Estela de Carlotto: "No queremos morir sin antes darles un abrazo"
Muy pocos la vieron llorar. Ella dice que siempre fue así, de hacerse cargo de sus problemas, de no querer molestar. Prefiere contener a sus amigas que expresar la necesidad de que la contengan, de estar al lado de su esposo sin bajar jamás la guardia. Ni siquiera hoy, a sus 81 años, y cuando la aquejan algunos problemas para caminar se deja ayudar. A Estela Carlotto la define su entereza, es la que le ha permitido sobrevivir a todo lo que le pasó: primero, la desaparición de su marido, Guido, a comienzos de la ultima dictadura -que reapareció con vida 25 días después de haber sido detenido, y tras ser torturado-, después, la de su hija Laura, embarazada de dos meses y medio, de un bebé al que también llamaría Guido y que Estela aún busca, con la esperanza de poder abrazarlo alguna vez.
En estos 32 años, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo creyó encontrarlo muchas veces. Los 107 nietos hasta aquí recuperados por Abuelas –resta hallar a casi 400- le sirvieron de consuelo, en algún sentido: "Si yo no llegara a encontrar a Guido, me quedarían ellos, los nietos de las demás abuelas, que también son míos", dice Estela. Aunque la búsqueda no cesa, mientras tenga fuerzas seguirá buscando al hijo de su hija mayor.
Carlotto guarda para su nieto recuerdos de su lucha: remeras de cada uno de los congresos internacionales y conferencias a las que asistió, prendedores, algunos objetos de valor sentimental. Se ilusiona con entregárselos mirándolo a los ojos, pronunciando su nombre. Se ilusiona pensando que si no llegara a conocerlo, alguien se los hará llegar.
Alguna vez, durante los primeros años de búsqueda de Laura, dividió su tiempo entre el tejido del ajuar del bebé y las largas recorridas por oficinas y dependencias gubernamentales, puertas que golpeaba con la esperanza de dar con algún dato útil sobre el paradero de su hija. "Una experiencia espantosa", define cuando le preguntan. "No hay enseñanzas ni libros que digan como hay que buscar a un desaparecido."
Al padre de Laura, su esposo, lo habia conocido con apenas 15 años. Vivían en La Plata, entonces, donde Estela frecuentaba a un grupo de amigos de su edad. Un día llegó un chico nuevo, al barrio: corpulento, introvertido. Ella pensó que tendría veintipico, por su tamaño. Tenía 16, y la enamoró. Un buen hombre, Guido Carlotto. Estuvieron ocho años de novios, mientras él cursaba la carrera de químico industrial y trabajaba en la panadería de su padre y ella cursaba el magisterio en una escuela. Se casaron con un sueño: tener cinco nenas. A la primera, la llamarían Laura. Luego llegarían Claudia, Guido y Remo.
Los años felices
Los de la crianza de los hijos fueron años apacibles. Guido padre logró abrir una pequeña empresa de pintura, Estela ejercía la docencia en una escuela de General Brandsen, así juntaban lo necesario para criar a sus cuatro hijos. Pasaban los veranos en Mar del Plata, a veces iban a la cancha a alentar al Pincha. Eran felices como son felices los que no experimentaron la tragedia, sin conciencia de serlo.
Las dos hijas mayores se casaron primero y partieron de la casa familiar, los dos varones permanecieron con sus padres, que trabajaban tanto como podían para darles los gustos que podían. A veces les costaba sobrellevar el cansancio. Entonces Estela pensaba: "Cuando sea vieja descansaré y haré vida de sillón de hamaca." Hoy piensa que sí, que podría haber sido una abuela como tantas otras, una abuela de su casa, una abuela común y corriente. Pero que el dolor servirá para dejarles a las nuevas generaciones un país mejor, un país con memoria, en el que las dictaduras nunca más tengan cabida. Es un acto de entrega, dice, una ofrenda para los otros, que tiene todo el sentido.
Pero por aquellos días, cuando sus pequeños hijos corrían, ruidosos por la casa, jamás podría haber imaginado la tragedia que enfrentaría a partir del momento en que los militares asaltaran el poder, en marzo del 76. La vida le tenía reservada una broma macabra a esa madre y maestra de escuela.
El dolor más grande
La primera pista de lo que vendría se las dio la desaparición de María Claudia Falcone -hermana del marido de Claudia, su hija-, durante la noche de Los Lápices.
Poco después, Laura comenzaba a militar en la Juventud Universitaria Peronista de La Plata, en donde también militaban sus hermanos. "¿Y si te buscan?", le preguntaba Estela, su madre. "¿Porque no te vas del país?" "No soy tan importante como para que alguien me busque, mamá", era la respuesta que le daba Laura.
Cuando el peligro empezó a hacerse evidente, Laura decidió mudarse a la casa de unos amigos. Su papá le prestó la camioneta de la empresa de pinturas para que se trasladara. Pero cuando debieron comunicarse –habían pautado un momento determinado para hacerlo-, ella no respondió. Guido padre, preocupado, salió a buscarla. Fue entonces que lo secuestraron, el 5 de agosto de 1977. Estela estaba desesperada, pidió licencia en la escuela, comenzó a recorrer hospitales y comisarias. Cuando menos lo imaginaba, llegó un pedido de dinero de cuarenta millones de pesos argentinos (el equivalente a treinta mil dólares). La entrega era condición para la liberación de su esposo.
