MTV Unplugged, de Miguel Bosé
Miguel Bosé se convirtió en el 129° músico que graba en el formato acústico que nació y se popularizó en los 90 y que en los últimos años perdió bastante su fuerza y esplendor, aunque sigue vivo: el MTV Unplugged. Es el tercer artista español (aunque nacido en Panamá), después de Alejandro Sanz y Enrique Bunbury. El concierto se registró el 12 de mayo del año pasado en los estudios Azteca Digital, de México DF, y contó con la participación de una banda de 21 músicos y, como se verá, de invitados especiales. A los 60 años, Bosé es uno de los más personales, si no el más, de los artistas de España, una identidad que supo construir tanto en su rol de actor como en el de músico, sin contar su permanente compromiso con las buenas causas.
Para la ocasión, Bosé eligió estrenar dos temas: Dime qué diré, un tema que le cedió el dominicano Juan Luis Guerra, y Estaré, de su propia cosecha y dedicada a Diego, Tadeo, Ivo y Telmo, cada uno de sus cuatro hijos (“Y siempre estaré/ muy cerca de ti/ lo quieras o no/ me vas a sentir/ en cada duda, en cada temor/ te voy a quedar, te voy a batir/ porque eres mi paz,/ mi luz y mi sol/ mi fiebre, mi fuerza/ mi único amor/ y ahí donde siempre/ siempre estoy y estaré/ en tu corazón, siempre ahí estaré”). Tampoco faltan, claro, hits atemporales como Nena, Amante bandido o Si tú no vuelves.
Pero lo más rico del menú se da en sus asociaciones con otros músicos, con resultados dispares. El divo del pop español, al que más de una vez se comparó con David Bowie —seguramente más por sus modos que por sus cualidades musicales, que de todas maneras tiene—, se rodeó de importantes artistas latinos, mayormente de México. Así, grabó La Chula con Ximena Sariñana; Olvídame tú con Marco Antonio Solís; Como un lobo, con Sasha Sokol; Gulliver con Natalia Lafourcade; Nada particular con Alex González y Sergio Vallín, integrantes de la popular banda Maná, y Solo sí con Benny Ibarra. También subieron al escenario los colombianos Juanes, con quien cantó Amiga, y Fonseca, con el que hicieron a dúo el tema Bambú. El español Pablo Alborán, por su parte, compartió con Bosé No hay ni un corazón que valga la pena.
Su voz y su teatralidad como intérprete se mantienen intactas. Más aun, ganó en expresividad, en un formato, el acústico, que suele exponer al cantante, que no puede escudarse con facilidad en el universo eléctrico sonoro. El rey del pop español demostró una vez más el porqué de su vigencia. El divo sigue vivo.
Oscar Finkelstein