La salud mental, con enfoque cooperativo
“Primero fue un centro médico psicológico pero cuando tuvimos que darle una personería jurídica, la que más afinidad tenía con nuestras ideas era la cooperativa de trabajo. No me interesaba que fuera una asociación civil y menos una sociedad comercial. También podría haber sido una fundación, pero la cooperativa era lo más indicado, y prácticamente funcionábamos como una cooperativa de hecho. Esa personería jurídica se hizo efectiva el 1º de mayo de 1986, con nuestra primera asamblea de socios -la asamblea constitutiva- que tiene además, por la fecha, un alto valor simbólico”. Así lo explica a Revista Cabal el Dr. Alfredo Grande, médico psiquiatra, presidente honorario, socio fundador (el único en actividad) y director clínico de ATICO Cooperativa de Trabajo en Salud Mental.
Pero, ¿hay un modo cooperativo de la atención de la salud mental? “Para los pacientes, la cooperativa tiene una resonancia amigable. Las derivaciones que recibimos tienen que ver muchísimo con trabajadores, con compañeras y compañeros de militancia, personas que podríamos denominar progresistas, siempre ligadas a sectores intelectuales, fábricas recuperadas, algunos sindicatos, en definitiva un target muy ligado al trabajo, afín a la idea de cooperativa de trabajo, ese modo diferente existe”, señala Grande. Y agrega: “Cuando el paciente llega no lo hace por default, hay un imaginario, a veces nos conocen de otros ámbitos, porque hemos trabajado mucho en lo comunitario, entonces sí, hay un efecto palpable de lo cooperativo tanto en el paciente y en su grupo familiar como durante el tratamiento. El nuestro se diferencia claramente del modelo empresarial de salud mental de tercerización permanente. Acá el profesional, al ser socio, no tiene la misma transferencia institucional que cuando está tercerizando un trabajo, por ejemplo con una prepaga. Algunos, por supuesto, coexisten, pero son dos modos muy diferentes de abordar la tarea clínica en salud mental”. La prueba es que hay quienes tienen algún tipo de cobertura pero prefieren atenderse en ATICO, a donde en general llegan recomendados por otros pacientes.
Por su parte, la licenciada Gabriela Gamboa, presidenta del consejo de administración de ATICO y socia de la cooperativa desde 1996, cuando se produjo una suerte de segunda fundación, explica que “hay otra implicancia, otro tipo de empatía, no es impersonal como suele ser en otro tipo de organizaciones médicas. Hay pacientes que vienen desde hace muchos años, que han derivado a otros, varias generaciones de una misma familia… Nosotros tenemos un centro de salud mental ambulatorio, integrado por psicólogos y psiquiatras, con terapia individual, familiar, vincular, grupal. Tenemos un área llamada ImplicArte, porque tenemos una concepción de la salud que no tiene que ver con una determinada manera de abordar al paciente, sino que también incluimos ámbitos terapéuticos como los artísticos, con talleres coordinados por su director, Oscar Ciancio, o el psicodrama. Consideramos que el recurso artístico es naturalmente terapéutico. También hacemos trabajo comunitario a través de charlas, cursos y seminarios en diferentes lugares”.
“Le damos mucha importancia a la relación con el paciente –suma Grande–, de hecho hacemos un ateneo semanal para estar al tanto de cómo evolucionan los tratamientos, donde todos aportamos, porque de alguna manera nuestros pacientes también son propiedad social. Es lo que podríamos llamar, en términos psicoanalíticos, transferencia institucional positiva, a diferencia del fenómeno de burocratización del psicoanálisis. Nosotros intentamos ser un espacio no burocratizado, donde no existe la neutralidad, donde interactuamos en la sala de espera, donde la secretaria por ejemplo, está involucrada también, porque es socia, etc. En síntesis, somos serios pero no solemnes. Porque a mayor solemnidad, menos seriedad”.
Con la imagen de Sigmund Freud en la pared –junto a la de Carlos Gardel–, Grande sostiene que el fundante de ATICO no es a qué teoría psicoanalítica adhiere sino la atención de la salud mental a través del trabajo cooperativo. Pero reconoce, sin embargo, que dentro del ancho universo del psicoanálisis se ubican en el campo freudiano, “para ser más estrictos, en la psicoterapia psicoanalítica, pero por supuesto incluimos abordaje psiquiátrico y eventualmente farmacológico cuando es necesario. Pensamos la salud mental de un modo integral, consideramos que lo opuesto a la salud mental no es la enfermedad. La salud mental alude a una potencialidad, y esa potencialidad a veces está acotada. Hay personas sanas que tienen algún trastorno en, por ejemplo, su afectividad y personas que se consideran muy enfermas y sin embargo tienen adaptaciones bastante criteriosas. Para nosotros la salud mental es una forma de que el sujeto llegue a dar todo lo que pueda, a pesar de algunos conflictos que tenga”.
El fundador de ATICO –que tuvo un máximo de 32 socios y hoy está integrada por 15 asociados, entre ellos la directora científica, María Angélica Iglesias, y la directora de integración cooperativa, Susana Gerszenzon– también destaca que el trabajo cooperativo, aunque genera alguna utilidad, no busca el lucro, y que la entidad se encuentra apenas por encima del nivel de subsistencia. Con el agravante actual de tener que dejar la propiedad donde funciona desde sus comienzos. “Esto –dice Gamboa– se da en un momento complicado, sin capacidad de compra, viendo dónde podemos ir. Estamos preocupados por la continuidad, tratando incluso de ver si alguna de las propiedades libres que tiene el Estado, tanto a nivel municipal como nacional, podría ser utilizadas por ATICO, ya que se trata de una entidad cooperativa, sin fines de lucro. Pero hasta el momento no hemos tenido respuesta a nuestra necesidad”. La cooperativa está haciendo campaña para tratar de solucionar el problema, que no es menor, hoy vehiculizada a través de una página en Facebook (https://www.facebook.com/unacasaparaatico/).
Todo esto en un contexto de crisis (que Grande considera que es de “catástrofe”) social y laboral, inflación, temas que aparecen por supuesto en la consulta, del mismo modo que los pedidos de revisión de honorarios, menor cantidad de sesiones, etc. “Mucha gente se considera culpable de la situación por la que está pasando. El primer abordaje, según nuestra concepción, es que no hay salud mental cuando el sujeto está cargado de culpa, y la culpa tiene un alto poder destructivo. Cuando logramos desculpabilizar al sujeto de la situación catastrófica por la que atraviesa, no estará feliz pero sí menos enfermo que antes, porque en lugar de dirigir toda la agresión hacia sí mismo empieza a recuperar la capacidad de entender con quiénes realmente se tiene que enojar. Dejar de preguntarse ‘¿qué hice mal?’ y preguntarse ‘¿qué hicieron mal para que yo esté en esta situación?’ Y aunque a lo mejor sigue sin trabajo o con dificultades económicas, su posición subjetiva cambia”.
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