Detrás de todo el reconocimiento que cosechó en los últimos años, Alberto Ajaka guarda una historia muy singular. De chico no soñó con vivir de la actuación, le gustaba jugar al básquet y se entrenaba en el club Vélez. Cuando creció, pasó a administrar la imprenta de su familia y vinculó sus estudios con las carreras de Ciencias Económicas, Diseño gráfico y profesorado de Filosofía.

En una búsqueda personal por redefinirse se acercó a los talleres del Sportivo Teatral de Ricardo Bartís, donde comprendió que podía ser actor pese a tener ya 28 años. Entonces se lanzó y debutó con una obra en el Centro Cultural Rojas que él mismo dirigió y guionó. Luego trabajó con Mauricio Kartún en Ala de Criados, llegó al Teatro San Martín, lo premiaron en festivales de Europa y creó el Colectivo Escalada, una asociación de artistas de producción de obras que cuenta con su propio espacio teatral.  

A pesar de haber participado de varias películas del ámbito independiente y con aportes muy destacados en los Contenidos Digitales Abiertos –como Las 13 esposas de Wilson Fernández y La Casa–, Ajaka admite que su popularidad se disparó durante el año pasado gracias a Donofrio, el carismático personaje que encarnó en Guapas, la tira de El Trece.

Hincha de Independiente, familiero y excelente cocinero –según su colega Carla Peterson–, el actor atraviesa un próspero presente. Durante este 2015, estrenó, junto a Celeste Cid, el film La parte ausente y presentó la obra Juan Moreira en el Teatro Cervantes, de la mano de Claudio Gallardou.  Además, dirige El hambre de los artistas –del Colectivo Escalada– en el Teatro Sarmiento, integra Signos –el nuevo unitario de El Trece encabezado por Julio Chávez– y aparecerá en Cromo, un thriller científico que comenzará a emitirse, en formato miniserie, este mismo mes por la TV Pública.