Entrevista al actor Osqui Guzmán
Nacido hace 45 años en Buenos Aires, los padres de Osqui vinieron de Bolivia. Madre costurera y padre plomero gasista, su niñez transcurrió mayormente en un cuarto de un conventillo de La Boca. Allí aprendió que la vida no siempre da un plato de comida, pero también incorporó valores que lo acompañan hasta el día de hoy. Y, tal vez más importante aún, que entre cuatro paredes los sueños tienen más fuerza.
Guzmán soñaba con ser profesor de kung fu pero un ¿malentendido? lo llevó a buscar ese futuro en la Escuela Nacional de Arte Dramático. Enseguida se percató de que eso era muy distinto a la expectativa que tenía su padre de él cuando éste dejó de hablarle por tres años. Pero Osqui, convencido de que allí estaba su vocación, no se achicó y siguió.
Sus primeros pasos en el oficio los dio en el Teatro Callejero de la Ribera, elenco al que se integró luego de una audición en la que leyó unos sainetes del 30. ¿Quién podía interpretar mejor que él esas piezas trágicas y populares que reflejaban cómo se vivía en los conventillos de principios del siglo pasado?
La popularidad televisiva le llegó un poco más tarde. Osqui ya rozaba casi los 30 años cuando empezó a verse con frecuencia en las tiras. Campeones (1999) y Buenos vecinos (2000) fueron las primeras series que contaron con participación suya. Luego se sucedieron muchos programas más y varias películas también, como La fuga, Tiempo de valientes y La revolución es un sueño eterno, entre otras.
Pero como todo actor de raza, su energía es más teatral. En 2013 se sumó al elenco alternativo de Toc Toc, ese que hacía giras por el interior de uno de los éxitos más rutilantes de los últimos años. En una obra donde seis personajes buscan una cura para sus patologías, a Osqui le tocó ser el taxista que padece "aritmomanía", un trastorno por el cual se la pasa haciendo cálculos y cuentas todo el tiempo.
Tras dos años muy intensos, hoy la mayor parte de su energía está puesta en El Bululú, la obra que presentaba el actor español radicado en Argentina José María Vilches en los 70 y que hace unos años readaptó junto a su mujer Leticia González de Lellis. Se trata de un unipersonal que se puede ver los viernes a las 20.30 y a las 22 en Timbre 4 (México 3554). Pero a Osqui también le queda tiempo para dirigir otra obra: El centésimo mono, una "comedia patética entre la magia y la muerte" como reza el subtítulo promocional. En este caso, se presenta los sábados a las 20 en La Carpintería Teatro (Jean Jaurés 858). Como actor, dramaturgo o director, Osqui Guzmán es puro teatro.