren los niños para así prevenirlos.

Es importante tener en cuenta que la prolongada exposición al sol, sin los recaudos suficientes, trae graves consecuencias para la salud a largo plazo, como enfermedades de la piel (quemaduras, cáncer, arrugas etc.) y consecuencias inmediatas como las insolaciones.
Se llama insolación a la forma más severa de enfermedad como respuesta al calor. Se produce como efecto de la exposición prolongada al sol siendo más riesgosa si el niño se encuentra realizando actividad física. Los síntomas se manifiestan de manera repentina y requieren de tratamiento. El grupo de mayor riesgo son los bebés y los niños menores de 5 años.

Para reconocer si el niño se ha insolado es fundamental saber cuáles son las manifestaciones de la insolación, a saber: temperatura corporal elevada, piel seca, caliente y roja sin transpiración, dolor de cabeza, náuseas y vómitos, mareos, fatiga y desorientación. Frente a la presencia de estos síntomas se pueden implementar medidas inmediatas hasta que se realice la consulta con el médico. Es importante que el niño permanezca a la sombra en lugar fresco. También se puede bañar al chico en un baño de inmersión con agua tibia mojándole la frente con un paño fresco hasta que su temperatura descienda a 38 °. Es fundamental que tome agua. No hay que darles antifebriles.

Para evitar la insolación y no llegar a la instancia de sufrir sus consecuencias, los expertos recomiendan no salir al sol en las horas pico, en lo posible salir por la mañana y después de las 17 horas. Usar ropa liviana de algodón y colores claros. Siempre usar gorro. Procurar que los niños tomen mucho líquido (al menos un vaso grande cada dos horas) y en el caso de los lactantes ofrecerles el pecho con mayor frecuencia. Los bebés menores de dos meses no deben exponerse al sol.

Un recurso indispensable es el uso de cremas bloqueadoras que deben aplicarse media hora antes de la exposición al sol: no evitan la insolación pero sí atenúan el riesgo de quemaduras, que pueden empeorar el cuadro.
Teniendo en cuenta estos recaudos se puede prevenir la insolación de los niños, sin necesidad de que éstos ni sus padres tengan que renunciar a los juegos al sol, a la orilla del mar o al aire libre.

 

¿Cómo prevenir la insolación?

• No exponerse al sol entre las 11 y las 16 hs.
• Usar cremas bloqueadoras media hora antes de la exposición al sol
• Usar ropa clara y  liviana
•  Tomar mucha agua
• Mayor frecuencia de amamantamientos en lactantes
• Usar gorro

 

¿Cómo saber si un niño está insolado?

• Temperatura corporal elevada
• Piel seca, caliente y roja sin transpiración
• Dolor de cabeza
• Náuseas
• Vómitos
• Mareos
• Fatiga y desorientación

 

Golpe de calor

El golpe de calor es el aumento de la temperatura del cuerpo por una exposición prolongada al sol (insolación clásica) o por hacer ejercicios en ambientes calurosos o con poca ventilación al punto de que el cuerpo pierde agua y sales esenciales para su buen funcionamiento.
En estas situaciones, el cuerpo tiene dificultades para regular su temperatura por los mecanismos habituales, como la sudoración por lo que se produce un aumento de la temperatura corporal. El golpe de calor puede presentarse en el momento o después de varios días de alta temperatura. Los síntomas más frecuentes son: sed intensa y sequedad en la boca, temperatura mayor a 39º C (medida en la axila), sudoración excesiva, sensación de calor sofocante, piel seca, agotamiento, cansancio o debilidad, mareos o desmayo, vértigo, calambres musculares, agitación, dolores de estómago, falta de apetito, náuseas o vómito, dolores de cabeza, convulsiones.

Si se produce es importante actuar rápidamente. En primer lugar,  se debe intentar bajar la temperatura del cuerpo de la persona afectada, con hielo o con un baño en agua helada. Además es importante: ofrecer agua fresca (o incluso agua con una cucharadita de sal), trasladar a la persona a un lugar fresco y ventilado, no administrar medicamentos antifebriles, no friccionar la piel con alcohol. El golpe de calor puede ser muy grave, en especial para los bebés y niños pequeños. Por eso, ante los primeros síntomas no demore en consultar al médico o acercarse al centro de salud.

 

Fuentes: Sociedad Argentina de Pediatria (SAP) (www.sap.org.ar) y Ministerio de Salud de la Nación (www.msal.gov.ar).