Man of the Woods
Después de Justified (2002), Future Sex/Love Sounds (2006) y los dos volúmenes de The 20/20 Experience (2013), Justin Timberlake acaba de lanzar Man of the Woods, cuya presentación mundial fue el 4 de febrero último con una impactante actuación en vivo en el entretiempo del 52º Super Bowl, la final de fútbol americano que se disputó en Granted, Minneapolis. Una carrera musical exigua, más aun teniendo en cuenta su repercusión y su talento, que comenzó a finales de los 90, cuando formó parte de N’Sync, una de las bandas de jóvenes cantantes –como Backstreet Boys o 98 Degrees– que llenaban las programaciones de FM y hacían aullar a sus fans en sus megapresentaciones en vivo, y que de algún modo fueron herederas de los grupos vocales masculinos de los 50 que instalaron el doo wop como inevitable antecedente del rock y del pop. Una carrera que se discontinúa después de cada disco por su también exitosa carrera cinematográfica, cuyo inventario detalla 21 películas en 17 años.
En su cuarto opus, el artista nacido hace 37 años en Memphis vuelve a hacer lo que más sabe y, evidentemente, más le gusta y rinde. Esto es, música ligera aunque con bases muy marcadas, varios géneros sonando solos o entrecruzados y el espíritu de Prince sobrevolando todo el álbum. Por eso Man of the Woods es un muestrario diverso del arte de Justin, que sabe hacer bailar o emocionar casi según le dé la gana. El electropop, una de sus especialidades, aparece en Filthy combinado con algo de drum’n bass y guitarras rockeras, y también en Sauce y en Say Something, este último con la participación de Chris Stapleton, un talentoso cantautor de Nashville. El pop se estira, o retrocede, hasta la música disco, incluso con alguna reminiscencia a los Bee Gees, en Montana, mientras que en Breeze Off the Pond se acerca al rhythm and blues, lo mismo que en Wave, con un muy buen trabajo de las voces. Midnight Summer Jam es una especie de neo funk al estilo Jamiroquai, con percusiones electrónicas en clave étnica, y Young Man tributa al soul y al funk de su amado Prince. El breve interludio Hers es la referencia más directa, pero no la única, a su esposa, la hermosa actriz Jessica Biel, madre de hijo Silas.
Quizá lo más novedoso de Man of the Woods sea la incursión de Timberlake, más o menos explícita, en el universo del folk norteamericano. Lo hace levemente en el tema que da nombre al álbum; en Flannel, una balada country de celulares encendidos; en la hermosa Livin’ Off the Land, y en The Hard Stuff, un folk rock con voces que recuerdan al mejor James Taylor. Higher, Higher, una balada soul con buenos arreglos vocales, el hip hop clásico de Supplies y el góspel de Morning Light, que comparte con la gran Alicia Keys, termina de redondear un disco que, sin grandes sorpresas, muestra el talento y el profesionalismo de un artista multifacético.