Entrevista a Hernán Genovese
Uno de los mejores intérpretes de tango que han surgido en los últimos años y poseedor de una bellísima voz, Hernán Genovese nos relata su experiencia como cantante en el mundo del dos por cuatro, un ámbito donde, a pesar de la fama mundial y el culto que se le brinda a nuestra música ciudadana en todo el mundo, en el país no tiene siempre un espacio acorde a su gloria y a lo que significa en los sentimientos de los argentinos.
Parafraseando la frase de Enrique IV de Francia, se podría decir que para un cultor probado del tango “París bien vale una misa” o cualquier otro sacrificio con tal de estar bajo su hechizo. La “Ciudad Luz” es una referencia mítica para la canción ciudadana. Lo fue para Gardel y otros cantantes y compositores que dejaron su recuerdo grabado de ella en sus letras o su música. Una suerte de segunda patria lejana y entrañable, porque la primera estaba en el país y de manera más íntima e inicial en el barrio: Almagro, Pompeya, Barracas. Para Hernán Genovese, de 41 años, y una de las voces más gratas y atractivas que han surgido en el tango en los últimos años, ese lugar de origen, esencial e intransferible es Lanús, al que, como el buen compositor que también es, ya le dedicó una canción que lleva su nombre.
Hernán nació en el Hospital Italiano, pero de inmediato fue llevado a Lanús donde estaba la vivienda de sus padres. Allí vivió hasta los cuatro años y luego se fue a la Capital, pero como sus abuelos y gran parte de la familia paterna siguieron radicados en esa ciudad del sur no había prácticamente fin de semana que no volviera a visitarlos. “Allí hice muchos amigos en la infancia –cuenta el intérprete-, chicos con los que jugaba al fútbol en la calle. Y con el tiempo fui teniendo también otros amigos. Era tal mi fanatismo que conocía a alguien que decía ser de Lanús y enseguida trababa amistad con esa persona. Y después la simpatía por el club, por la camiseta. Todo eso se quedó aquerenciado. Y el tango que le hice al barrio se hizo bastante popular en la zona. Tuve la suerte de que ese tema, en particular, se pasara mucho por la radio, entonces el que es de Lanús lo recuerda.”
La familia paterna de Hernán era muy tanguera y musical. “Mi viejo siempre cantó muy bien tangos, igual que mi abuelo –narra-. Y había un tío abuelo que tocaba el bandoneón. Entonces era bastante común que en las reuniones familiares se cantara o recitara versos criollos. Y como yo de chiquito era muy afinado, bien pronto me sumé a esas tertulias como un intérprete más.” Genovese es un apellido de origen italiano y si se busca su genealogía procede del siglo XVII. El portador de ese nombre para esta familia fue un bisabuelo de Hernán, llamado Gabriel Genovese, un oriundo de Sicilia que llegó a la Argentina cuando tenía 20 años, se casó acá, tuvo cuatro hijos y falleció muy joven. El abuelo de nuestro intérprete tanguero, Gabriel José, fue uno de esos hijos, que apenas si lo conoció porque tenía dos años cuando su padre falleció. La historia de ese siciliano inmigrante en cuya raíz está la expansión de la familia de estos Genovese de Lanús es realmente apasionante y digna de una novela, como tantas otras de seres cuyas odiseas humanas solo son evocadas por su familia sobreviviente y a veces ni eso. Vale la pena contarla.
