Vesúvio
En sus más de cuatro décadas de carrera como cantautor, el maceiano radicado en Río de Janeiro Djavan Caetano Viana supo ser fiel y a la vez diferenciarse de las corrientes principales de la Música Popular Brasileña (MPB). Por un lado, conserva en ritmo y en espíritu los lineamientos generales del tropicalismo y sus sucedáneos; por otro, incorpora elementos de otras geografías musicales, como la música africana, el soul, el R&B, el pop. Lo hace sin perder identidad, nordestina y nacional, y a la vez le otorga a su música una impronta personal.
Djavan, que en estos días cumple 70 años a pesar de que su aspecto lo desmienta, vuelve al disco con Vesúvio, una docena de temas originales más un bonus track en los que la diversidad, una característica que siempre se encarga de destacar, se hace otra vez presente aunque, como él mismo dijo, se trata mayormente de un disco pop: “Siempre estoy buscando nuevas motivaciones y me pareció un desafío inmenso hacer música pop en estos tiempos que estamos viviendo, nebulosos, de tanta incertidumbre en el país y en el mundo. Quería que mi mensaje musical llegara con más facilidad, con más fluidez, cristalino”.
Y lo consigue. Vesúvio, el tema que abre el álbum homónimo, es la puerta de entrada a ese universo en clave pop. En Solitude, habla justamente de estos tiempos nebulosos (“La guerra vende armas, mantiene cargos/ destruye sueños, todo a la vez (…) Parece tarde/ hablar de amistad/ ver con el corazón/ pero es de esa forma/ reparando defectos/ extendiendo la mano”). También hay referencias en Viver e dever (“Todo va mal/ nada va bien para nadie/ en esa presión/ ¿quién debe dar la mano?/ para que el mundo salga de allá/ del fondo/ para respirar y no morir”) y en Mãos dadas.
Pero si el aire que se respira es musicalmente pop, en términos de contenido es claramente una apelación al amor en tiempos de crisis. Como en Dores gris; Tenho medo de ficar só (“Tengo miedo de quedarme solo/ No soporto ser quién soy/ cuando estoy sin nadie”); Cedo ou tarde, un tema bien funky, igual que Um Quase Amor; Orquídea, un samba, quizá el track más puramente brasileño del disco; Madressilva (Venís a iluminarme con tu sonrisa/ llenás todo de aroma a madreselva (…) Abriste un cielo azul/ en medio de la tormenta glacial”).
Lo mismo que en Entre outras mil (“El pájaro dejó el nido lleno de esperanza/ hoy vago en el recuerdo/ el encanto se rompió/ se quedó así, ya no voló ni nada más/ con el ala machucada/ y el corazón sin amor”) y, muy especialmente, en la bellísima y abolerada Meu romance (“Tú eres mi romance/ con todos los matices/ de un esplendor/ serás la primera/ y única bandera/ de un gran amor”), a la que se le suma el bonus track a dúo con el uruguayo Jorge Drexler, Esplendor, una versión casi calcada de la original en lo musical pero no tanto en la letra.
Grabado entre marzo y agosto del año pasado, el disco cuenta con la participación de tres viejos compañeros de ruta (el guitarrista Torcuato Mariano y los pianistas Paulo Calasans y Renato Fonseca) y una base rítmica debutante, con el bajista Arthur de Palla y el baterista Felipe Alves. Con sus particularidades, podría decirse sin embargo que Vesúvio es un disco más en sus cuarenta y tantos años de historia musical. Pero que sea un disco más, en el caso de Djavan, es casi la mejor de las noticias.