The Visitor

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El último disco de Neil Young

Siempre preocupado por los efectos de la guerra, el medio ambiente, los derechos humanos y otros temas de alta sensibilidad social, el cantautor Neil Young parece haber subido la apuesta en los últimos años hasta convertirse por momentos en una suerte de cantante de protesta al estilo de Woody Guthrie o Pete Seeger, leyendas de la canción social de los Estados Unidos.

En su nuevo disco, The Visitor, el músico nacido en Canadá hace 72 años pero residente estadounidense desde hace 45 vuelve a dar respuesta urgente a la problemática del país donde vive, como ya lo había hecho en 2005 en Living with War, un manifiesto antibélico dirigido personalmente al entonces presidente norteamericano George W. Bush tras la invasión de los Estados Unidos a Irak. Y del mismo modo en que, en 2015, se había manifestado en contra del uso extendido de agroquímicos que afectan la salud humana, animal y vegetal en su más que explícito The Monsanto Years, en referencia a la empresa multinacional que fabrica estos productos a escala global.

Para Young, hoy la canción urgente pone el foco en la figura del controvertido presidente Donald Trump, que desde hace un año habita la Casa Blanca con su particular estilo. Junto con su banda californiana Promises of the Real, desata su bronca y su incredulidad en un puñado de diez canciones que, como dijo alguna vez León Gieco, parecen haber sido escritas con el diario abierto sobre la mesa. Con base rockera y sus habituales guitarras distorsionadas, o con su guitarra acústica y su armónica, Young canta un estado de situación que, evidentemente, le preocupa, y mucho. Sin embargo, como en casi todos sus más de 40 discos, al mismo tiempo hay un mensaje de lucha y esperanza.

En Already Great, por ejemplo, comienza diciendo “Soy canadiense, por cierto,/ pero amo a los Estados Unidos”. Y dirigiéndose a los norteamericanos: “Ustedes son geniales/ son la tierra prometida/ son la mano amiga (…) Desperté esta mañana/ pensando en ustedes y en su nuevo asunto/ intenté ponerme en su lugar/ intenté sentir como sienten”. También repite su negativa contra “el muro”, “las prohibiciones” y “los fascistas en los Estados Unidos”. Y se muestra algo más esperanzado en Flight by Night Deal: “¿Cómo te sentís acerca del mañana?/ lo que pasó ayer, el tiempo que te llevó/ estar aquí hoy y celebrar, celebrar/ porque no es demasiado tarde”.

En la bella balada folk Almost Always, Young reflexiona sobre “este mundo cambiante”. Y se ilusiona: “Mientras el día está con nosotros/ y los pájaros están cerca/ cantando al sol, disfrutando de su luz (…) ¿Tengo algo que decir?/ tal vez solo un sentimiento/ que las cosas están destinadas a cambiar (…) No voy a resolverlo/ aquí y ahora/ tengo algunas cosas que realizar/ algunas llamadas para hacer/ escucha a ese pajarito loco/ cantando su canción/ parado en una pata demasiado larga/ permanecer así hasta que sea mayo/ ella responde todo el tiempo/ todo el tiempo/ casi siempre”. Y en Change of Heart, aun enojado, cree que hay cosas que es mejor evitar, a pesar de todo: “La vida es confusa/ el amor es tiempo pasado/ el odio no vale la pena/ ni siquiera para usarlo como cemento/ para construir muros/ y esconderte detrás/ y no ver más allá/ y que te vuele la cabeza/ ahora hay odio allá”.

Pero la síntesis de lo que siente Neil Young en estos tiempos se resume en Children of Destiny: “Defendé lo que creés/ resistí frente a los poderes que sean/ conservá la tierra y salvá los mares/ para los chicos del futuro”.

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