24K Magic, de Bruno Mars
Breve pero contundente, el tercer disco de Bruno Mars recorre ritmos, sonidos e incluso clichés de la música negra de las últimas décadas. Así, no resulta sencillo elegir qué lugar de la batea le corresponde, ni falta que hace. El cetro de rey del pop que presuntamente iba a lucir ya sin Michael Jackson en este planeta quedó suspendido hasta nuevo aviso y los intentos por buscar rápidamente un heredero de Prince no serán satisfechos, no al menos con 24K Magic, aunque por momentos su sonido y su groove se emparentan con el del otro rey recientemente ido.
Los 9 temas que en solo 33 minutos y medio desarrolla el músico hawaiano están más cerca del R&B, del soul, de cierto funk tradicional, que de los nuevos sonidos de la música negra, una vanguardia que gira más en torno del hip hop, con nombres como Kendrick Lamar, Kanye West o el eterno pero inconstante D’Angelo. Sin embargo, Bruno Mars logra que su música siga sonando novedosa y que aquella furia rítmica arrasadora de Doo-Wops & Hooligans y Unorthodox Jukebox, sus dos primeros discos, se atenúe con un midtempo envolvente, y hasta por momentos sexy, como en Straight Up and Down, That’s What I Like, Versace on the Floor o Calling All My Lovelies. El cambio es aún más radical después del éxito logrado con Uptown Funk, el single que hizo en 2015 con el gran músico y productor discográfico Mark Ronson, y con su explosiva aparición en el entretiempo del Superbowl del año pasado.
Aunque, después de todo, quizá no se trate de un cambio, no al menos en el sentido habitual del término, sino de una profundización en la búsqueda. La cadencia ya característica de este artista nacido hace 31 años como Peter Gene Hernández, con matices, sigue presente en el tema que da nombre al disco, en Chunky, en Perm o en Finesse. Por otra parte, pareciera mantenerse también una lógica, una conducta quizás obsesiva en busca del hit, un objetivo que alcanzó no pocas veces y rubro en el que 24K Magic no es ni será una excepción.
´ Oscar Finkelstein