Entrevista a Ricardo Forster

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Con seguridad la reunión en su tipo es la más importante de las realizadas en la Argentina en muchas  décadas, el Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad, llevado a cabo en el Teatro Cervantes entre el 19 y 21 de marzo, tuvo una muy fuerte repercusión y movilizó a cientos y cientos de jóvenes y adultos de ambos sexos altamente interesados por sus contenidos y el nivel intelectual de los invitados, entre los que participaron figuras de prestigio internacional como Noam Chomsky, Ignacio Ramonet, Gianni Vattimo, Iñigo Errejón, Emir Sader, Horacio González y muchas otras personalidades relevantes. Eso, además de contar con una amplia difusión a través de la televisión pública y distintos sitios de Internet. En un balance sintético de lo ocurrido allí, Ricardo Forster, secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, organizador en nombre del Ministerio de Cultura de la Nación de ese encuentro, señaló algunos de sus rasgos más sobresalientes para la Revista Cabal.

     Fueron tres días de verdadero disfrute para todos aquellos que alientan el desarrollo de un pensamiento crítico vigoroso y despierto, atento al estudio y el debate de los grandes problemas que se le plantean a cualquier movimiento de transformación social. Disfrute enriquecido por la   amplitud de enfoques y puntos de vista que se expusieron y la calidad de los oradores, todos ellos procedentes de experiencias políticas de cambio muy diversas en Europa y América Latina. Y si bien la expectativa de los organizadores era razonablemente optimista, la convocatoria del Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad, realizado en el Teatro Cervantes entre el 19 y 21 de marzo pasado, superó largamente los cálculos iniciales, circunstancia que refleja y es efecto a la vez de la profunda mutación política que vive la sociedad argentina, proveedora de núcleos y sectores de la comunidad cada vez más interesados en lo que les sucede en su presente vivo y existencial y en los problemas que derivan de él.

      “Sí, en verdad, fueron tres días intensos, riquísimos, desplegados en una atmósfera de gran entusiasmo, que sorprendió a los propios invitados –dijo Ricardo Forster, el principal impulsor de este encuentro desde la secretaría que encabeza en el ministerio de Cultura-. La gente y los invitados vivieron las tres jornadas en un clima de intercambio muy especial. El recorrido del programa tuvo un diseño muy potente e interesante, que generó mucha devolución y despertó en los invitados muchas ganas de encontrar mecanismos de continuidad de este foro. Pero, se sabe, siempre lo difícil es como continuar. Los griegos tienen ganas de hacer algo en Atenas. Habrá que ver qué pasa. Lo cierto es que se trata de un primer mojón, que ha creado un gran fervor y que hay que seguir impulsando.” Respecto al virtual ocultamiento que hicieron los medios hegemónicos del hecho, Forster comentó: “Era esperable, pero el silenciamiento fue grosero, brutal.  Si no tienen algo grave que decir, capturar algún episodio para convertirlo en una denuncia estrepitosa, esos medios prefieren velar las cosas. No se había hecho, por lo menos en las últimas décadas, un foro de estas características en el país. Sin embargo, salvando alguna ‘nota de color’ absolutamente menor, no se cubrió este acontecimiento. Por supuesto, se les otorgó acreditación a todos los periodistas que lo pidieron, pero, bueno, encargarse de registrar lo que pasó hubiera significado mostrar algo que se quería tapar. Entonces, lo mejor para ellos fue ocultar los hechos.  Igual esa actitud no logró acallar el acontecimiento. Las repercusiones fueron muy grandes y circuló información del foro por unos sesenta países, sin contar con las miles de entradas que se distribuyeron aquí y la difusión que le otorgaron la televisión pública y los distintos sitios de Internet en que se exhibió. Es casi seguro que haremos un libro con todo el material de las mesas redondas y también un documental. Fueron siete mesas con veintiocho ponencias o un poco más, de modo que hay abundante reflexión para editar, a lo que hay que agregar los reportajes que se le hicieron a varios de los asistentes en la TV pública.”

