Entrevista a Javier Daulte

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Con tres espectáculos en cartel y su primera novela recién editada el dramaturgo presenta su obra más reciente y cuenta qué hay que tener en claro a la hora de dirigir grandes actores. 

No es solamente prolífico Javier Daulte, es que este director, dramaturgo y guionista de verdad está estrenando obras todo el tiempo, incluso varias a la vez. Sin ir más lejos, ahora dirige Nuestras Mujeres (de Eric Assous, con Arturo Puig, Jorge Marrale y Guillermo Francella) y Los vecinos de arriba (de Cesc Gay, con Florencia Peña, Julieta Vallina, Rafael Ferro y Diego Peretti), ambas en el Metropolitan. Pero también tiene su propio espacio teatral, el Callejón, donde por estos días se puede ver Clarividentes, una pieza de su autoría. Además en febrero pasado publicó su primera novela, El circuito escalera, una historia con elementos del policial y del melodrama que protagoniza un tal Walter, director teatral exitoso que al inicio de la trama tiene 44 años y al final cumplió 50.

¿Estás ahí?, Nunca estuviste tan adorable, El hijo de puta del sombrero gris y Baraka se cuentan entre las decenas de obras que escribió y/o dirigió y a las que se suman algunos guiones televisivos –como Para vestir santos, Fiscales y Silencios de Familia- además de un trabajo constante como docente de dirección y dramaturgia.

Suele relatar que venía haciendo teatro desde adolescente, pero no le iba ni de casualidad. “Ni bien ni mal: no me iba”, dice, y un poco por eso terminó la carrera de Psicología, que de todos modos nunca ejerció. En el ‘82 una amiga mandó  una obra suya, Por contrato de trabajo, al Royal Shakespeare Festival of New York, donde recibió una mención especial. Más tarde llegaría Óbito, que él mismo considera su primera obra, y luego el ya disuelto combinado de autores “Caraja Ji”, donde compartió publicaciones con Rafael Spregelburd, Jorge Leyes, Alejandro Tantanian, Carmen Arrieta y Alejandro Robino.

“A veces me preguntan por mi estilo -comentó en una charla para el Departamento de Artes Audiovisuales de la Universidad Nacional de las Artes-, y yo pienso que parte del estilo tiene que ver con todo aquello que en un artista se repite. Por ejemplo: en una película de Woody Allen no hace ni falta que pongan los créditos, y sin embargo uno ya se da cuenta quién es el director”. El caso es que según Daulte eso no configura una virtud, “porque lo que uno como artista quiere evitar es repetirse, aunque esa repetición se vuelve medio inevitable. Así y todo lo que intento es que cada obra que hago sea completamente diferente a la anterior”.

La comedia, los personajes osados, las grandes tragedias, el thriller, varias adaptaciones y hasta biografías aparecen dispersas en un corpus cuyos títulos van y vienen de la cartelera, algunas veces remozados o incluso bajo el mando de otros directores. Fue el caso de Criminal, un clásico de Daulte estrenado en el Auditorio de la Facultad de Psicología de a UBA en 1995 y que con los años sería repuesto en muchísimas oportunidades, infinidad de salas del país y del mundo y de la mano de diversos directores como Diego Kogan, Florencia Bendersky, Guillermo Heras y Gwynn Mac Donald.

Clarividentes, la comedia dramática que se puede ver en el Espacio Callejón, versa sobre la desesperación en un mundo a punto de colapsar y es la última obra que Daulte escribió, una pieza que él mismo define como una historia sobre el deseo, la incertidumbre y el caos. “Mientras trabajaba en la obra en Estados Unidos asumía Trump”, contó el director, convencido de que cuando el mundo está desesperado “se vuelve una gran oportunidad para que los grandes payasos tomen el poder”. Así es como en Clarividentes los personajes están tan consternados, tan obsesionados con salvarse de algo, que las decisiones que toman los llevan inevitablemente a la catástrofe. “Uno diría que todos tienen la mejor intención –reflexiona el director-, y que es legítimo que se quieran salvar”. “Pero a veces pasa que si no nos podemos salvar, queremos que todo se hunda”, concluye.