Estela decidió no comentarlo a nadie. Decidió juntar billete por billete. Seguir trabajando, sin contar nada a nadie. Veinticinco días después de su desaparición, Guido padre fue liberado. Lo habían torturado. Estaba asustado y su salud -era diabético- se había deteriorado velozmente. Lo habían privado de su medicación habitual. Había conocido el infierno.
Laura fue apresada en noviembre de 1977, embarazada de dos meses. Tenía apenas 22 años. Pensaba ponerle Guido a su pequeño hijo, que nacería en cautiverio. Sus familiares supieron después, por testimonios de otros detenidos, que Laura fue mantenida con vida en el centro clandestino de detención La Cacha, en la ciudad de La Plata, hasta el parto, que se produjo en el Hospital Militar de Buenos Aires el 26 de junio de 1978.
Por esos días, Estela iniciaría una búsqueda que aún la mantiene activa y unida a otras muchas abuelas que buscan a sus hijos y nietos.
Las primeras reuniones se hacían en casa de Chicha Mariani. Ni siquiera entonces, reconoce hoy, habiendo oído el relato de su esposo, pensaba ella que aquel era un plan sistemático de exterminio y robo de bebés. "Éramos muy inocentes", admite hoy.
La inocencia, sin embargo, no menguó en lo más mínimo su capacidad de lucha. Aún hoy, sigue viajando, manteniendo reuniones, dando conferencias entrevistas, participando de programas de televisión y de actos políticos. Como sigue juntando recuerdos para entregarlo a Guido, el día que aparezca. "Mientras, seguiremos buscándolos, a él y a los otros, porque no queremos morirnos sin verlos", ha dicho. "Los 105 nietos que ya hemos encontrado están junto a nosotros, son los que nos ayudan a seguir, nos alientan, nos alegran y nos llenan la vida. Son los nietos que hoy ocupan algunos lugares de poder político y que seguro van a hacer cumplimiento de muchos de los sueños que tuvieron sus padres, de inclusión y justicia social. Les dejamos un país en el que pueden pensar, ser militantes políticos y decir lo que sienten, sin por eso correr peligro de muerte, un país en el que pueden expresar sus sentimientos claramente. Esta juventud es para las Abuelas la esperanza del presente y el futuro, ellos son nuestra garantía de que esta historia va a continuar el día en que no estemos".
"Verdades verdaderas"
Un fiel retrato de su vida
"Me vi a mí misma en la pantalla. Veo a Susú en la pantalla y soy yo". Eso dijo Estela Carlotto, tras ver el estreno del film que concretó el director Nicolás Gil Lavedra -hijo de uno de los jueces del Juicio a las Juntas en 1985, Ricardo Gil Lavedra- y un elenco de actores de primera categoría, encabezado por Susú Pecoraro, en el rol de la titular de Abuelas, y Alejandro Awada, en el de Guido, su marido. El guión estuvo a cargo de María Laura Gargarella y Jorge Maestro.
El relato, que se inicia en 1975 y llega hasta el presente, reconstruye el día a día de la familia Carlotto –padre, madre y cuatro hijos– para retratar las razones por las que una mujer común y corriente se ve empujada a alejarse de sus rutinas habituales –como madre, maestra y directora de escuela- para abrazar el activismo por los derechos humanos.
El golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y, en ese marco, el secuestro de la hija, Laura, y de Guido –posteriormente liberado- son el disparador de una lucha que aún continúa, y la búsqueda del hijo de Laura, el nieto que Estela sueña abrazar algún día. “La suya es una vida que supera ampliamente lo que podría hacerse en el plano de la ficción”, resumió el director Gil Lavedra, quien antes había abordado el tema de la restitución de los nietos de desaparecidos en el cortometraje "Identidad perdida".
Verdades verdaderas suma, a la fuerza de una historia vigente y fortísima, el trabajo impecable de un elenco sin fisuras, una notable recreación de época, y música y fotografía a la altura de lo que espera el espectador más exigente.
Trailer de Verdades verdaderas, película sobre la vida de Estela Carlotto: http://www.youtube.com/watch?v=eccdRX3wLz4
Estela de Carlotto recibió un premio de la Unesco
Un merecido reconocimiento
Cuando a la titular de Abuelas de Plaza de Mayo le tocó agradecer el Premio de Fomento de la Paz que la Unesco le otorgó en el mes de septiembre optó, a su vez, por agradecer a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, "cuyas políticas de Estado apoyaron nuestra búsqueda de la verdad. La lucha que iniciamos durante la dictadura militar se vio complementada y fortalecida a partir de 2003, cuando las políticas de Estado se comprometieron con la investigación de nuestro ingrato pasado, y se alinearon con el pueblo en la búsqueda de la igualdad y la justicia", detalló Carlotto.