El apellido de aquel bisabuelo Genovese era en realidad un nombre de fantasía. Él era hijo de un noble venido a menos, integrante de la rama pobre de su familia, que lo había engendrado con una criada y no lo reconoció, entregándolo a un hospicio de huérfanos donde alguien le puso ese apellido. “Hace unos años viajé a Sicilia –cuenta Hernán ahora- y pude reconstruir esa historia. En mi familia circuló siempre una leyenda: que nosotros éramos descendientes de un conde y que había una herencia cuantiosa que se debía cobrar. Las que fantaseaban mucho con esa herencia eran, sobre todo, unas tías mías, primas de papá. Así que llegué al pueblo de dónde había salido aquel bisabuelo, que se llama Cattólica Eraclea, un lugar muy antiguo ubicado cerca de Agrigenta. Y al rato de arribar pude hacerme de una fotocopia de la partida de nacimiento de mi bisabuelo, donde decía: Gabriel Genovese, hijo de padres ignotos (ignoti). Y poco a poco averigüé que la historia no era ficticia. El padre de mi bisabuelo, en realidad mi tatarabuelo, era un marqués perteneciente a la familia de los Borselino. Y había tenido ese hijo con una criada. Todo esto me lo contó el actual descendiente de esos Borselino, quien me recibió en un castillo como el de Il Gattopardo, al principio con bastante desconfianza, pero luego, al darse cuenta que lo mío era solo curiosidad, con mucha más laxitud, y me relató cómo había sido el desarrollo del árbol genealógico”
Lo doloroso de esa historia es que el bisabuelo fue entregado al Hospicio de Huérfanos de los Trovadores, así llamado y hoy desaparecido, donde había un plan sistemático para que sobrevivieran sólo las criaturas que eran más aptas físicamente. Sus internados sufrían hambre, maltrato y frío. Y el abuelo estuvo entre los que se salvaron. Tal vez todos esos sufrimientos determinaron que luego muriera tan joven. Pero, como dice Hernán, dejó un legado único: cuatro hijos extraordinarios. “Mi abuelo, siempre digo, fue una de las mejores personas que conocí en mi vida. Hacía de todo un poco: trabajó mucho en la industria gráfica, en las imprentas, después hacía ventas en comisión para una bodega, y al final de su vida se puso una mercería en su casa. El nombre de su padre, el siciliano Gabriel, es como una proyección de aquella historia triste y dura, pero a la vez tan elocuente de lo que un espíritu poderoso puede lograr. Mi abuelo también se llamó Gabriel y mi papá Gabriel Aníbal. Yo no llevo ese nombre porque mi viejo se olvidó, pero para reparar ese hiato ahora mi hijo, de dos años, se llama Lucio Gabriel.”
¿Desde cuando comenzó Hernán a cantar profesionalmente? “Ya después de los 20 me largué a cantar en algunos lugares con público –comenta- y el 2005 fue el punto de inflexión en el que me hice cantante, me dediqué profesionalmente al tango, porque ese año gané el décimo tercer concurso Hugo del Carril y eso fue un incentivo. Coincidió con un momento de mi vida en que me había separado de mi primera mujer y había quedado solo. Y, de alguna manera, estaba liberado de responsabilidades y me dije: ‘Bueno, ahora hago lo que tengo ganas, porque si estoy un poco apretado económicamente el problema es mío, ya no tengo a quien mantener’. Ese concurso lo organizaba la Dirección de Música del gobierno de la ciudad y era muy prestigioso. En esa ocasión intervinieron como 500 participantes. Y a partir de allí pude grabar mi primer disco, Barajando, y cantar con la Orquesta de Tango de la Ciudad de Buenos Aires dirigida por el maestro Raúl Garello. Y se fueron abriendo otras puertas y año tras años aparecieron nuevas posibilidades. De modo que me propuse dedicarme por entero a esta profesión. Al principio trabajaba como abogado, pero con los años pude vivir de cantar, aunque completo mis ingresos con algunas actividades vinculadas a mi primera carrera, pero sin trabajar de abogado.”
Genovese ha cantado, entre otros lugares, en el ciclo Bares Notables de Buenos Aires, en el teatro Presidente Alvear, en el Teatro Roma de Avellaneda y en distintos festivales dedicados a la canción ciudadana en La Falda, Buenos Aires, Zárate o el Julio Daract, en San Luis. Además de Barajando, editó en 2012 otro álbum, De púa y corazón, en homenaje a Roberto Grela, y en el que participan Leopoldo Federico, Horacio Ferrer y Raúl Garello. En el primero de sus trabajos, que incluían dos tangos suyos (“Habla Gardel” y “Lanus”), había intervenido el Trío La Biaba, el Palermo Trío, Atilio Stampone, Raúl Garello.
