Gallipoli
La banda estadounidense que lleva como nombre la capital del Líbano vuelve al disco después de cuatro años con un título que alude a otra ciudad, la turca Gallipoli, que los músicos visitaron y que inspiró al joven líder del grupo, Zach Condon (33), a escribir la canción que da nombre al álbum y es el primer tema de difusión. En esa visita a la isla medieval ubicada en el mar Egeo, a donde llegaron casi por casualidad, Condon se encontró con una especie de otro mundo en este mundo, que lo llevó a profundizar aún más su histórica predilección por la música de los Balcanes y alrededores: “El resultado me encantó. Era una catártica mezcla de mis viejos discos y de los nuevos y parecía devolverme a la vieja felicidad de la música como experiencia visceral. Esta parecía ser la lógica que acabaría guiando todo el disco, algo de lo que me di cuenta precisamente en aquel momento”.
No es una novedad que Condon haya apelado a ritmos y sonidos que, en una primera escucha, evocan a músicos como Emir Kusturica o Goran Bregovic. Lo viene haciendo en mayor o menor medida desde el disco debut de Beirut, Gulag Orkestar (2006), y en los que le siguieron: The Flying Club Cup (2007), The Rip Tide (2011) y No no no (2015), y en los EP Lon Gisland (2007), Pompeii (2007), Elephant Gun (2007) y March Of The Zapotec / Holland (2009). Pero Beirut no hace música balcánica. Sus discos se acomodan en las bateas de folk sin que sea folk tradicional, aunque hay un espíritu de folklore universal en su música, que puede remitir al este europeo pero también a la influencia latina en el sur de los Estados Unidos (Condon es oriundo de Santa Fe, Nuevo México).
Esta predilección por ritmos, sonidos e instrumentos de varios folklores, atravesados por diferentes dosis de pop con buenos arreglos de voces, un poco al estilo de David Byrne en los Talking Heads y más aun en su etapa solista, hacen que la música de Beirut tenga esa impronta ecuménica, que se hace especialmente visible en temas como When I Die, Gallipoli, Varieties of Exile, Gauze für Zah, Light in the Atoll; en los instrumentales On Mainau Island, Corfu y Fin, y algo menos en canciones como I Giardini, Landslide, Family Curse, We Never Lived Here.
Más allá de las influencias, que tienen nombres propios e identificables, Beirut sigue conservando la originalidad que ya tenía en su primer disco. Hoy, más de una década después, con Gallipoli la banda de Condon vuelve a desmarcarse de las grandes tendencias, a recorrer rutas alternativas y a llenar de belleza y calidez el cada vez más adocenado mundo de la música.