Entrevista a Pedro Brieger
Desde hace un tiempo, si un lector entra en Internet y escribe www.nodal.am puede ingresar a un portal de noticias sobre América Latina, que dirige el periodista especializado en temas internacionales, Pedro Brieger, que aporta una vasta y valiosa información, habitualmente ausente en los diarios y publicaciones del país, sobre distintas naciones de la región. Nodal, como lo comenta el periodista de Canal 7 y columnista de Acción a nuestra revista, llena en ese sentido un vacío en materia de análisis y coberturas sobre lo que sucede en el ámbito latinoamericano y caribeño.
Con el objeto de conversar sobre este punto y otros temas que se han suscitado en los últimos tiempos en el panorama mundial (las relaciones de Estados Unidos con América Latina, el conflicto sirio, los recientes discursos en las Naciones Unidas de las mandatarias argentinas y brasileñas, etc.), Revista Cabal dialogó días atrás con Brieger en el edificio del Centro Cultural Caras y Caretas.
¿De qué manera se informaba antes de Nodal cualquier persona que quisiera tener alguna información sobre la región?
Para saber qué pasaba en América Latina había que entrar diario por diario a los distintos países de la región, a los de la República Dominicana, El Salvador, la Argentina, Chile, etc. Hoy Nodal cubre ese espacio. Es un sitio al que uno entra y en segundos se puede ver todo lo que sucede en América Latina y el Caribe. Análisis e informaciones latinoamericanistas y caribeñas de primer nivel, que nos permiten saber lo que ocurre de la propia boca de los protagonistas o de los analistas y no dependen en este aspecto de las agencias de noticias internacionales, que hay infinidad de temas que omiten. El portal tiene todos los días nuevas noticias, se renueva permanentemente.
Hablando de América Latina, ¿cómo es hoy su relación con Estados Unidos? Durante mucho tiempo se dijo que la potencia del norte se había despreocupado de su “patio trasero”. ¿Eso es así? O, en todo caso, ¿sigue siendo así si es que alguna vez aquello fue verdad?
Creo que Estados Unidos nunca dejó de mirar a su “patio trasero”. Ese es un error inducido por los propios estadounidenses en su discurso. Se pretendía convencer a la región de que, desde las Torres Gemelas, Estados Unidos se había dedicado a Irak, Afganistán y otros temas, y había abandonado a América Latina. Eso es falso. Estados Unidos nunca abandonó el Plan Colombia, no cesó el bloqueo a Cuba, su gran proyecto para la región era impulsar el ALCA, que fracasó, pero no porque Washington dejara de mirar a América Latina sino por la oposición del Mercosur y Venezuela en Mar del Plata en 2005 que hicieron abortar el intento de instalar el tratado de libre comercio en la región.
Hubo además infinidad de gestos que demostraban que Estados Unidos no estaba desatento de lo que ocurría aquí.
El sistema tradicional de presiones que despliega la primera potencia mundial no se detuvo, fuera a través de las organizaciones mundiales como el Banco Mundial o el FMI o de manera más directa, a través de sus embajadores interviniendo directamente en los procesos electorales, como ocurrió en Bolivia, Nicaragua y El Salvador. Continuó con la aplicación del tratado de libre comercio en los países donde había logrado firmarlos, amplió sus bases militares allí donde se lo permitieron. Es un error conceptual sostener que Estados Unidos alguna vez se despreocupó de su “patio trasero”, un error difundido por políticos, empresarios o comunicadores a los que les gustaría que Estados Unidos tuviera más ingerencia o pudiera hacer todavía más negocios en la región.
Además, de hecho las nuevas operaciones por reinstalar el ALCA dejan en claro que el interés de EE.UU. sigue intacto.
Sí, sobre todo las operaciones que se realizan a través de la Alianza del Pacífico y la ampliación de bases en Colombia. El tema militar no ha sido abandonado.
Tal vez aquella idea se alimentaba en que hubo un tiempo en que la principal energía del país se destinaba al esfuerzo militar en Irak o Afganistán.
Es que esa constituye otra energía. Lo que sucede en Irak o Afganistán son guerras puntuales, invasiones. Y esto tiene un efecto mediático muy fuerte, muy superior a los negocios o el tema del ALCA, pero esta alianza comercial era un proyecto para América Latina que tenía por objetivo en primer lugar beneficiar a todas las empresas estadounidenses. Por eso la sede iba a estar en Miami y se calculaba que habría en esa ciudad cerca de 70 mil personas destinadas a la entidad.
De hecho en donde se ha podido aplicar el ALCA ha perjudicado notablemente a los países más débiles y favorecido a las empresas norteamericanas.
En México se aplica desde hace muchos años y con resultados nefastos para ese país.
Los tratados de libre comercio siempre benefician a los más grandes. Los discursos de las potencias que los propician, sea Estados Unidos o las europeas, dicen que son tratados para beneficiar a los países más chicos, pero en realidad no es así. Siempre terminan beneficiando a los poderosos. Los ejemplos son claros. Para no hablar en abstracto y ver temas concretos. Si se establece un tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Colombia por ejemplo, el primero de los dos países tiene la capacidad como para exportar cualquier cosa a Colombia y hacer publicidad y difusión de sus productos, cosa que los colombianos no pueden hacer en Estados Unidos porque es extremadamente costoso. Entonces son condiciones de penetración de los productos sumamente desiguales. Esto lo explica siempre el economista Mario Rapoport respecto a los tratados de reciprocidad con los británicos. Los británicos podían navegar en el Río de la Plata y los rioplatenses en el Támesis, eran en apariencia los mismos derechos, pero, claro, ¿quién tenía la flota para hacerlo? Los británicos y no los de acá.