En cuanto al tiempo que llevó preparar el simposio, el entrevistado explicó: “Al crearse la secretaría de Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional, a mediados del año pasado, nosotros concebimos varios programas, uno de los cuales estaba pensado como un foro cuyo título sería: Diálogos del Atlántico entre América Latina y Europa. El objetivo era generar un ámbito, un espacio en el que intervinieran importantes figuras de lo que nosotros considerábamos las experiencias políticas más notables de los últimos años en América Latina y las más recientes en Europa, a fin de crear las condiciones para un diálogo que hoy es más bien raro que se produzca. No hay intercambios o los que hay son muy pocos. Quizás los que tuvieron algo más de contacto con América Latina fueron los del partido español Podemos y en su momento el dirigente griego Alexis Tsipras, de Syriza, en el 2012. Y fue muy bueno que pudieran acudir a Buenos Aires figuras como Martina Anderson del Sinn Féin de Irlanda, la socióloga Marisa Matías de la izquierda portuguesa, Iñigo Errejón de Podemos, los parlamentarios de Syriza, y dialogar y encontrarse con el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera, la ex senadora colombiana Pilar Córdoba, la diputada comunista chilena Camila Vallejo, Gabriela Montaño (presidenta de la Cámara de Diputados de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia), Gabriela Rivadeneira (presidenta de la Asamblea Nacional de Ecuador) o el conocido periodista y teórico brasileño Emir Sader. Fue una mezcla muy atractiva y un trabajo que demandó varios meses. Y mientras preparábamos el foro surgió la posibilidad de invitar a Noam Chomsky, una presencia que le podía dar una consistencia muy especial al encuentro. Y una vez que tuvimos el sí del gran lingüista y ensayista norteamericano, procuramos que los días de convocatoria se fijaran en torno a la fecha en que él podía venir. Lo demás fue compaginar las agendas, propósito al que todos sirvieron con la mejor de las disposiciones.”

       “Creo que al comenzar el Foro, todos pudieron percibir de inmediato la envergadura del acontecimiento al que habían sido convocados –prosiguió Forster-, su significación política y el impacto que podía tener en el futuro inmediato. Y, sobre todo, la singularidad del momento en que se realizaba, en un contexto latinoamericano difícil por las situaciones que atraviesan Venezuela, Brasil y la propia Argentina. En ese aspecto, el peligro de que se desestabilice tanto a Venezuela como a Brasil y Argentina fue advertido por la mayor parte de los oradores, que no solo expresaron su solidaridad con esos procesos sino que remarcaron la necesidad de fortalecerlos. La verdad es que la reunión cayó en el instante adecuado, justo. Y fue un foro con muchos matices, para nada lineal, con distintas características en los discursos de los que participaron. Incluso recuerdo que un periodista me preguntó si no creía que al foro le faltaba diversidad. Y le contesté: ¿a vos te parece que no hay diversidad entre Noam Chomsky, que viene de una tradición libertaria, atea, que es un hombre formado en la tradición de la contracultura norteamericana y crítico radical del Imperio, y Marcelo Sánchez Sorondo, por ejemplo, que es monseñor y canciller de la Academia de Ciencias del Vaticano? Lo único común entre todos, para darle envergadura al asunto, era la idea de poder debatir esos dos conceptos que fueron el centro lingüístico de la cita: emancipación e igualdad. Todos, de un modo u otro, piensan en alternativas de sociedades más justas. Después, todo lo demás se puede discutir entre quienes vienen de la izquierda, de la izquierda marxista, de una izquierda cristiana o de tradiciones nacional-populares. No es lo mismo la experiencia de los griegos de Syriza que la de los españoles de Podemos. No es lo mismo la experiencia de los ecuatorianos que la de Camila Vallejo, que es una militante del Partido Comunista de Chile, o la de Álvaro García Linera, que produce una síntesis entre lo que era la izquierda marxista boliviana y el movimiento indigenista. En ese sentido, creo que fue un foro complejo, amplio, donde se escucharon cosas muy interesantes que tienen una gran potencialidad y mucha amplitud significativa.”

