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Nacido en Brooklyn, Nueva York, hace casi 48 años como Shawn Corey Carter, Jay-Z es uno de los artistas más representativos de la historia del hip hop, no solo como autor e intérprete, sino también como productor. Sin embargo, fuera del ámbito de su música, hoy quizá sea más conocido como esposo de la megaestrella soul Beyoncé, como empresario multirrubro (de la disco 40/40 Club a la franquicia de los Brooklyn Nets, equipo de básquet de la NBA, de la que es uno de los dueños) e incluso como el rapero más rico del mundo, según la revista Forbes, con una fortuna que supera los 500 millones de dólares.
Toda esta actividad extramusical no le impidió, sin embargo, ganar 19 premios Grammy en 21 años de carrera y sumar tres de sus discos —Reasonable Doubt, The Blueprint y The Black Album— al top 500 de la revista Rolling Stone. Sí, quién sabe, no le permitió ser más prolífico en su carrera solista: después de cuatro años de su último disco, Magna Carta-Holy Grail, este año lanzó 4:44, su álbum personal número 13.
Aunque no sorprende, es tan alto el piso de calidad de Jay-Z que con lo que muestra en 4:44 —que no es, de ninguna manera, lo mejor de su carrera— le alcanza y sobra para satisfacer a sus fans y probablemente también a quienes no lo son tanto. Es que sabe hacer las cosas, provocar y dar en el blanco. El disco arranca con lo que puede leerse como una autocrítica o bien como una ironía sobre lo que se destaca de él: en Kill Jay-Z parece arrepentirse de haber abandonado los estudios, de sus peleas con Kanye West, otra megaestrella del género, y de haberle disparado a su hermano en su adolescencia por haberle robado sus joyas.
En The Story of O.J., que parece escrita para el deportista O.J. Simpson y sus problemas con la Justicia, en realidad habla de lo mal que a veces las personas de raza negra malgastan su dinero una vez que logran tenerlo, y en cantidad, y hasta llegan a terminar sus vidas en la pobreza. En este sentido, pone como ejemplo en el manejo del dinero a las personas judías, en una alusión que algunos entendieron como discriminatoria.
Con la participación de No I.D., uno de los productores de moda del hip hop, en 4:44 también aparecen el exitoso Frank Ocean (Caught Their Eyes), Beyoncé (Family Feud), el músico reggae Damian Marley (Bam) y su propia madre, Gloria Carter (Smile), además de varios sampleos de Nina Simone, Stevie Wonder y Alan Parsons Project. En cuanto a la temática, Jay-Z se asoma tímidamente a la cuestión racial, a sus presuntas infidelidades (en el tema que da nombre al disco, el momento más alto musicalmente) y a la siempre cuestionada industria discográfica.
Oscar Finkelstein