La distinción de la Unesco le fue otorgada en mano por la Secretaria General de la Unesco, Irina Bokova, quien a su vez recibió de parte de la titular de Abuelas la estatuilla símbolo de la entidad, que representa a una mujer mayor, de pelo blanco, sentada en un sillón acunando a un nieto recuperado. "Las Abuelas, sin embargo, somos la antítesis de ese símbolo", aclaró Carlotto. "El sillón está vacío, porque nosotras no dejamos jamás este interminable peregrinaje en procura de establecer el paradero de hijos y nietos y arrancarlos de los brazos de sus apropiadores. Ya recuperamos a 107 de esas criaturas, y todavía nos resta encontrar a unos 400 más. Sólo entonces nos sentaremos a descansar en el sillón: una vez que hayamos concluido con nuestra misión, que hoy nos parece interminable. Nos conmueve muchísimo ver qué fue de la vida de nuestros 105 nietos recuperados, quienes, a pesar de que han atravesado situaciones muy dramáticas, hoy pueden soñar y construyen la democracia".
Por último, Carlotto destacó que entre los logros alcanzados por Abuelas se incluye la creación del Banco Nacional de Datos genéticos, "único en el mundo, y que es uno de nuestros orgullos".
Link relacionado: Estela Carlotto recibe el premio de la Unesco
http://www.youtube.com/watch?v=67tITC3NOSw
Historia de los años negros
Por Abuelas de Plaza de Mayo
El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas usurparon el gobierno constitucional en la República Argentina por medio de un golpe de estado. Desde ese momento, el régimen militar, que se autodenominó "Proceso de Reorganización Nacional", llevó adelante una política de terror. La "desaparición", forma predominante a través de la cual ejerció la represión política, afectó a 30.000 personas de todas las edades y condiciones sociales que fueron sometidas a la privación de su libertad y a la tortura, y entre ellas a centenares de criaturas secuestradas con sus padres o nacidas en los centros clandestinos de detención a donde fueron conducidas las jóvenes embarazadas.
La cantidad de secuestros de niños y de jóvenes embarazadas, el funcionamiento de maternidades clandestinas (Campo de Mayo, Escuela de Mecánica de la Armada, Pozo de Banfield, etc.), la existencia de listas de familias de militares en "espera" de un nacimiento en esos centros clandestinos y las declaraciones de los mismos militares demuestran la existencia de un plan preconcebido no sólo de secuestro de adultos sino también un plan sistemático de apropiación de niños.
Los niños robados como "botín de guerra" fueron inscriptos como hijos propios por los miembros de las fuerzas de represión, dejados en cualquier lugar, vendidos o abandonados en institutos como seres sin nombre N.N. De esa manera los hicieron desaparecer al anular su identidad, privándolos de vivir con su legítima familia, de todos sus derechos y de su libertad.
La Asociación Civil Abuelas de Plaza de Mayo somos una organización no-gubernamental que tiene como finalidad localizar y restituir a sus legítimas familias todos los niños secuestrados desaparecidos por la represión política, y crear las condiciones para que nunca más se repita tan terrible violación de los derechos de los niños, exigiendo castigo a todos los responsables.
Nada ni nadie nos detuvo para buscar a los hijos de nuestros hijos. Tareas detectivescas se alternaban con diarias visitas a los Juzgados de Menores, Orfelinatos, Casa Cunas, a la vez que investigábamos las adopciones de la época. También recibíamos -y seguimos recibiendo- las denuncias que el pueblo argentino nos hace llegar, como una manera de colaborar en la tarea de ubicación de los pequeños. Este es el resultado de nuestra tarea de concientización de la comunidad.
Con el fin de localizar los niños desaparecidos Abuelas de Plaza de Mayo trabajamos en cuatro niveles: denuncias y reclamos ante las autoridades gubernamentales, nacionales e internacionales, presentaciones ante la Justicia, solicitudes de colaboración dirigida al pueblo en general y pesquisas o investigaciones personales. En años de dramática búsqueda sin pausas logramos localizar a 105 niños desaparecidos.
Para su trabajo la Asociación cuenta con equipos técnicos integrados por profesionales en los aspectos jurídico, médico, psicológico y genético.
Cada uno de los niños tiene una causa abierta en la Justicia a la que se agregan las denuncias que se van recibiendo con el correr del tiempo y que conforman elementos probatorios que determinan su verdadera identidad y la de los responsables de su secuestro o tenencia ilícita.
Para asegurar en lo sucesivo la validez de los análisis de sangre hemos implementado un Banco de Datos Genéticos, creado por la Ley Nacional Nº 23.511, donde figuran los mapas genéticos de todas las familias que tienen niños desaparecidos.
Trabajamos por nuestros nietos -hoy hombres y mujeres-, por nuestros bisnietos -que también ven violado su derecho a la identidad-, y por todos los niños de las futuras generaciones, para preservar sus raíces y su historia, pilares fundamentales de toda identidad.
Contacto: Abuelas de Plaza de Mayo
Virrey Cevallos 592 PB
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Tel: (011) 4384-0983
abuelas@abuelas.org.ar, difusion@abuelas.org.ar
Links relacionados:
http://es.wikipedia.org/wiki/Abuelas_de_Plaza_de_Mayo
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