El deseo sexual, ¿en un chip?
La difusión que tuvo el llamado “chip sexual” luego de que las actrices Carmen Barbieri y Catherine Fulop revelaran que se lo habían implantado como herramienta para incrementar el deseo sexual, despertó la curiosidad de muchas mujeres sobre su uso, eficacia y eventuales riesgos. La doctora Sandra Magirena, médica ginecóloga, explica que se trata de “un microimplante que se coloca bajo la piel y no es necesario ser removido y que se comercializa como testosterona bioidéntica, pero sin aclarar qué tipo de hormona tiene ni qué dosis”. Y enfatiza: “No hay soporte académico en la literatura médica científica disponible”. Así, este chip –que no está aprobado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), que es el organismo oficial de control de medicamentos– se diferencia de otros debidamente probados: “El más conocido es el implante anticonceptivo, que tiene una hormona derivada de la progesterona y es muy efectivo y seguro y está aprobado por los sistemas farmacéuticos de control y en nuestro país se incluye en el Programa Nacional de Salud Reproductiva”, agrega la especialista.
El objetivo que supuestamente busca el chip es la liberación de testosterona que, explica Magirena, “es la hormona predominante en los hombres, aunque también se produce, en menor cantidad, en las mujeres, y tiene un efecto estimulante del deseo sexual”. Sin embargo, en la Argentina no se comercializan fórmulas para la indicación en la mujer y los organismos internacionales aprueban su uso en mujeres post menopáusicas o con menopausia quirúrgica, bajo un estricto control médico de la salud, por los efectos colaterales y las contraindicaciones para su uso. En caso de hacerlo, la testosterona se administra por vía inyectable, transdérmica u oral.
Sobre las diferencias entre el dispositivo de moda y otras formas de administrar la hormona, la especialista señala que “el ‘chip sexual’ que se comercializa en la web no especifica ni dosis ni tipo de hormona que suministra, en cambio la testosterona que está aprobada como terapia de sustitución hormonal está aprobada y estandarizada por dosis para su uso”. Y advierte que “la prescripción de testosterona es un tratamiento a considerar pero no debe ser indicado rutinariamente a las mujeres con una disminución prematura de la producción de testosterona, o a las mujeres que sufren específicamente insuficiencia ovárica prematura, menopausia quirúrgica o falta de deseo sexual”. Esta terapia hormonal se utiliza en varones con insuficiencia gonadal (de los órganos productores de células sexuales y hormonas), como tratamiento de sustitución, algo que puede pasar en varones jóvenes con hipogonadismo, y también en varones mayores de 50 años como consecuencia de la andropausia.
“El uso de la testosterona de síntesis –aclara– debe ser indicada por un profesional que conozca el manejo de la dosis y con un minucioso estudio previo del historial para evitar consecuencias y efectos colaterales. No existe en la Argentina ninguna presentación de testosterona de uso farmacéutico para utilizar en mujeres, ya que la dosis es mucho más baja que para los varones, pero podemos adaptar las dosis del gel de testosterona disponible en el mercado”.
Al mismo tiempo, señala que “las indicaciones actuales para la práctica clínica sobre terapia con andrógenos de la Endocrine Society incluyen recomendaciones para el uso de testosterona en las mujeres. Sin embargo, se necesitan estudios para sustentar las futuras recomendaciones respecto del papel de la testosterona en la prevención de las enfermedades de la vejez y de la seguridad de dicho tratamiento”. Y alerta sobre efectos adversos en el uso de la testosterona de síntesis, que puede provocar alteraciones en el perfil lipídico, problemas hepáticos, y además está contraindicado en cáncer de mama y de próstata. En las mujeres provoca acné y desarrollo androgénico del vello. En la columna del haber, además de incrementar el deseo sexual mejora la fuerza muscular, previene la osteoporosis, mejora la libido y estimula el trofismo de los tejidos en general y aumenta el rendimiento cognitivo.
¿Qué otros recursos se pueden utilizar para aumentar el deseo sexual? “En 2004 –explica la doctora Magirena–, un panel de expertos de la Food and Drug Administration de los Estados Unidos concluyó que la testosterona transdérmica es un tratamiento efectivo para el trastorno de deseo sexual hipoactivo, pero que la documentación de sus diversas acciones y seguridad en las mujeres es insuficiente. Esto pone de relieve el grado de atraso que tiene la investigación sobre el papel de la testosterona y otros andrógenos en la mujer, comparada con la investigación en los hombres”.
Sobre la ausencia de deseo sexual en la mujer, señala que “se asocia muy frecuentemente con la falta de motivación en el encuentro sexual, por lo tanto el trabajo consistirá en valorar cómo es el vínculo, cuáles son las cosas que a esa mujer en particular la motivan y cuál es el contexto general psicosocial en el que se encuentra. La menopausia puede impactar sobre el deseo, pero lo más importante es el contexto en el que la mujer se encuentra: el juego, el riesgo, la intimidad, son condimentos fundamentales que no pueden faltar a la hora del encuentro sexual, mientras que la rutina o la falta de erotismo en la pareja suelen ser los principales factores desencadenantes de una disfunción sexual”.
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