Cómo enseñar diversidad y género en la escuela
Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas. Rosa y celeste. Muñecas y cocinitas para ellas, pelotas y autitos para ellos. Prohibido que el nene juegue con la muñeca o que la nena patee la pelota. Mariquita y marimacho. Mamá cocina, papá trabaja. Ya vas a ver cuando venga tu padre. Preguntale a mamá. Escuelas para ellas, donde juegan al hockey o a la pelota al cesto (hoy cestoball) y escuelas para ellos, con fútbol y rugby. Las cosas como deben ser.
Con estas consignas, casi dogmas, se educaron y desarrollaron desde el comienzo de nuestra historia generaciones y generaciones de argentinos (en el mundo, en general, también), hasta que la cosa empezó a cambiar, lentamente, unas décadas atrás, aunque no para todos. Aún hoy, como puede comprobarse casi a diario, sobreviven restos de aquella educación unívoca que se niega al cambio aunque lo proclame. Incluso cuando se trata de preservar la salud, como en la prevención de enfermedades de transmisión sexual con el uso del preservativo o con la posibilidad de interrumpir voluntariamente un embarazo de manera legal, segura y gratuita.
Es el tema sexual, justamente, el que más resistencia genera. Pero no es el único. O, en todo caso, lo es un sentido amplio, transversal, por donde transitan otros fenómenos. Género, discriminación, violencia, feminismo, abuso, cuerpo, afectividad, familias. En Diversidad y género en la escuela (Editorial Paidós), la comunicadora, escritora, investigadora y docente universitaria Gabriela Larralde pasa revista a 150 libros y recursos TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) para abordar la Educación Sexual Integral (ESI). Fueron las leyes de ampliación de derechos de la década anterior y comienzos de esta las que, más allá de cómo se estén implementando actualmente, le ponen el marco a este salto de calidad en la materia: la ESI, de 2006, que establece que “todos los educandos tienen derecho a recibir educación integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada”; la de matrimonio igualitario (2010); la de identidad de género (2012); la de protección integral a las mujeres, más conocida como Ley de femicidio (2012).
Si bien el libro está orientado a los docentes, para ayudarlos a decidir qué temas tratar con sus alumnos y de qué manera hacerlo, también funciona muy bien como una guía para padres. La mayoría de las obras que Larralde enumera y reseña no se ocupan de cuestiones pedagógicas o didácticas. Se trata de libros de literatura infantil que abordan la temática de manera muy diversa y amplia, en los que no necesariamente hay un objetivo declarado de dejar un mensaje o enseñanza o moraleja, como en los más tradicionales, aunque en gran medida sí lo hacen y por eso se convierten en recurso para que docentes y padres encaren con los chicos temas que generan temores, misterios y, en algunos casos, controversias injustificadas.
Explica Gabriela Larralde: “Esta guía tiene como propuesta la generación de una poética del género para una lectura que pueda agregar –desde la ficción o desde los libros informativos– representaciones sociales que cuenten con variedad de personajes y dilemas. Cada una de las obras que leí para completar los capítulos de este libro me atravesó. Son libros que se espejan en la realidad, que cuentan una historia o que a través de la ficción llevan los límites de la realidad un poco más allá. Sus personajes sufren, tienen que tomar decisiones, son discriminados, marginados, deben salir a un mundo que los rechaza, y también son mujeres y hombres amados que disfrutan, desean y eligen sus caminos”.
Los cinco grandes capítulos que contienen el corazón del libro son la representación de temáticas bien diferenciadas. En “Respeto por la diversidad” la autora aborda temas como estereotipos de género, identidades de género y orientaciones sexuales, identidades trans. En “Género y feminismos” los temas son estereotipos de lo femenino, maternidades, patrones hegemónicos de belleza, violencia de género, el papel de la mujer en la historia. “Familias y crianzas” encara asuntos como conformaciones familiares y prácticas de crianza, familia tipo (“ninguna”), familias homoparentales, vínculos con hermanos, familia y dictadura. Los sentimientos, los primeros amores, los amigos, la muerte son abordados en “Valoración por la afectividad”. Y en “El cuidado del cuerpo” se habla de cuerpo y deseo, menarquía, embarazo adolescente, aborto, abuso sexual infantil, enfermedades de transmisión sexual.
En cuanto a los autores, los hay argentinos (entre ellos, María Teresa Andruetto, Márgara Averbach, Adela Basch, Elsa Bornemann, María Inés Falconi, Nadia Fink, Isol, Vanessa Jalil, Patricia Kolesnicov, Graciela Montes, Sergio Olguín, Luis María Pescetti, Antonio Santa Ana, Silvia Schujer, Dani Umpi, María Elena Walsh) y extranjeros (Jutta Bauer, Christian Bruel, Roald Dahl, Ian Falconer, Jacky Fleming, Mark Haddon, David McKee). Y títulos como Abuelas de Plaza de Mayo para chic@s (en una colección que incluye libros sobre Alejandra Pizarnik, Mujeres zapatistas, Ni una menos, Norita Cortiñas); la colección Antiprincesas (Violeta Parra, Clarice Lispector, Frida Kahlo, Gilda, Juana Azurduy, Liga de Antiprincesas, Alfonsina Storni, Evita); Cómo cocinar un plato volador; Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes; El curioso incidente de un perro a medianoche; Familias de todos los colores; Guía sexual para chicas y chicos (súper) modernos; Los ojos del perro siberiano, Mi mamá conduce el subte (colección que incluye otras actividades de “mamá”: albañil, cirujana, electricista, referí, taxista); la serie No quiero ser princesa, quiero ser… (astronauta, capitana, matemática, presidenta, zoóloga), entre otros.