El caso de la exportación de tomates o del atún mexicanos a Estados Unidos es un buen ejemplo también que usted dio en alguna oportunidad.
Si, es un ejemplo claro. Los mexicanos podían exportar tomates a Estados Unidos y este país a México. Los tomates de los estadounidenses entraban sin problemas, los mexicanos no porque supuestamente tenían problemas fitosanitarios. Entonces su ingreso era hasta dos kilómetros más allá de la frontera. El resto del transporte debía hacerse en transporte norteamericano que, obviamente, aumentaba notablemente el precio del tomate. Y así los perjudicaban. Con el atún ocurrió algo similar. Las entidades ecologistas comenzaron a achacarle con que el método de pesca que empleaban los mexicanos en el Pacífico, que es creo el de barrida, mataban a todos los delfines. Así que mientras mantuvieran ese método, y el cambio era muy costoso, no podían vender su atún en el país vecino.
¿No cree que hacía rato que no se escuchaban discursos tan fuertes en las Naciones Unidas como los de Dilma Rousseff y Cristina Fernández de Kirchner?
Es verdad que, ante la ausencia de Hugo Chávez, que tenía un discurso poderoso, grandilocuente y de características muy particulares, algunos países asumieron el rol de criticar a los Estados Unidos en temas puntuales. Dilma Rousseff muy afectada por el espionaje tomó la decisión de cancelar un viaje a Estados Unidos donde iba a ser recibida como jefa de Estado. Esto para Brasil fue muy fuerte y su gesto tiene una gran fuerza simbólica para América Latina. El hecho de cancelar un viaje a la primera potencia mundial no se hace todos los días. Y varios discursos críticos a los Estados Unidos fueron importantes, en especial por el efecto que tiene sobre América Latina y por lo que significa el plantarse ante Estados Unidos y decirle que hay límites. En la época de las relaciones carnales esas actitudes se veían como viejos gestos de un antimperialismo infantil. No hay nada de infantil cuando Estados Unidos espía Petrobras o los correos electrónicos de la presidenta de Brasil.
¿La propuesta rusa por el caso sirio abre algunas nuevas opciones en lo internacional?
Creo que es un golpe para los Estados Unidos. Los rusos hicieron una maniobra diplomática brillante, se agarraron de una frase de John Kerry, que planteaba hipotéticamente la posibilidad de un desarme químico por parte de Siria, y dijeron: vamos adelante con esa propuesta. De ese modo dejaron mal parado al gobierno de Obama, que, aunque esa frase era retórica, no respondía a una verdadera intención, no pudo decir que no y tuvo que aceptarlo. Y de hecho la última resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas retoma más la línea de lo planteado por la diplomacia rusa que la norteamericana, entre otras cosas porque no deja abierta la posibilidad de una intervención directa o abierta de los Estados Unidos, que era lo que Washington quería. En este sentido se podría decir que Washington perdió una batalla importante.
¿Usted ve alguna posibilidad de cambios dentro de las Naciones Unidas después de estos hechos?
Creo que no hay que engañarse respecto de las Naciones Unidas, que es fruto de un acuerdo entre las potencias victoriosas después de la Segunda Guerra Mundial, un acuerdo que establecía un equilibrio de poder entre la Unión Soviética y los Estados Unidos y las potencias europeas coloniales por excelencia como Francia y el Reino Unido. Luego, como se sabe, se incorporó China. Hoy el equilibro de poder es distinto, la Unión Soviética desapareció y la Federación Rusa no ocupa el mismo lugar. Estados Unidos es la única superpotencia. Llegar a un nuevo acuerdo que limite el lugar que ocupa Estados Unidos me parece muy difícil. No me parece que Estados Unidos lo vaya a permitir, salvo que se vea extremadamente debilitado por situaciones internas y externas, que hoy por hoy es una circunstancia que no se ve.
¿Y en qué medida puede influir en la posibilidad de esos cambios la existencia de nuevos conglomerados regionales?
Lo que pasa es que Naciones Unidas es el único lugar que reúne hoy a todos los países del planeta, cualquier organismo regional (Unasur, Celac, Mercosur, ALBA), tienen las limitaciones de ser organismos regionales y tampoco se proponen ser organismos que puedan regir los destinos del planeta. El único lugar donde se encuentran todos es en las Naciones Unidas y como tal hoy es una institución que parece irremplazable. Eso no significa que con el tiempo no cambie.
¿Cómo ve la posibilidad de un triunfo de Michele Bachelet en Chile? ¿Puede beneficiar al arco progresista de la región?
Primero hay que ver si Bachelet gana. Las encuestas marcan una diferencia importante, pero las encuestas son de desconfiar. Y nunca son lo mismo las encuestas que se hacen unos meses antes de la votación que las que tienen lugar en la proximidad de ellas. La derecha sigue teniendo un voto cautivo importante, pero sin lugar a dudas Bachelet se arrimaría al eje progresista dentro de la región, sin abandonar la Alianza del Pacífico. Pero seguramente se estrecharían los vínculos con la Argentina, con Bolivia, con Brasil. Habría además tres mujeres presidentas en la región. Esto podría tener un cierto impacto, aunque es difícil evaluarlo de antemano. Primero hay que ver si Bachelet gana, luego con qué diferencia gana y si tiene mayoría en el Parlamento. Eso no lo podemos saber.