¿Estamos ante la cuarta revolución industrial?
¿Estamos viviendo la Cuarta Revolución Industrial? Hace dos años el economista alemán Klaus Schwab, conocido por ser el fundador del Foro Económico Mundial, publicó un libro con ese título y le puso así nombre a las transformaciones que estamos viviendo en la actualidad. Aunque la periodización de la historia exige cierta distancia temporal como para analizar mejor los procesos, las transformaciones económicas, sociales y culturales y la aceleración de la vida también impactan en el trabajo académico, que muchas veces cede a la tentación de inaugurar paradigmas. Y máxime, si se hace a través de un libro con pretensiones de best seller o como parte de un liberalismo que es dogmático y endogámico. Pero la urgencia por meter dentro de la Historia a la etapa actual no significa que no estemos viviendo cambios profundos e importantes.
Hasta no hace mucho tiempo atrás, cuando se estudiaba la historia de la humanidad, se señalaba que la Revolución Industrial constaba solo de dos fases. La primera se refería al proceso de transformación económica, social y tecnológica iniciado en la segunda mitad del siglo XVIII en Inglaterra y que, en líneas generales, vio cómo se pasaba desde una economía rural a una urbana, industrializada y mecanizada. Los expertos justifican esa denominación en el hecho de que nunca se habían producido tantos cambios en un período tan corto de tiempo. La Segunda Revolución Industrial se ubica entre la segunda mitad del siglo XIX y 1914 y se caracteriza por la aparición de nuevas fuentes de energía (gas, petróleo y electricidad), nuevos materiales y nuevos sistemas de transporte y comunicación.
Hasta aquí el consenso es unánime. La Tercera Revolución Industrial, también llamada Revolución científico-tecnológica, es en cambio un término mucho más moderno y uno de sus impulsores es el sociólogo estadounidense Jeremy Rifkin. Ubicada aproximadamente entre 1960 y 1990, estaría marcada inicialmente por el desarrollo de los semiconductores para luego dar paso a la computación y la masificación de internet.
La Cuarta Revolución Industrial, por su parte, consiste básicamente en una serie de avances en campos como la robótica, la inteligencia artificial, la nanotecnología y la biotecnología, entre otras ramas del saber técnico. En el marco estrictamente fabril, la Industria 4.0, como también se la conoce, se vale de la automatización y del intercambio de datos para hacer mucho más eficiente la producción. De ese modo, las “fábricas inteligentes” incluyen sistemas ciberfísicos para controlar los procesos, creando una copia virtual de ese mundo tangible que ayude a tomar decisiones descentralizadas. A través de Internet de las Cosas, las máquinas y aparatos comparten información entre ellas en tiempo real, lo que redunda en una mejora muy clara de los procesos.
De todas maneras, la mejora de los procesos en las cadenas de montaje es solo una de las facetas de esta revolución. Para los expertos, incluso para Schwab, este momento de la humanidad “difumina las líneas entre las esferas físicas, digitales y biológicas”. Y las consecuencias son un tanto impredecibles. “Nunca ha habido un momento de mayor promesa, o mayor peligro”, dijo el creador de esta idea de una nueva etapa en la Revolución Industrial.
Como sea, aunque en lo cotidiano no podamos percibir del todo los cambios vertiginosos por los cuales está atravesando el mundo, nadie sale indemne de estas transformaciones. Hay quienes arriesgan cuantos millones de empleos se perderán en los próximos años por el incremento de la automatización. Pero están también los que sostienen que, así como ciertas tareas ya no serán necesarias, irán surgiendo otras nuevas. "Estamos al borde de una revolución tecnológica que modificará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. En su escala, alcance y complejidad, la transformación será distinta a cualquier cosa que el género humano haya experimentado antes", afirmó Schwab.
¿Y cómo se encuentra la Argentina de cara a este momento de la Revolución Industrial? El “Readiness for the Future of Production Report 2018” es un informe del Foro Económico Mundial publicado este año que presenta un ranking de 100 países respecto a cuán bien posicionados están para el futuro de la producción. Nuestro país ocupa el 50° lugar en el listado correspondiente a “estructura de producción” (que encabezan Japón, Corea del Sur y Alemania) y el 75° en el que mide los factores y las condiciones necesarias para capitalizar las tecnologías emergentes y transformar los sistemas productivos (liderado por Estados Unidos, Singapur y Suiza).