Un rasgo muy particular de esta convención fue la presencia de muchísimos jóvenes entre los asistentes, pero también en alguna de las mesas redondas. “Nos interesaba de manera especial que hubiera una mesa dedicada a la nueva generación –prosiguió Forster-. Por eso armamos una donde estuvieran varios líderes latinoamericanos cuyo promedio de edad rondara los treinta y pico, tomando como dos de sus referencias a Camila Vallejo, por un lado, que es la más joven y tiene 26 años, y por el otro a Axel Kicillof, que cumplió 41 años. Eso implicaba una lectura de la época y algo que a mí me interesaba especialmente y también al equipo que trabajó en la preparación del foro, que era mostrar los vínculos generacionales, exponer que estaba muy bien reivindicar la emergencia de los jóvenes irrumpiendo en la política con una nueva perspectiva, pero también la de señalar los lazos comunicantes, los vínculos que los unen a las generaciones previas. Y había entre los más maduros algunas voces notables como las de Leonardo Boff, Emir Sader u Horacio González. Se trataba de subrayar las continuidades en esa lucha por la emancipación y la igualdad, aunque cada generación, constatadas las inevitables metamorfosis históricas, tuviera una experiencia propia con esos conceptos. Bueno, el foro se armó bajo esa perspectiva. Y también remarco como otro elemento digno de destacar que el foro desmintió ese prejuicio, a veces persistente, de que los intelectuales, los teóricos y los académicos están por un lado, y la política y los políticos por otro. Este fue un foro de intelectuales, con mayoría de invitados provenientes de prácticas intelectuales o académicas, pero que están profundamente incorporados a la lucha política, uno como vicepresidente de un país, otro como diputado o como cabeza teórico-política de su movimiento, un tercero como titular de una asamblea legislativa. Los casos son diversos, pero siempre dentro de la lucha política. Este encuentro contribuyó a romper esa sospecha, esa falsa dicotomía, esa lógica de distancia que pone en distintos lugares a los que teorizan por un lado y del otro a los que estarían metidos en el barro de la historia y hacen.”

   Otra idea que el foro ayudó a aventar es aquella que presume que el lenguaje político serio ahuyenta a la gente, dijo Forster. “A nosotros nos interesa mucho, en el trabajo que hacemos desde la secretaría, mostrar que la complejidad del lenguaje no está distanciada de la posibilidad de una interpelación efectiva sobre un amplio espectro social –redondeó-. Yo comparaba lo ocurrido en el Teatro Cervantes –si bien son hechos diferentes, pero susceptibles de leerse sobre una perspectiva compartida- y el discurso de casi tres horas y media de Cristina el 1º de marzo, con una plaza con más de 300 mil personas que siguieron con una atención impresionante lo que decía la presidenta. Una exposición conceptual, que recorrió todo un camino para explicar la educación, la ciencia, la economía, etc., y tuvo momentos de mucha emotividad, pero que exigía, sobre todo una gran atención. Lo mismo pasó con la audiencia del foro, que oyó con idéntica concentración los discursos de las personalidades convocadas, todos ellos alejados de la frase hecha, de esa estructura del marketing publicitario en el que termina de constituirse el discurso hegemónico de la época. Este es un tema central. En la jornada del jueves, y también la del viernes, hubo más de ocho intervenciones, algunas incluso más largas de lo que se había pensado originalmente y la gente las escuchó con un alto nivel de interés. Y eso es también importante porque le otorga al lenguaje político una dimensión completamente antagónica a su reducción a clisés, a frases hechas, a frases de zócalo y respeta la inteligencia del otro, al que le interesa y lo motiva participar en un evento cultural donde se habla con la rigurosidad del lenguaje que se usó en el Teatro Cervantes a lo largo de los tres días. Esa es también una clara definición política, ideológica y cultural en este tiempo de degluciones rápidas, de periodismo y medios dominados por el amarillismo.”
                                                                                                                                                                    A.C.