Consultado por el hecho de que las emisoras televisivas no tienen programas de tango, Genovese contesta: “La potencia de difusión que ha tenido la televisión ha sido enorme para el tango, a tal punto que aún hoy cantantes que estuvieron en la pantalla en los setenta u ochenta, en programas como ‘Grandes Valores del Tango’, tienen un nombre que la gente todavía reconoce. Después vino otra generación, a la que pertenezco, que no tuvo la suerte de contar con ese medio y debió hacer las cosas de otra manera, más a pulmón, en un circuito más reducido. Pero hay un reflorecimiento del tango en esta época, hay mucha gente joven que se dedica a cantarlo y sobre todo muchos bailarines y músicos muy bien formados, serios, que lo eligen. De modo que va en camino de reflorecer, aunque tal vez no vuelva a ser el género masivo que fue en los cuarenta o cincuenta. Cuando yo era adolescente, ahora tengo 41 años, en los ochenta, era una vergüenza decir que te gustaba el tango. Era visto como una música de viejos.”
“Eso es culpa en parte de los tangueros, pero fundamentalmente de la penetración cultural que sufrimos desde hace unas décadas –añade-. Un plan sistemático ideado desde el norte para destruir nuestra identidad y la de otros países. Hoy se le pregunta a un tipo de cuarenta o cincuenta años si sabe quién fue Alberto Marino, una verdadera estrella del tango, y es posible que no lo sepa. En cambio, todos saben quien fue Paul McCartney. No reniego de Los Beatles ni de nada universal que sea valioso, pero no a costa del sacrificio de la cultura propia. Sobre todo del tango, que es género tan rico y admirado en todo el mundo, valorado incluso en ámbitos académicos. Y no lo digo por chovinismo. Creo que llegará otra vez ese momento en que tenga presencia en la televisión abierta. Es hasta un mal negocio, de parte de los que manejan la tele, no darle un lugar al tango. Creo que es porque en gran medida está manejada por esa generación de la que hablaba recién. Tinelli, que es como el nombre que viene enseguida a la cabeza, tiene un programa de baile y otro de canto. Y el tango, que se baila en todo el mundo y es la danza por excelencia, la más sofisticada y sensual, acá en el programa Soñando por bailar ni figura. Y no hablemos de Soñando por cantar. Un muchacho conocido que canta tangos y es del ambiente, se presentó al programa pero le dijeron que no cantaran tango. Y termino cantando una canción de León Gieco.”
Entre sus cantantes de tango preferidos, Genovese señala a Carlos Gardel, Roberto “El Polaco” Goyeneche y Rubén Juárez. “Son los que marcaron escuela –dice-. Hoy no hay ningún cantante que no haya tomado algo de Rubén Juárez, alguna cosita siempre le afanan. Sobre todo en el fraseo, la manera de dividir las palabras. Gardel en eso fue un revolucionario, el primero que cantó la letra. Antes se cantaba nada más que la música. Y Goyeneche llevó eso a su punto máximo. Claro que no es que no haya otros que también me gusten. Me encantan todos los cantantes de tango de los años cuarenta y los que pasaron por la orquesta de Troilo: Raúl Verón, Jorge Casán, Roberto Rufino, Jorge Durán y varios otros.”
Respecto a sus proyectos inmediatos comenta que está preparando un nuevo CD, que se llamará Hernán Genovese. Tangos de autor. Será con el quinteto que dirige Aníbal Corniglio. Y en estos días, viajaba a Francia. Había sido invitado para mediados de agosto a un festival de Tarbes, en el sur de ese país, a dar un curso para cantantes europeos que quieren acercarse al tango, personas que necesitan marcaciones, los “yeites”, como se le dice en el ambiente, sobre el género. Y después habrá, como corresponde a un buen tanguero, una visita a París, donde una universidad lo ha invitado a hacer un recital. Nada mal, como se ve.
A.C.